Las impactantes imágenes de la inundación ocurrida el pasado 6 de noviembre en la Autopista Norte de Bogotá nos recuerdan que el agua se abre paso a través del humedal Torca-Guaymaral, y, al igual que otros eventos climáticos, nos muestran que las ciudades se deben adaptar a fenómenos extremos, no solo con infraestructura, sino también con conservación de la naturaleza.

Pedro Andrés Héndez Puerto | Arquitecto y magíster en Construcción de la UNAL

El humedal Torca-Guaymaral fue atravesado hace más de 70 años por la construcción de la salida norte de Bogotá. Foto: archivo Unimedios.El humedal Torca-Guaymaral fue atravesado hace más de 70 años por la construcción de la salida norte de Bogotá. Foto: archivo Unimedios.

Las impactantes imágenes de la inundación ocurrida el pasado 6 de noviembre en la Autopista Norte de Bogotá nos recuerdan que el agua se abre paso a través del humedal Torca-Guaymaral, y, al igual que otros eventos climáticos, nos muestran que las ciudades se deben adaptar a fenómenos extremos, no solo con infraestructura, sino también con conservación de la naturaleza.

La interferencia hídrica generada por la construcción de la Autopista Norte —que conecta a Bogotá con Chía– viene desde hace 70 años (década de 1950), cuando no existían las licencias ambientales ni las normas para la protección de los humedales, dos normativas que ahora han frenado su ampliación –propuesta por la insuficiencia para la demanda capitalina– porque la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) archivó la solicitud de licencia ambiental para las obras, lo que muestra que las propuestas no fueron suficientes para proteger el área sobre la que se edificó.

Su reciente inundación por fuertes lluvias evidencia que el proceso de adaptación de ciudades y regiones al cambio climático en los espacios de encuentro entre el sistema vial y el hídrico obliga a establecer relaciones inéditas entre estos dos sistemas.

Este fenómeno no es nuevo ni exclusivo del país: Valencia (España) afrontó recientemente una emergencia causada por un aumento en los fenómenos climáticos, que mostró además que la infraestructura no es suficiente. En Colombia, por ejemplo, se declaró la situación de desastre por aumentos en la vulnerabilidad por lluvias desde el pasado 10 de noviembre.

Relación e interferencia entre infraestructura y cuerpos de agua

La infraestructura es necesaria para conectar las ciudades y las regiones superando las dificultades que interpone la geografía, como poder cruzar los ríos, pero esto antepone retos como el manejo del agua para garantizar la durabilidad de las obras, porque si no se hace bien puede generar colapso por socavación de las cimentaciones y fallas en los taludes.

Desde hace casi una década (2015) la Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá había identificado polígonos que requerían medidas de protección para los sectores inundables; además señaló la necesidad de aumentar el área de protección del humedal Torca-Guaymaral –ya que las zonas aledañas han sido adecuadas para expansión urbana– y de restaurar la conexión con el río Bogotá en el Plan de Ordenamiento Territorial POT (2013) porque los cauces de las quebradas y las estructuras hidráulicas para cruce de vías no cuentan con capacidad para eventos de alta precipitación por las intervenciones que se han realizado.

Según el Plan de Manejo Ambiental (2022) los espejos de agua –que forman parte de las zonas de inundación– se han reducido en sectores de mayor depósito de sedimentos por cuenta de actividades agropecuarias que utilizan fertilizantes llevando más nutrientes a las aguas, lo que hace que las coberturas vegetales aumenten. Por ello es necesario mantener las condiciones naturales de los humedales y proteger su fauna y su flora.

Pero no se trata solo de construcciones. El reciente caso de Valencia (España) mostró que ni siquiera las grandes obras de infraestructura logran evitar los daños si no se mantienen los cursos naturales del agua y sus espacios de ronda máximos. El canal que desvió el río Turia no logró albergar la cantidad de agua y los puentes que cruzan generaron represamientos, desbordamientos y colapso de puentes.

Los impactos incluyen desafortunadas fatalidades y lesiones, dificultad temporal de acceso a servicios básicos, alimentos, salud y transporte, por colapso e inundación de infraestructuras y edificaciones, ya sea en sus cimentaciones, estructuras o cubiertas.

Inundación en la Autopista Norte de Bogotá ocurrida el 6 de noviembre de 2024 por lluvias que desbordaron el humedal. Foto: Bomberos de Bogotá.Inundación en la Autopista Norte de Bogotá ocurrida el 6 de noviembre de 2024 por lluvias que desbordaron el humedal. Foto: Bomberos de Bogotá.

Más que ahondar en las crecientes cifras de daños y víctimas sobre las cuales se suele centrar la atención inmediata, un enfoque que puede ayudar a avanzar es el de identificar las relaciones entre eventos que aunque parecen no estar conectados sí revelan paradigmas arquitectónicos que están cambiando y acciones que se deben coordinarse. Estos problemas están relacionados con:

– Desvío del curso natural del agua.

– Obras de infraestructura que interfieren en los cauces naturales.

– Reducción del área que el agua ocupaba originalmente en áreas urbanas rurales.

– Aumento de las lluvias que generan caudales repentinos mayores a los usuales.

– Cimentaciones, bases de puentes o rellenos que reducen el espacio por el cual puede atravesar el agua en momento extremo de crecimiento y lluvias intensas aguas arriba.

Desde siempre las ciudades y cualquier asentamiento humano han requerido del agua para establecerse y existir, pero también debe ser cuidadoso con su manejo. Por eso es importante pensar en alternativas y algunas acciones que se deben incorporar para gestionar esta interacción histórica y permanente entre agua y ciudades a partir de la infraestructura; la planeación y el ordenamiento territorial; y el diseño de regiones, ciudades, puentes, calles, parques y edificaciones.

Soluciones desde la planeación y el ordenamiento territorial

Según la forma de las ciudades y las regiones a las que pertenecen es necesario mantener un equilibrio entre las áreas urbanas y aquellas ocupadas por reservas forestales y agricultura, con acciones como:

– Dejar libres de zonas urbanas los espacios naturales del agua, nacimientos y zonas de recarga de acuíferos.

– Liberar el área necesaria para el crecimiento de los cursos de agua con el aumento de las rondas con acciones de conservación.

– Recuperar espacios de agua que habían sido ocupados y cursos que fueron desviados.

– Recuperar la capacidad de infiltración de los suelos urbanos permeando superficies e incluyendo zonas verdes.

– Limitar la extensión de las áreas que pueden ser urbanizadas para evitar el aumento de la temperatura por islas de calor producidas por la acumulación de infraestructuras y pocas zonas verdes, que hacen que la temperatura pueda ser hasta 3oC más elevada que en sectores rurales.

– Mantener las áreas que rodean a las ciudades con actividades como agricultura y reservas forestales.

– Conservar, mantener y recuperar pequeños ríos y quebradas urbanas y rurales que alimentan los grandes ríos, ya que los esfuerzos en la gestión suelen centrarse en los cuerpos de agua más grandes.

– Visibilizar la pertenencia de cada pequeño cuerpo de agua a un sistema de ríos o a una cuenca más grande porque la suma de aportes hídricos de pequeños cuerpos evita que grandes cantidades de agua lleguen repentinamente a los grandes cuerpos de agua.

Con estas acciones, la presión del agua sobre la infraestructura será la adecuada y natural del terreno, y menor a la que se está teniendo en eventos climáticos extremos; sin embargo también se pueden plantear alternativas a partir de la infraestructura.

Alternativas en el diseño estructural

Cuando la recarga de agua rebasa su capacidad los humedales y cuerpos de agua requieren de zonas aledañas inundables. Foto: Camilo Fonseca Barreto, magíster en Biología de la UNAL.Cuando la recarga de agua rebasa su capacidad los humedales y cuerpos de agua requieren de zonas aledañas inundables. Foto: Camilo Fonseca Barreto, magíster en Biología de la UNAL.

Las obras de infraestructura vial y de transporte, así como la necesaria para la gestión del recurso hídrico y de servicios públicos de energía, acueducto y disposición y tratamiento de agua que sean necesarias deben contemplar aspectos adicionales a los estrictamente funcionales, tales como:

– Respetar los espacios del agua, sus espejos de agua regulares y máximos, sus rondas y áreas de protección, necesarias para amortiguación en altas precipitaciones.

– Permitir el flujo libre del agua a través de los apoyos e incorporar en su diseño la continuidad de flora y fauna, que permite mantener las dinámicas funcionales propias del sistema humedal.

– Evitar la interferencia en el lecho de los ríos con columnas o muros que interrumpen o modifican total o parcialmente el movimiento del agua, flujos biológicos, comportamiento de los sedimentos.

– Contemplar escenarios multitemporales inéditos a futuro y aspectos sociales culturales, paisajísticos y ambientales.

– Incluir alternativas de almacenamiento e infiltración de aguas lluvias en las zonas libres y verdes contiguas a la infraestructura vial, que sirva como reservorio y para la retención de agua para evitar saturación por acumulación repentina de las tuberías canales y ríos en áreas tanto urbanas como rurales en donde también se generan afectaciones.

– Tener alternativas de trazado y de otros modos de transporte. Si una vía colapsa y no hay otra manera de transportar pasajeros o carga se generan problemas de desabastecimiento, por eso es importante que también exista infraestructura férrea, aérea, fluvial y cables, no solo viales.

– Monitorear permanentemente el nivel de los cauces, no solo los principales sino también los más pequeños, para que sirvan como alerta temprana. Informar oportunamente a la población, un aspecto que los habitantes de Valencia reclamaron porque no les permitió tomar medidas a tiempo.

Conclusiones y lecciones aprendidas de casos recientes

Los eventos recientes causados por mayor intensidad y variación de fenómenos climáticos en diferentes partes del mundo evidencian: (i) que el agua reclama el espacio que las ciudades han ocupado en los últimos años con zonas urbanas e infraestructura, (ii) que la complejidad del fenómeno del cambio climático recae sobre la forma de las ciudades, (iii) que existen aspectos que se deben tener en cuenta en las decisiones, y (iv) que las necesidades de infraestructura requieren evaluación de alternativas que incorporen los nuevos y cambiantes requerimientos y desafíos.

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