La entrada masiva de renovables junto a una demanda eléctrica a la baja está provocando una caída de precios en el mercado mayorista (pool) de España que, si bien puede considerarse «un éxito» para el consumidor, también pone en jaque la transición energética necesaria para frenar la crisis climática.
Si a esto se suma el incremento de la presión fiscal, con cada vez más administraciones gravando las instalaciones renovables, y el aumento de los costes de capital y de inversión, habrá proyectos en cartera que no se construirán por falta de rentabilidad y/o financiación y proyectos ya en marcha que quebrarán (los más expuestos a mercado).
MWh a cero o menos de 1 euro
Gracias a energías como la eólica o la fotovoltaica, desde el 1 de enero y el 26 de marzo, el precio de la luz en el mercado mayorista (pool) ha sido de 0 euros/MWh en 136 horas y de menos de 1 euro/Mwh en otras 221.
Sólo en marzo (del 1 al 20), el precio medio diario del pool ha sido de 26,24 euros/MWh, un 70,8 % más bajo que un año antes, y desde mediados de 2022, España tiene precios más bajos que el resto de los países de la Unión Europea (UE), según datos elaborados por la consultora Grupo ASE.
Estos bajos precios han llevado a que, de forma inédita en España, dos centrales nucleares (Almaraz1 y Cofrentes) decidieran parar el 8 de marzo, alegando que no cubren sus costes de producción, y que no tengan previsto «enchufarse» mientras se mantenga la situación.
Para Grupo ASE, la brusca caída de precios de marzo obedece a una climatología que favorece la generación eólica e hidráulica, el continuo incremento de la capacidad instalada fotovoltaica (5 gigavatios al año, equivalente casi al parque nuclear), la caída de la demanda y la escasa capacidad de interconexión de la península.
Sin embargo, los mercados a futuro indican que esta tendencia de precios más bajos que en el resto de Europa se mantendrá.
Elevar la demanda
«Los precios bajos preocupan al sector desde hace años, dado el efecto canibalizador que tienen las energías renovables sobre el precio. Esto puede parecer positivo, pero no lo es para la viabilidad de los proyectos actuales o la financiación de los futuros», ha dicho a EFEverde el director general de APPA Renovables, José María González Moya.
En su opinión, no se trata de un desajuste provocado por la oferta, pues estamos por debajo de los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). El problema es que no se están cumpliendo las previsiones de demanda, según González Moya, que ha urgido por ello a impulsar la electrificación, sobre todo de calefacción y transporte, ahora dependientes de los combustibles fósiles.
Para el director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), José Donoso, los bajos precios de las últimas semanas se deben a una confluencia de factores: mucho viento, mucha agua y mucho sol y esa es la foto de futuro.
Cuantas más renovables, más bajará el precio en un mercado basado en un sistema marginalista, en el que el precio se fija cada hora en función de los costes variables de las centrales que ofertan su energía y que en el caso de las tecnologías «verdes» es de cero.
Almacenamiento y subastas
El margen de maniobra ahí es escaso, pues el diseño del mercado lo marca Europa, ha recordado Donoso. Como alternativa, desarrollar sistemas de almacenamiento a gran escala, pues permitirían incrementar la demanda durante las horas de sol, cuando se cargarían las baterías, y evitaría tener que recurrir a tecnologías como los ciclo combinados (las más caras), descargándolas cuando haga falta.
«La descarbonización en electricidad va rápido, pero en el resto de la sociedad no. Hay que quitar usos de combustibles fósiles», algo que no se está dando a la velocidad requerida. Como ejemplo, el retraso que acumula España en la implantación del vehículo eléctrico.
El tercer elemento para darle la vuelta a la situación pasa por aprovechar los bajos precios y la capacidad renovable de España para atraer industria intensiva en consumo de electricidad, como, por ejemplo, centros de datos.
El cuarto, organizar nuevas subastas de capacidad renovable que den señales de precio adecuadas, que eviten la concentración en unas pocas empresas y abiertas sólo a proyectos en grado avanzado de desarrollo (como mínimo, la declaración de impacto ambiental positiva) «para estar seguros de que no se paralizan».
A corto plazo, la única solución son las subastas, pues el resto de factores llevarán años», ha insistido Donoso, que ha apuntado que aunque en los próximos meses habrá un repunte de precios, «la foto de futuro es la que es», y ha recordado que los bajos precios también afectan al autoconsumo.
«Si no actuamos, la transición energética no se podrá hacer a la velocidad que se necesita. Estamos en un momento clave. A cuatro años vista, hay una masa importante de proyectos que deben decidir si invierten o no. Es el momento de la verdad, en el que consejos de administración y bancos deben tomar la decisión».
El Estado y los contratos a largo plazo
Por su parte, el director de Políticas Energéticas de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), Heikki Willstedt, ha apuntado que la situación es cada vez más insostenible pues la bajada de precios convive con un incremento del coste de capital (aumento de los intereses) y de la inversión (por la inflación) y con el aumento de la presión fiscal.
«En el momento en el que tienes que decidir si tienes que invertir o no», el precio al que se debería vender la energía para mantener la rentabilidad de un proyecto es 16 euros MWh más alto que en 2021, ha advertido.
Con los actuales precios, «ninguna instalación que sólo fuera a mercado obtendría ingresos suficientes para que el banco le diera el préstamo».
En su opinión, hay dos opciones para afrontar a corto plazo la situación. La primera, que el Gobierno organice subastas que garanticen ingresos estables para los productores y reduzcan la volatilidad del mercado (ahora se mueve entre mínimos de 0 euros y máximos de 173 euros MWh).
La segunda, involucrar al Estado en la firma de contratos de suministro a largo plazo o PPA, que facilitan el desarrollo de proyectos renovables pues, por un lado, el promotor se garantiza unos ingresos, y por otro, el consumidor, generalmente industrias intensivas en energía, se garantizan el suministro a un precio fijo.
«Hay mucho interés por parte de los centros de datos», ha apuntado el representante de la AEE, que ha insistido en que si se mantiene la actual situación de baja demanda, «los compradores ofertarán precios cada vez más bajos, mientras que los costes de los promotores suben».
«Estamos en un momento en el que muchos proyectos tienen que decidir si se construyen o no, pero con unos costes mayores y unos ingresos menores, mal vamos. Los peores proyectos caerán», ha apuntado Willstedt, quien ha subrayado también que la demanda debe aumentar y que para ello hay que atraer industria al país.
«La electricidad es lo más barato. Los combustibles fósiles están subiendo y, sin embargo, no usamos la electricidad, hay que darle la vuelta a esta imagen«.
Si no se estabilizan los ingresos para las nuevas instalaciones no se podrán hacer a mercado y, además, habrá que comprar los equipos en otros países, por lo que se perderá toda la cadena industrial, que en España está integrada por 250 empresas y genera 40.000 empleos, ha aseverado. EFEverde
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