La esclativud moderna va en aumento
Según las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo forzoso y el matrimonio forzado han aumentado considerablemente en los últimos cinco años. En 2021 había 10 millones más de personas en situación de esclavitud moderna en comparación con 2016, lo que eleva el total a 50 millones en todo el mundo. Las mujeres y los niños siguen siendo desproporcionadamente los más vulnerables.
A pesar de no estar definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado. Hace referencia a situaciones de explotación de las que una persona no puede escapar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder.
La esclavitud moderna se da en casi todos los países del mundo, y traspasa todas líneas étnicas, culturales y religiosas. Más de la mitad (el 52%) de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se encuentran en países de renta media-alta o alta.
La OIT adoptó un nuevo Protocolo legalmente vinculante diseñado para reforzar la lucha contra el trabajo forzoso en todo el mundo, que entró en vigor en noviembre de 2016.
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El trabajo forzoso genera unos 236.000 millones de dólares
El beneficio mundial anual generado por el trabajo forzoso se estima en 236.000 millones de dólares. Esta cantidad representa salarios arrebatados a los trabajadores, lo que afecta especialmente a los que ya tienen dificultades para mantener a sus familias. Para los trabajadores migrantes, significa menos dinero que pueden enviar a casa. Además, los gobiernos pierden ingresos fiscales debido a la naturaleza ilegal de estos beneficios, que también pueden fomentar una mayor explotación, dar más poder a las redes delictivas y socavar el Estado de Derecho.
El informe «Ganancias y pobreza: Aspectos económicos del trabajo forzoso» pretende arrojar luz sobre este tipo de beneficios ilegales. Revela que son alarmantemente elevados y que, además, se han disparado en los últimos diez años, impulsados por un aumento del trabajo forzoso y mayores lucros por víctima.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2021 había 27,6 millones de personas en situación de trabajo forzoso en todo el mundo. De 2016 a 2021, la cifra aumentó en 2,7 millones, sobre todo debido al trabajo forzoso impuesto por el sector privado.
Ninguna región está exenta del problema, siendo Asia y el Pacífico la que registra la cifra más alta (15,1 millones), seguida de Europa y Asia Central (4,1 millones), África (3,8 millones), América (3,6 millones) y los Estados Árabes (0,9 millones). Sin embargo, en términos de prevalencia, el trabajo forzoso es más común en los Estados Árabes (5,3 por mil), seguidos de Europa y Asia Central (4,4), América y Asia y el Pacífico (ambos 3,5) y África (2,9).
La mayor parte del trabajo forzoso ocurre en el sector privado, con un 86% de casos impuestos por agentes privados: el 63% por explotación laboral y el 23% por explotación sexual. El trabajo forzoso impuesto por el Estado representa el 14% restante. Los principales sectores afectados son la industria, los servicios, la agricultura y el trabajo doméstico, que en conjunto representan el 89% de los casos de trabajo forzoso. También hay sectores más pequeños, como la mendicidad forzosa y la participación en actividades ilegales.
Antecedentes
El Día para la Abolición de la Esclavitud fue establecido para concienciar a la opinión pública sobre el flagelo que supone la esclavitud moderna. La fecha del 2 de diciembre fue elegida para conmemorar el aniversario de la Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena, aprobada el 2 de diciembre de 1949.
El día se centra en la erradicación de las formas contemporáneas de esclavitud, como la trata de personas, la explotación sexual, las peores formas de trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento forzoso de niños para su uso en conflictos armados.
Principales formas de esclavitud moderna
La esclavitud ha evolucionado y se ha manifestado de diferentes formas a lo largo de la historia. Hoy en día, algunas formas tradicionales de esclavitud aún persisten en sus formas anteriores, mientras que otras se han transformado en otras nuevas. Los informes preparados por los órganos de las Naciones Unidas y las ONG demuestran la persistencia de las viejas formas de esclavitud que subsisten al amparo de creencias y costumbres tradicionales. Esas formas de esclavitud son el resultado de una discriminación arraigada contra los grupos más vulnerables de la sociedad, como las personas consideradas de casta inferior, las minorías tribales y los pueblos indígenas.
El trabajo forzoso
Junto con formas tradicionales de trabajo forzoso, como el trabajo en condiciones de servidumbre y la servidumbre por deudas, existen en la actualidad formas más contemporáneas como el de los trabajadores migrantes que son víctimas de la trata a fin de ser sometidos a todo tipo de explotación económica en el plano mundial, a saber, el trabajo doméstico desarrollado en condiciones de servidumbre y el trabajo en la industria de la construcción, en la industria alimentaria y del vestido, en el sector agrícola y en la prostitución forzosa.
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Más historias de superación de supervivientes de la esclavitud moderna
El trabajo infantil
Aunque no todo el trabajo infantil se considera una forma de esclavitud moderna, habitualmente está relacionado con ella. La mayoría del trabajo infantil que existe en la actualidad entraña una explotación económica. El artículo 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño, reconoce “el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social”.
Trata
En el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, se define la «trata de personas» como la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluye, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos. El consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional es irrelevante y si la víctima de la trata es un niño, es un crimen aún sin el uso de la fuerza.
un.org