Durante décadas, la actual laguna de Guatavita ha cautivado a los geólogos por su paisaje, que incluye desde cráteres volcánicos producidos por erupciones de antiguos volcanes, pasando por impactos de asteroides con la superficie terrestres, hasta colapsos de enormes estructuras subterráneas hechas de sal. Su particular forma circular en medio del altiplano cundiboyacense, caracterizada por estar rodeada de altas montañas y espesa vegetación, ha convertido a esta laguna en un objetivo no solo turístico, sino también científico.

David Tovar Rodríguez

Geólogo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), magíster en Geología de la Universidad de Minnesota, codirector del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la UNAL

La laguna de Guatavita, ubicada a escasa hora y media en carro desde Bogotá –y que curiosamente no pertenece al municipio de Guatavita sino a su vecino Sesquilé–, fue un lugar muy importante para los muiscas, quienes practicaban allí sus rituales religiosos y otros actos que culturalmente están muy arraigados a esta comunidad indígena. Tal vez el más popular sea el relacionado con la Investidura del Cacique, cuyo ritual se caracterizaba, entre otras cosas, por arrojar piezas de oro a la laguna, dando paso así a la mundialmente famosa leyenda de El Dorado.

Desde el punto de vista geológico Guatavita ha cautivado a la comunidad científica, ya que la amplia morfología de sus lagos ofrece pistas sobre las relaciones entre estas estructuras y sus ambientes terrestres y los organismos acuáticos que habitan allí. Su geometría circular, rasgo típico de la laguna, ha llevado a plantear varias hipótesis asociadas con sus procesos de su formación hace cientos de miles de años.

Una de las primeras opciones en la baraja de los geólogos locales e internacionales se relacionaba con la presencia de un volcán. Como actualmente en Colombia la actividad volcánica está restringida a la cordillera Central, la falta de evidencia relacionada con rocas volcánicas o material piroclástico (material solido expulsado por los volcanes en periodos de erupción) hizo que los científicos descartaran esta hipótesis y centraran sus esfuerzos en evaluar otras posibilidades.

Otra opción sugería una posible relación con procesos glaciares: una gran extensión de la Sabana cundiboyacense estuvo cubierta por hielo y su máximo avance se dio hasta los 3.000msnm. Considerando que la laguna se encuentra a poco menos de 3.200 msnm, esta estaría en el borde periglaciar, y por lo tanto un origen de la laguna asociado con este tipo de procesos queda descartado.

Una de las hipótesis que más llama la atención es el impacto de un asteroide. La forma característica de la laguna de Guatavita haría pensar que esta se trata de un “cráter de impacto” producido por un cuerpo procedente del cinturón de asteroides, similar a lo ocurrido en el actual estado de Arizona (Estados Unidos), en donde se identificó plenamente una estructura de impacto, producto del choque de un asteroide metálico con la superficie de la Tierra hace unos 50.000 años. Sin embargo, la evidencia litológica (relacionada con los tipos de rocas que están sometidas a muy altas presiones y temperaturas producto del impacto) no se halló en la estructura ni en los alrededores.

A mediados del siglo XX diferentes equipos de científicos realizaron varias salidas de campo a la zona y tampoco reportaron características típicas como cuarzos altamente fracturados o minerales polimórficos de cuarzo (minerales que mantienen su composición química, pero varían su estructura cristalina), lo que significa que no encontraron ninguna evidencia relacionada con este proceso geológico.

Los trabajos más recientes, publicados en revistas científicas nacionales, apuntan a explicar la formación de tan interesante estructura geológica acudiendo a un proceso geológico que es común en la zona: el diapiro salino, caracterizado por la presencia de cuerpos de sal de gran volumen que –debido a su relativa baja densidad respecto a la roca que la circunda–tienden a ascender y formar domos. En ocasiones, cuando el ascenso de estos cuerpos es muy rápido, los domos salinos tienden a colapsar en las partes más cercanas a la superficie, dando paso así a colapsos de domo (similar a una abolladura) que resultan en estructuras similares a las observadas en la laguna de Guatavita.

Este interesante caso de estudio en geología muestra la importancia del trabajo de las múltiples hipótesis mencionado por GK Gilbert y TC Chamberlin, quienes en sus publicaciones del final del siglo XIX tomaron como referencia la formación de los Grandes Lagos en la frontera entre Canadá y Estados Unidos.

Los procesos asociados con la formación de estructuras geológicas pueden ser muchos, y aunque a primera vista parezcan estar relacionadas con un proceso particular, la minuciosa evaluación de evidencia, además del planteamiento de varias hipótesis que puedan ser corroboradas o descartadas, constituyen una forma de trabajo en ciencias que debe ser habitual, garantizando así un trabajo integral basado en el método científico.

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