Bogotá D. C., jul. 30 de 2015 – Agencia de Noticias UN- De las 495 variedades de maíces criollos identificadas en el país, el 50 %, es decir 247, se encuentran amenazadas, especialmente por la proliferación de los cultivos transgénicos.
El hecho de que Colombia en las últimas dos décadas haya pasado de autosuficiente a dependiente en este cultivo, es una de las causas de la problemática que afrontan los maíces nativos. Para el 2010 se importaron más de 9,5 millones de toneladas de alimentos, de los cuales 3,5 millones fueron maíz.
Según los resultados del proyecto “Diagnóstico Nacional de Maíces Criollos”, que adelanta desde 2008 el grupo de investigación Agricultura, Ambiente y Sociedad de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U.N. y la Corporación Custodios de Semillas, de las 495 variedades de maíz reportadas, solo se pudo tener información de la abundancia de 287.
Así, se encontró que 86 variedades son abundantes (el 21 %), 160 son escasas (el 40 %) y 48 están perdidas (el 10 %). Además, no se reporta el estado de 115 variedades (el 29 %).
En Colombia, explica Diego Mauricio Chiguachi Salazar, ingeniero agrónomo de la U.N. e integrante del proyecto, seis de las once zonas estudiadas presentan una erosión severa de maíces criollos. “Es decir, que la sumatoria de los porcentajes de las variedades reportadas como escasas, más los materiales perdidos, suman más del 50 % del total de la diversidad en cada una de las regiones”.
En orden de afectación estas zonas son: corredor oriental del Galeras en Nariño (77,41 %), norte y centro del Valle del Cauca (66,67 %), Eje Cafetero (64,37 %), región pacífica (63,16 %), Orinoquia (59,26 %) y Tolima y Huila (55,56 %).
En cuatro de estas seis zonas existen siembras de maíz transgénico que juntas suman 2.579 hectáreas, es decir 66,32 % del área sembrada con maíces transgénicos en el país.
De dicha cantidad, agrega Chiguachi, se importaron 3,2 millones de toneladas de maíz amarillo y 108.942 toneladas maíz blanco, esto corresponde al 84 % del consumo nacional, según el diagnóstico realizado.
Los pequeños agricultores actualmente aportan el 72,6 % del área total de maíz cultivado y el 50 % de la producción nacional, especialmente destinada para el consumo humano.
Incremento en cultivo de transgénicos
El segundo problema encontrado dentro del ya mencionado proyecto de investigación se relaciona con los cultivos transgénicos. A través de una serie de derechos de petición realizados al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), se establecieron las coordenadas de dichos cultivos y en 2010 se diseñó un mapa que revela su ubicación.
El estudio señala que en 2007 el ICA otorgó autorizaciones de siembra comercial de cultivos transgénicos de algodón Bt y el algodón RR de Monsanto. Luego, en 2006, la tecnología conjunta de ambos tipo de algodón fue aprobada. Finalmente, en 2007 el ICA aprobó las siembras de tres variedades de maíz transgénico (variedades Bt, RR, y tecnología conjunta Bt y tolerante a herbicidas), y posteriormente se aprobó la siembra de otros seis tipos de maíz GM (genéticamente modificados) de las empresas Monsanto, Dupont y Syngenta.
El área sembrada de maíz transgénico, luego de que su siembra fuera autorizada en el año 2007, ha aumentado de 6.000 hectáreas a 75.046 hectáreas en 2012.
“Cuando un maíz transgénico poliniza un maíz criollo la espiga se deforma. De una mazorca generalmente sale un penacho, con unos pelitos. Cuando un maíz se cruza, en vez de salirle esos pelitos, sale una hoja. Después de la hoja, nace una espiga, y luego empiezan a salir raíces, es decir, se desordena”, destaca el investigador.
El diagnóstico surgió con la campaña Semillas de Identidad en el 2008, después de un trabajo de recuperación de maíces criollos en la región Caribe, ante la necesidad de que las comunidades reconozcan su diversidad de maíces en cada región, y así poder recuperar las variedades que están a punto de perderse y defenderlas de la contaminación con transgénicos.
La conservación del maíz y de estas variedades nativas tiene una estrecha relación con la riqueza heredada de los ancestros zenúes, wayuu, koguis, muiscas, nasas, misak y pastas, entre otros, a lo largo de 900 generaciones.