Agencia de Noticias UN- Entre 2005 y 2010, Colombia perdió un promedio de 238.361 hectáreas de bosque natural por año, equivalentes a un poco más de la tercera parte de la extensión de Caldas.
Estos datos del Programa de Monitoreo y Seguimiento de los Bosques, del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), demuestran la magnitud de esta problemática que afecta a toda la población.
Sin embargo, Esteban Álvarez Dávila, ingeniero forestal de la Sede Medellín y coordinador de la Red de Monitoreo del Bosque en Colombia, considera que no basta con divulgar estas cifras y que se necesita cambiar el enfoque para buscar una mayor protección de estos ecosistemas.
“El discurso de conservación de los bosques siempre ha estado ligado a argumentos como el de la conservación de la biodiversidad, pero esto no convence a los políticos ni a los industriales ni a los dueños del mundo, entonces se ha empezado a hacer investigación para demostrar que el agua, tanto en cantidad como en calidad, depende de que los bosques permanezcan en pie”, aseguró.
Este planteamiento lo formuló durante la conferencia magistral que cerró la primera jornada del VIII Congreso Colombiano de Botánica, que se realiza en la Universidad de Caldas. En esta charla añadió que la idea es darle valor a los servicios que prestan los bosques, porque dentro del modelo de desarrollo, los árboles en pie no valen nada, ya que no están dentro de la economía de mercado.
“El problema actual es que los bosques tropicales están perdiendo una tasa anual de 10 millones de hectáreas. En Colombia se calculan unas 200.000 hectáreas por año y hay departamentos con altas tasas de deforestación, como por ejemplo Antioquia, que paradójicamente siendo el departamento con mejores corporaciones y mayor conciencia, sigue tumbando sus bosques a una tasa de 30.000 hectáreas por año”, señaló.
El ingeniero Álvarez Dávila, quien trabaja en el Jardín Botánico de Medellín sostiene que la principal amenaza a los bosques son las actividades humanas en general, porque durante mucho tiempo los árboles se han visto como un impedimento para el progreso humano en muchas sociedades. Lo que al principio permitió abrir tierras para cultivo está transformando el clima planetario.
“La actividad que más atenta contra los bosques es la ganadería. Sin embargo, otras que no se creía que podrían ser críticas, como el cambio climático, están generando graves daños, como en la Amazonia, donde se han presentado en los últimos 10 años unas sequías anómalas, que en un año pueden llegar a matar mil millones de árboles”, reveló.
Ante esta tragedia ambiental, surge la importancia de monitorear los bosques para tener un registro detallado de la deforestación y hacerle seguimiento, actividad que se ha visto favorecida por avances tecnológicos como las imágenes satelitales y aéreas, que cada vez están más disponibles para los investigadores.
“En el terreno uno tiene que establecer áreas delimitadas dentro del bosque, en las cuales se marcan los árboles de manera permanente para a cada uno abrirle una hoja de vida que permite, durante muchos años, ver cuál es su ciclo vital, crecimiento, reproducción. Esta información nos ayuda a calcular el almacenamiento de carbono y su contribución a la estabilidad climática y el ciclo del agua”, indicó.
Por el momento, cada vez hay más voces que piden un mayor control a la deforestación, y es por eso que el año pasado en la sede de la ONU, cerca de 100 países, entre ellos Colombia, firmaron un compromiso de reducir a la mitad la pérdida de bosques en 2020 y a detenerla totalmente en 2030.