La memoria, la lengua y el entorno definen una cultura, y en la región Amazónica la UNAL incentiva y facilita su estudio a partir de la biología, la lingüística y la antropología. Este artículo forma parte del Especial «360 grados en los territorios» del Periódico UNAL impreso, que muestra “lo nacional de la Nacional”, pinceladas que revelan el papel transformador que la alma mater de los colombianos desempeña en los territorios. Todos los martes encontrará un texto referente a cada Sede. ¡No se lo pierda!
Diana Manrique Horta | Periodista Unimedios- Sede Bogotá
En 2017 se inauguró la maloca «Casa Hija», una de las 14 estaciones del sendero ecológico de la Sede, lugar en el que confluyen la academia y la diversidad cultural. Fuente: Jeimi Villamizar, Unimedios.
Esa calurosa y húmeda mañana de noviembre de 2018, la aeronave Cessna 208 de la Fuerza Aeroespacial Colombiana rugía sobre la pista del Aeropuerto Alfredo Vásquez Cobo de Leticia llevando a siete docentes de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) hasta La Pedrera, uno de los corregimientos más lejanos del Amazonas, ubicado sobre el margen suroccidental del río Caquetá, próximo a la frontera con Brasil, ¿para qué?
Gracias a un convenio suscrito con el Ministerio de Educación Nacional, durante un mes, tal y como había sucedido semanas antes en los corregimientos de La Chorrera, El Encanto, Tarapacá y los municipios de Puerto Nariño y Leticia, un grupo de profesores tenía la misión de reforzar los conocimientos en física, química, matemáticas y análisis de la imagen; biología, lectoescritura y ciencias sociales de unos 70 estudiantes de grados 9, 10 y 11 del Internado Indígena San José, fundado por la Orden de los Hermanos Capuchinos hace más de 100 años y operado por la Gobernación del Amazonas, al que solo se llega por río o por avión.
El objetivo: que estos jóvenes de mirada tímida, pero cercanos en el trato, tuvieran las mismas posibilidades que los bachilleres del resto del país de acceder a la educación superior a través de la UNAL, una de las pocas universidades que hacen presencia en este territorio, considerado como un valioso enclave de biodiversidad y conocimiento ancestral, cuya preservación ha estado amenazada más de una vez por violencias como la generada por la bonanza del caucho a comienzos de siglo XX, y recientemente por las disidencias de las FARC y otros grupos armados ilegales que se disputan el control y las rentas del narcotráfico y de la minería ilegal.
Esta situación motivó que en mayo pasado la Defensoría del Pueblo lanzara una alerta temprana para que las instituciones correspondientes tomen medidas ante la creciente vulneración de los derechos humanos en las comunidades indígenas, entre las que se encuentran reclutamiento forzado de menores, amenazas, desplazamiento forzado y extorsiones.
En este contexto, fortalecer la presencia de estudiantes provenientes de comunidades indígenas es una responsabilidad que debe asumir el país, y en esa firme apuesta por transformar vidas, desde la creación de la Sede Amazonia en 1994, la UNAL le ha entregado al país 297 graduados y 134 posgraduados entre magísteres y doctores. Este aporte es importante si se tiene en cuenta que, pese a ser una región con valiosos y únicos ecosistemas en el mundo, también es una de las más desiguales con respecto a factores como capital humano, salud, educación, competitividad, y ciencia y tecnología.
En ese sentido, para fortalecer el Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (Peama) en la región, en enero de 2023 la UNAL suscribió un acuerdo con la Alcaldía de Leticia para que, durante cinco años, los recursos que la Sede Amazonia debería pagar por impuesto predial unificado, se destinen a apoyos de alimentación, transporte y alojamiento de la comunidad estudiantil beneficiaria de dicho programa.
Centinela de las lenguas indígenas
Un ejemplo del impacto de esta ardua, constante y silenciosa apuesta de la Universidad en la Amazonia, para integrar y potenciar en su cuidado y desarrollo las experiencias, los saberes y las tradiciones de las comunidades étnicas, campesinas y populares, es Abel Antonio Santos Angarita, o Wãchiaükü rü Goekü, primer indígena ticuna en obtener el título de Doctor en Estudios Amazónicos de la UNAL.
Él ha construido un puente de diálogo entre el saber tradicional y la academia, y trabaja como profesor, lingüista y “sabedor”, empeñado en que la sabiduría de la gran nación magütá (tikuna) y de las etnias del mundo “sean reconocidas y no desaparecidas”.
En su investigación doctoral, finalizada en 2021, Abel indagó sobre el proceso de adquisición y socialización del lenguaje en los magütá, e identificó que aprenderlo es una tarea progresiva, pues para que los niños puedan verbalizar fonemas, palabras y frases deben transitar por cinco momentos, acompañados de lecciones avanzadas.
“Los sabios-sabias magütá proponen que el ser en gestación entra en contacto con las producciones lingüísticas de sus semejantes desde el vientre, es decir, durante su vida uterina el ser humano está en contacto lingüísticamente con sus cuidadores”, relata Abel, nacido en la comunidad Arara, localizada 33km al noroccidente de Leticia por el río Amazonas.
Sobre esta investigación, el antropólogo Juan Álvaro Echeverri, profesor de la UNAL Sede Amazonia y especialista en poblaciones indígenas amazónicas, destaca: “es de gran impacto en el ámbito intelectual amazónico, ya que cuenta con un indígena hablante de su lengua que tiene un grado de doctor, lo cual abre un camino de posibilidades para otros indígenas”.
Junto con Abel, el antropólogo Echeverri avanzó en uno de los más recientes aportes realizados por la Universidad al mundo: la creación del primer Archivo Digital de Lenguas Indígenas de la Amazonia, conformado por 85 grabaciones recopiladas por él durante más de 30 años. Ahí se pueden escuchar narraciones como el origen de los sueños malos, y cantos del ritual de la pelazón magütá y el arrullo cantado por el abuelo Mario Sánchez de la comunidad indígena de San Antonio.
Gracias a un proyecto de recuperación de la pesca liderado por la Sede Amazonía y pescadores artesanales, especies emblemáticas del sistema amazónico como pirarucús, bisagras y gamitanas volvieron a las aguas de los 21 lagos de Yahuarcaca. Fuente: Asociación de Pescadores Artesanales, TIKA.
Conjunción única
Pero no hay memoria, lengua ni legado sin río, sin territorio y sin gente. Así lo han comprendido profesores e investigadores de la Sede, quienes desde la biología, la medicina, la antropología o la economía se han unido al saber de las comunidades indígenas, los mayores conocedores e intérpretes de estos ecosistemas fundamentales para la supervivencia de la humanidad.
Mediante la conjunción de los saberes tradicional y de la academia, hace 25 años la Universidad adelanta un programa de trabajo en el sistema lagunar y quebrada de Yahuarcaca, un lugar único que cuenta con 21 lagos interconectados con influencia directa en el río Amazonas. A partir de este se ha desprendido una serie de acciones y de innumerables documentos entre artículos y tesis de pregrado y posgrado que referencian la enorme biodiversidad de este territorio.
Los primeros trabajos se centraron en el estudio de la limnología, rama de la ecología que estudia los ecosistemas acuáticos continentales como lagos, lagunas, ríos, charcas, marismas y estuarios.
También se diseñaron estrategias para mejorar la pesca, lo que permitió que volvieran a nadar pirarucús, arawanas, bisagras y gamitanas (o cachamas negras), especies emblemáticas del sistema amazónico, gracias a un proyecto de recuperación de la pesca liderado desde hace 12 años por la Sede Amazonia y la Organización de Pescadores Artesanales TIKA. Además, desde hace varios años se avanza en un ordenamiento pesquero que permita proteger este entorno, del cual dependen unas 2.800 personas.
De igual manera, los aportes realizados por la UNAL, con respecto a los humedales de Tarapoto, ubicados en cercanías del casco urbano de Puerto Nariño, entre los ríos Amazonas y Loretoyacu, donde viven y subsisten cerca de 22 comunidades de las etnias tikuna, cocama y yagua, que permitieron que en 2018 estos fueran declarados oficialmente como el primer sitio Ramsar de la Amazonia colombiana.
Posteriormente, en busca de alternativas a la pesca artesanal desde el turismo sostenible, en 2013 tres comunidades indígenas conformaron la Asociación Intercomunitaria de Ecoturismo Painü, creada en alianza con la Fundación Grupo PROA, la Fundación Mandioca de Holanda y el Grupo de Limnología Amazónica de la UNAL para ofrecer dos recorridos en Yahuarcaca, uno acuático (Wadio) y uno terrestre (Painü), los cuales se transforman según la época de lluvias o de sequía.
Una apuesta reciente consiste en sensibilizar a los habitantes de Leticia, sobre todo a las nuevas generaciones, para transformar la realidad de los 22 humedales de esta ciudad, amenazados por contaminación, deforestación y reducción de flora y fauna.
Gobernabilidad y salud
En otras áreas académicas, en junio se conformó la primera Red Amazónica en Ciencias de la Vida y la Salud, iniciativa que busca reconocer el papel que juegan el agua, la alimentación y el conocimiento tradicional en las comunidades, e integrarlas a un enfoque de salud, y claro, construir una red de salud interdisciplinaria. El proyecto es liderado por el Instituto Amazónico de Investigaciones Imani y el Centro de Pensamiento Amazonia (Cepam).
Pero ahí no termina el aporte de la Sede. En colaboración con la fundación Hanns Seidel Stiftung, el Imani adelantó el diplomado “Buen gobierno, instituciones democráticas y política electoral”, dirigido a los colombianos que aspiran a cargos de elección popular para gobernaciones, alcaldías, concejos, asambleas departamentales, ediles, juntas de acción comunal (JAC), y líderes de la Amazonia.
Esta pequeña muestra del trabajo incesante de la UNAL evidencia que el legado más grande que deja una institución en la región es en el territorio, al lado de la gente, justo como lleva haciéndolo la UNAL Sede Amazonia desde hace 34 años.
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