Por Marta Montojo.
Madrid, 28 ago (EFE).- El resultado de las elecciones presidenciales de noviembre de este año en Estados Unidos será “vital” para la diplomacia climática, advierten los especialistas en las negociaciones internacionales del clima, quienes recalcan que los comicios estadounidenses supondrán “la dura elección entre continuar por el camino del Inflation Reduction Act (IRA) y hacerse competitivo y un actor importante en las cadenas de suministro de energía limpia que estructurarán la base industrial de ese nuevo orden energético, o encerrarse en su pasado de combustibles fósiles”.
Así lo planteó en un encuentro online Bentley Allan, profesor asociado de Ciencias Políticas en Johns Hopkins, quién conversó junto a la francesa Laurence Tubiana, directora de la European Climate Foundation (ECF) y una de las arquitectas del Acuerdo de París; y a Frances Colon, experta en diplomacia climática en el Center for American Progress.
Estos analistas siguen de cerca las propuestas en materia climática de los candidatos principales a las elecciones estadounidenses: la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, y coinciden en que el tándem Harris-Walz ofrece herramientas para que el país norteamericano siga en la senda de la descarbonizción, mientras que rechazan los retrocesos climáticos anunciados por la línea conservadora de Trump-Vance.
El Proyecto 2025, la propuesta que ha elaborado el grupo conservador The Heritage Foundation para guiar un potencial segundo mandato de Trump, aboga por desmantelar las políticas climáticas de la legislatura de Joe Biden. El manifiesto, de cerca de 900 páginas, aspira a encaminar el Gobierno de Trump y a alejarlo de las políticas climáticas, contra las que también ha cargado el propio Trump en sus intervenciones públicas. Hacer caso a estas sugerencias implicaría “una abdicación del liderazgo climático de EEUU en la escena mundial, en el foro multilateral”, aseguró Colon a los periodistas.
El documento “contiene elementos muy específicos sobre cómo nos retiraríamos de la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), sobre cómo se desharían por completo muchos de los programas de EEUU que han permitido la asistencia al cambio climático en todo el mundo para las transiciones de aire limpio a través de USAID y otras agencias”, resumió la experta.
En su legislatura (2016-2020), Trump retrocedió en más de 100 normativas medioambientales aprobadas con Barack Obama en la Casa Blanca, retiró a EEUU del Acuerdo de París y colocó a negacionistas como Scott Pruitt al frente de organizaciones tan importantes en materia climática como es la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Políticas climáticas de los demócratas
Los expertos confían en el binomio Harris-Walz y en sus promesas de incrementar las inversiones en energías limpias, una línea que ya inició la administración de Biden (con Harris como vicepresidenta), con el IRA como su paquete climático estrella.
“El IRA fue una intervención tardía pero necesaria en un orden geopolítico mundial cambiante hacia un nuevo sistema energético que se basa realmente en energías renovables baratas que desplazan a los combustibles fósiles. Y creo que esa transición se producirá independientemente de los acontecimientos y de los países en los próximos 20 o 30 años”, dijo Bentley Allan. “Pero cada país se enfrenta a una elección realmente difícil: ¿quiere ser líder en esa transición y asegurarse así una posición geopolítica más fuerte en ese nuevo orden, o quiere ser un rezagado y debilitarse?”
En el segundo aniversario de la adopción de este paquete de medidas, que incluye incentivos fiscales y subsidios para el despliegue de tecnologías renovables en el país, este experto sostiene que, “aunque hay muchas lecciones críticas que aprender, ha sido un gran éxito”.
“El Inflation Reduction Act ya ha catalizado 213.000 millones de inversión en la fabricación de cadenas de suministro de energía limpia, lo que incluye proyectos en las cadenas de suministro de energía solar, baterías, energía eólica, electrolizadores e hidrógeno”, agregó, y destacó también su impacto global, impulsando a países como Australia, Canadá o Corea a adoptar políticas similares con las que acelerar sus transiciones energéticas.
Allan no cree que el IRA en sí corra peligro. Incluso si Trump se instala de nuevo en la Casa Blanca, «es poco probable que se invierta», dijo el experto, y se remitió a una carta enviada al portavoz republicano Mike Johnson el pasado 6 de agosto, en la que 18 representantes republicanos del parlamento estadounidense se pronunciaron “muy claramente” en defensa de los créditos fiscales a tecnologías de energía (eso sí, tanto limpias como sucias).
El riesgo que destaca este especialista es que “aún queda mucho por hacer” y correcciones que aplicar –pues esos créditos fiscales, por ejemplo, también están apoyando al sector de los combustibles fósiles– y, con o sin esas ayudas, “la industria del petróleo y el gas de EEUU ha experimentado un auge y ha convertido a EEUU en el mayor productor de petróleo del mundo”, algo que ha socavado el liderazgo climático de Washington, lamentó Allan.
Mientras el equipo de Trump “no va a impulsar más la política industrial de energía limpia”, Harris sí se ha posicionado a favor de la continuidad del IRA. De hecho, el equipo económico de la candidata demócrata incluye a asesores como Brian Deese o Mike Pyle, que trabajaron en el diseño de esta política industrial nacional y global para descarbonizar las cadenas de suministro energético.
Diplomacia climática
2025 va a ser un año importante para la diplomacia climática, pues en la cumbre del clima de la ONU que se prevé celebrar a finales de ese año en Brasil (COP30), los países deberán presentar sus compromisos de reducción de emisiones determinados a nivel nacional (NDCs) e incrementar el compromiso de esos planes con los que cada estado planea descarbonizar sus economías a fin de lograr los objetivos de contención del calentamiento global.
Así, el resultado en las urnas estadounidenses será «vital», aseveró Laurence Tubiana, sobre todo en lo que respecta a la posición en el tablero multilateral de EEUU, el mayor responsable histórico de las emisiones de gases de efecto invernadero, que provocan el aumento de temperatura global y desestabilizan el sistema climático del planeta.
«Tengo entendido que al gobierno actual le gustaría incluso presentar algunas cifras antes de la fecha prevista [finales de 2025], y una reducción del 65 % en comparación con los niveles de 2005, para 2035, podría enviar la señal correcta», señaló Tubiana.
Con todo, dada la incertidumbre que reina actualmente sobre quién saldrá ganador (o ganadora) en noviembre, y qué equipo dirigirá por tanto los esfuerzos o retrocesos climáticos en los próximos cuatro años, algunos expertos auguran que Washington podrá llevar un perfil bajo en la cumbre del clima de la ONU (COP29) que acogerá la capital azerí unos días después de las elecciones.
Ante la posible sensación de impotencia que este futuro incierto puede generar en la población, Tubiana opina que «deberíamos organizarnos para no tener un sentimiento de que no podemos decidir nada». EFEverde