Nairobi, junio de 2024. Los impactos ambientales de la guerra en Gaza no tienen precedentes, según una evaluación preliminar publicada hoy por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), exponiendo a la comunidad a una contaminación del suelo, el agua y el aire en rápido aumento y a riesgos de daños irreversibles en sus ecosistemas naturales. El PNUMA reitera el llamamiento a un alto el fuego inmediato para proteger vidas y, en última instancia, ayudar a mitigar los impactos medioambientales del conflicto.

«La población de Gaza no solamente tiene que hacer frente a un sufrimiento incalculable a causa de la guerra en curso, sino que los daños ambientales significativos y crecientes en Gaza corren el riesgo de encerrar a su población en una dolorosa y larga recuperación. Aunque quedan muchos interrogantes sobre el tipo y la cantidad exactos de contaminantes que afectan al medio ambiente en Gaza, la población ya vive hoy con las consecuencias de los daños relacionados con el conflicto en los sistemas de gestión medioambiental y la contaminación. El agua y el saneamiento se han colapsado. Las infraestructuras críticas siguen diezmadas. Las zonas costeras, el suelo y los ecosistemas se han visto gravemente afectados. Todo ello está perjudicando profundamente la salud de las personas, la seguridad alimentaria y la capacidad de recuperación de Gaza», declaró Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA.

«Necesitamos urgentemente un alto el fuego para salvar vidas y restaurar el medio ambiente, para que los palestinos puedan empezar a recuperarse del conflicto y reconstruir sus vidas y medios de subsistencia en Gaza».

Durante décadas, el medio ambiente de Gaza se enfrentó a la degradación y la presión sobre sus ecosistemas, consecuencia de los conflictos recurrentes, la rápida urbanización, la alta densidad de población, las condiciones políticas y la vulnerabilidad de la región al cambio climático.

La evaluación preliminar constata:

  • El conflicto deshace avances recientes, aunque limitados, en los sistemas de gestión medioambiental de Gaza, como el desarrollo de instalaciones de desalinización de agua y tratamiento de aguas residuales, el rápido crecimiento de la energía solar y las inversiones en la restauración del humedal costero de Wadi Gaza.
  • Se calcula que el conflicto ha generado 39 millones de toneladas de escombros: por cada metro cuadrado de la Franja de Gaza hay ahora más de 107 kg de escombros. Esta cantidad es más de cinco veces superior a la generada por el conflicto de 2017 en Mosul (Irak). Los escombros plantean riesgos para la salud humana y el medio ambiente, por el polvo y la contaminación con artefactos explosivos sin detonar, amianto, residuos industriales y médicos y otras sustancias peligrosas. Los restos humanos enterrados bajo los escombros deben tratarse con sensibilidad y de forma adecuada. La limpieza de los escombros será una tarea masiva y compleja, que debe comenzar lo antes posible para permitir que se lleven a cabo otros tipos de recuperación y reconstrucción.
  • Los sistemas de abastecimiento de agua, saneamiento e higiene están casi totalmente destruidos. Las cinco plantas de tratamiento de aguas residuales de Gaza han cerrado, y las aguas residuales contaminan las playas, las aguas costeras, el suelo y el agua dulce con multitud de patógenos, nutrientes, microplásticos y sustancias químicas peligrosas. Esto supone una amenaza inmediata y a largo plazo para la salud de los gazatíes, la vida marina y las tierras de cultivo.
  • El sistema de gestión de residuos sólidos está gravemente dañado. Cinco de las seis instalaciones de gestión de residuos sólidos de Gaza están dañadas. En noviembre de 2023, se acumulaban diariamente 1.200 toneladas de basura alrededor de los campamentos y refugios. La escasez de gas para cocinar ha obligado a las familias a quemar madera, plástico y residuos en su lugar, poniendo en peligro sobre todo a mujeres y niños. Es probable que esto, unido a los incendios y a la quema de combustibles, haya reducido drásticamente la calidad del aire de Gaza, aunque no se dispone de datos de fuente abierta sobre la calidad del aire en Gaza.
  • En las zonas densamente pobladas de Gaza se han desplegado municiones que contienen metales pesados y sustancias químicas explosivas, contaminando el suelo y las fuentes de agua, y suponiendo un riesgo para la salud humana que persistirá mucho tiempo después del cese de las hostilidades. La munición sin detonar supone un riesgo especialmente grave para los niños.
  • Se prevé que la destrucción de paneles solares deje escapar plomo y otros metales pesados, lo que supondrá un nuevo tipo de riesgo para el suelo y el agua de Gaza.
  • El sistema de túneles de Hamás y los esfuerzos de Israel por destruirlos pueden contribuir aún más al daño medioambiental. En función de las normas de construcción de los túneles y del grado de bombeo de agua en su interior, la evaluación preliminar advierte de riesgos a largo plazo para la salud humana por la contaminación de las aguas subterráneas y para los edificios construidos sobre superficies de tierra potencialmente inestables.

Limitada por la situación de seguridad y las restricciones de acceso, la evaluación preliminar se basa en evaluaciones de teledetección, datos de entidades técnicas palestinas, consultas con socios multilaterales, material inédito de la actividad de la ONU sobre el terreno y bibliografía científica.

Los autores concluyen que resolver los problemas medioambientales inmediatos y crónicos de Gaza es fundamental para la salud de su población y debe integrarse en los planes de recuperación y reconstrucción.  Un análisis medioambiental, que incluya la evaluación de la contaminación por municiones y otros tipos de contaminación relacionada con el conflicto, debe ser parte integrante de la planificación de la recuperación y la reconstrucción. La reconstrucción de Gaza también debe abordar los problemas medioambientales crónicos que existían antes de la guerra.

Tan pronto como las condiciones de seguridad lo permitan y se permita el acceso, el PNUMA espera llevar a cabo una evaluación sobre el terreno del alcance y el tipo de degradación medioambiental. Las opciones de remediación se desarrollarán en consulta con la comunidad de investigadores científicos de Gaza, los profesionales de los sectores público y privado y la sociedad civil, incluidas las mujeres y los jóvenes.

Esta Evaluación Preliminar responde a una solicitud oficial del Estado de Palestina en diciembre de 2023. El PNUMA tiene el mandato de ayudar a los países que lo soliciten a mitigar y controlar la contaminación en zonas afectadas por conflictos armados o terrorismo. De conformidad con los mandatos de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), incluidas las Resoluciones 2/153/1 y 6/12.

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