Aunque la biodiversidad de Colombia es reconocida mundialmente como un hotspot de especies nativas y endémicas, es precisamente en el marco de esa realidad que algunos imaginarios se deben revisar. El mito de país biodiverso no se puede usar para ignorar la gravedad de las amenazas que sufre el patrimonio natural, evidentes en la pérdida tanto de manglares como de recurso hídrico y en el aumento de la deforestación. En las regiones más alejadas del centro del país se encuentra la mayor superficie de ecosistemas afectados, especialmente en los territorios de la Amazonia, Orinoquia y Chocó biogeográfico.

Jhon Charles Donato | Director Departamento de Biología, Universidad Nacional de Colombia (UNAL)

En el Decálogo se aborda la deforestación y sus efectos sobre la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos. Fuente: Jhon Charles DonatoEn el Decálogo se aborda la deforestación y sus efectos sobre la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos. Fuente: Jhon Charles Donato

Precisamente en el libro Decálogo de impactos ambientales: Geografía de las transformaciones en sistemas acuáticos de Colombia, publicado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se abordan algunos estudios de caso al respecto de esta situación. Tal como señala Sergi Sabater en el Prólogo, la obra combina la descripción de los problemas de los ecosistemas acuáticos colombianos con el de las personas que habitan en el territorio y se fija especialmente en las comunidades indígenas que los han sufrido directamente.

En el Decálogo se abordan la deforestación y sus efectos sobre la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos, la contaminación de los ríos, las causas y consecuencias de la destrucción de los manglares, los efectos de la minería –tanto legal como ilegal–, la sobreexplotación de los recursos pesqueros de los ecosistemas acuáticos continentales, el efecto de la codicia humana sobre las lagunas andinas ancestrales y el delicado equilibro que se da entre los ríos y las comunidades humanas que habitan sus rondas.

La ventana actual de la biodiversidad y sus amenazas

El territorio colombiano ocupa el 0,7% de la superficie terrestre, y al mismo tiempo alberga el 10% de la diversidad biológica del planeta. A escala global, Colombia tiene la mayor riqueza de especies por kilómetro cuadrado. Se han reportado más de 51.000 especies de plantas vasculares, muchas de ellas nativas. Es uno de los primeros países en diversidad de aves, anfibios y peces de agua dulce.

Nuestros paisajes, llenos de mariposas, son de tal riqueza que desafían la imaginación de los propios colombianos. Sin embargo, esta herencia natural de la tierra no solo está amenazada, sino incluso transformada por diversas actividades económicas. La biodiversidad entendida en su contexto más amplio: genes, especies y ecosistemas, ha sido fuertemente afectada por las actividades extractivas, la intervención de la tierra para uso agrícola y ganadero, la minería y la construcción de carreteras, entre otras actividades.

Llama la atención que las áreas que hoy están bajo mayor amenaza y presión son consideradas como uno de los mayores yacimientos de biodiversidad en la región ecuatorial, al lado de las zonas de reservas naturales. Y también es llamativo el hecho de que nuestro conocimiento sobre esta riqueza sigue siendo limitado. En las regiones más alejadas del centro del país es donde se encuentra la mayor superficie de ecosistemas afectados, principalmente en los territorios de la Amazonia, Orinoquia y Chocó biogeográfico. En estas áreas se encuentra además una alta diversidad cultural humana, con poblaciones insertas en un medio natural en el que habitan 84 grupos indígenas que hablan más de 60 lenguas nativas. Son espacios en los que se superponen factores culturales, históricos y ambientales de gran riqueza y complejidad.

Los imaginarios: algunos ejemplos para desmitificar

En las últimas dos décadas Colombia ha sufrido pérdidas relevantes de su biodiversidad y una desestructuración del ambiente natural sin precedentes. Enfrentamos profundas transformaciones del patrimonio natural del país que ya impactan un porcentaje alto de ecosistemas y paisajes. A continuación, se mencionan 4 ejemplos de estos impactos ambientales.

La contaminación de los ríos, las causas y consecuencias de la destrucción de los manglares y los efectos de la minería también son temas de estudio. Fuente: Jhon Charles DonatoLa contaminación de los ríos, las causas y consecuencias de la destrucción de los manglares y los efectos de la minería también son temas de estudio. Fuente: Jhon Charles Donato

El mito de la abundancia del agua y la pérdida del recurso

Es urgente revisar la idea de que en el país tenemos agua a borbotones. A finales de la década de 1980 del siglo pasado Colombia ocupaba el cuarto lugar del mundo en mayor volumen de agua por unidad de superficie. El rendimiento hídrico del país era de 60 litros por km2, seis veces mayor que el rendimiento promedio global y tres veces el del conjunto de Suramérica. Sin embargo, según el Ideam, entre 1995 y 2006 la disponibilidad de agua per cápita se redujo de 60.000 a 40.000 m3/año/habitante, disminuyendo a un ritmo anual de aproximadamente 1.000 m3/año/habitante. Para 2005 el Ideam y el Banco Mundial ya no nos clasificaban como una de las potencias hídricas del mundo, sino como el país número 24 en una lista de 182.

Esta situación se pone en evidencia al observar que en las cuencas hidrográficas del Magdalena-Cauca y Caribe, donde vive el 80% de la población nacional y se produce el 80% del producto interno bruto (PIB), se encuentra solo el 21% de la oferta total de agua superficial. También es importante señalar que 318 cabeceras municipales (28,34% de los municipios del país) presentan problemas de desabastecimiento en épocas secas, lo cual podría afectar una población aproximada de 11.530.580 habitantes (23,2% de la población nacional).

La Amazonia colombiana: los bosques prístinos y la deforestación

La cuenca del Amazonas es la cuenca hidrográfica más extensa y diversa del mundo, y el río Amazonas descarga al océano Atlántico un promedio de 214.000m3/s, lo que corresponde al 17% del agua dulce del planeta. En la actualidad, en la Amazonia colombiana se está experimentando un sustancial incremento de la deforestación, que aunque empezó en 2016, el registro más alto fue en 2017, con 214.744 ha/año. En 2018 la tasa se mantuvo alta con 247.000 ha/año. Entre 2016 y 2018 la Amazonia colombiana ha perdido 478.000 hectáreas de bosque, de las cuales 348.000 eran de bosques primarios. En 2019 el 62% de la deforestación total del país se concentró en esta región, con una cifra de 158.894 hectáreas.

Muerte de los manglares de la Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM): la segunda del mundo

La muerte de miles de hectáreas de manglar ha sido la manifestación más patente y definitiva de la catástrofe ambiental de la CGSM. Este impacto se debió a la interrupción de los flujos hídricos con el mar después de la construcción de la carretera Ciénaga-Barranquilla, que produjo la pérdida de 51.150 hectáreas de bosque de manglar a lo largo de una década. Así mismo, al interrumpirse el flujo de agua dulce con el río Magdalena, se incrementó la salinidad en los cuerpos de agua internos y en los suelos de manglar, lo que provocó una reducción de 17.760 ha, con una tasa de pérdida de cobertura de manglar de 984,7 ha/año. A esta reducción del volumen de agua dulce se le ha sumado la extracción comercial de madera, ambos factores determinantes para la agudización de la crisis del bosque de manglar.

El Chocó: entre la riqueza del oro y la pobreza económica

El Chocó contiene una riqueza excepcional de especies nativas con una vegetación casi prístina. Sin embargo, fue la primera región del litoral explotada por los españoles y nunca volvió a ser lo que era desde el momento en que irrumpieron en el Urabá en el siglo XVI, iniciando la conquista y abriendo el camino a la colonización. Las zonas que contenían depósitos de oro y plata se convirtieron en asentamientos habituales de la cultura española.

De este modo, la penetración colonial y el oro transformaron los territorios y contribuyeron a modificar sustancialmente la economía y la cultura original. Aunque el Chocó ha sido reconocido por su riqueza en biodiversidad, geología e hidrología, también es conocido por su gran actividad minera, con la explotación de oro como principal eje económico de la región, que en 2016 produjo 14 toneladas de este metal.

No obstante, el departamento vive una compleja situación en la que confluyen conflictos ambientales, socioeconómicos y socioculturales. La presencia de actores armados y bandas criminales, la violación de derechos humanos y el lavado de activos forman parte de la realidad cotidiana de la región. La Defensoría del Pueblo reconoció que existe una grave crisis debido a que “las actividades ilegales de extracción de metales como el oro y el platino generan presión sobre el patrimonio ambiental, degradan el tejido social y causan conflictos socioambientales”.

Los anteriores son apenas 4 ejemplos de los distintos conflictos ambientales descritos en un libro que nos invita a mirar hacia las regiones de un país que aún no terminamos de conocer, y en el que día a día aumentan las amenazas a esa diversidad ambiental y cultural que tanto nos enorgullece.

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