Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han demostrado la eficacia de los sistemas de tratamiento de aguas residuales basados en humedales para eliminar antibióticos y evitar que lleguen al medio, lo que los sitúa como grandes aliados para luchar contra unas bacterias cada vez más resistentes.

En España, el año pasado murieron más de 23.000 personas por bacterias multirresistentes o panresistentes (resisten a muchos o todos los antibióticos existentes), cifra 20 veces superior a la de fallecidos en accidente de tráfico, según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

A nivel mundial, informes citados por la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertan de que si no se toman medidas, para 2050 morirán unos 10 millones de personas al año por resistencia a los antibióticos, el equivalente a todas las muertes por cáncer en 2020, lo que la sitúa como el mayor problema de salud del planeta.

Esto se debe a que la extraordinaria capacidad de las bacterias a adaptarse a cualquier ecosistema, unido a que tras 40 años de uso «exitoso» de antibióticos llevamos 30 años sin que se haya descubierto ninguno nuevo, han hecho que hayan acostumbrado a vivir entre ellos.

La causa principal, el uso inadecuado y sin apenas restricciones de los antibióticos tanto en humanos como en animales y plantas que acaban, además, llegando al medio ambiente.

Eliminan hasta el 88 %

Ahora, investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del CSIC y del Karlsruhe Institute of Technology (KIT) han constado que soluciones basadas en la naturaleza, como los humedales artificiales, son más eficaces que las tecnologías convencionales para eliminar antibióticos y genes de resistencia antimicrobiana de las aguas residuales.

Según el estudio, publicado en la revista Water Research y que ha evaluado a escala real, en el río Besós y en Can Cabanyes (Barcelona) los humedales construidos de flujo superficial eliminan de promedio un 88 % de los antibióticos presentes, y los de flujo subsuperficial horizontal un 69 %.

Estas tasas superan «significativamente» a las de tecnologías convencionales que combinan filtración con arenas, la desinfección por luz ultravioleta (UV) y cloración, que eliminan entre el 36 y el 39 %.

Con respecto a los genes de resistencia a los antibióticos, los sistemas de depuración convencionales ya ofrecían una reducción del 99 %, sin embargo, los humedales han demostrado la capacidad de eliminar hasta el 99,9 % en ambos ciclos estacionales evaluados (verano e invierno).

Disminuyen el impacto toxicológico hasta un 70 %

El estudio también ha puesto de manifiesto que estas soluciones naturales también disminuyen el riesgo de impacto toxicológico en los ecosistemas en un promedio del 70 %, frente al escaso 6 % alcanzado por las tecnologías convencionales.

«Estos hallazgos revelan un avance prometedor en la protección del medio ambiente y la salud pública», según Víctor Matamoros, investigador del IDAEA y autor principal del estudio.

Los resultado subrayan la importancia de implementar tecnologías de tratamiento más sostenibles en el sector de aguas residuales, ya que contribuyen a minimizar el vertido de antibióticos y genes de resistencia antibiótica en las masas de agua superficiales, protegiendo a los ecosistemas acuáticos y combatiendo la creciente amenaza de la resistencia de las bacterias a los antibióticos, ha apuntado.

Trece antibióticos, presentes en todas las muestras

De los 22 antibióticos analizados, 13 fueron detectados en todas las muestras de agua, con concentraciones que oscilaban entre 2 y 1.200 ng/L.

La azitromicina, usada para tratar infecciones de vías respiratorias superiores o de órganos reproductivos, y el sulfametoxazol, empleado en combinación con el trimetoprim para tratar infecciones del tracto urinario, fueron los más abundantes.

«Estos datos coinciden con el uso extensivo de estos antibióticos y su baja eliminación en las estaciones depuradoras de aguas residuales», ha advertido el investigador del IDAEA Edward Jair Pastor.

El estudio también evidencia que el uso de estos humedales cambia positivamente el perfil del agua, aumentando su calidad, ya que genera una microbiota más alineada con los ecosistemas naturales y, por consiguiente, reduciendo el impacto en ríos y rieras.

Sin embargo, las tecnologías convencionales no muestran diferencias sustanciales en la composición de las comunidades microbiológicas afectadas por las aguas residuales.

«Los humedales, por lo tanto, no son solo eficaces, sino esenciales para las futuras estrategias de gestión de las aguas residuales», concluyen.

Life Renaturwat

Este estudio está en línea con los resultados que está obteniendo el proyecto cofinanciado con fondos europeos Life Renaturwat, que está testando como la aplicación de lodos procedentes de potabilizadoras en la depuración de aguas residuales urbanas con humedales artificiales permite mejorar su calidad y eliminar contaminantes.

El objetivo es comprobar la viabilidad de este sistema para eliminar del agua contaminantes emergentes, como medicamentos o pesticidas, y nutrientes, como el nitrógeno amoniacal o el fósforo, cuyo exceso provoca la proliferación de algas o eutrofización.

Estas algas y los organismos que las acompañan consumen el oxígeno disuelto en el agua, haciendo prácticamente imposible la existencia de otras formas de vida y generando así una gran pérdida de biodiversidad.

Según los investigadores de Renaturwat, que desarrollan su trabajo en la localidad de Carrícola y la urbanización Los Monasterior (ambas en Valencia), los primeros resultados indican una retención muy eficiente de fósforo, con reducciones de hasta un 80 %, en los humedales de flujo vertical y cuyo material filtrante es el fango deshidratado.

Además, se reducen significativamente otros contaminantes, como pueden ser las bacterias fecales como Escherichia coli, cuyo valor disminuye de 1525 a 250 NMP/100 mL en Los Monasterios y de 2104 a 305 NMP/100 mL en Carrícola. EFEverde

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