Hace viento en Milán. Un viento fuerte, racheado, que barre las nubes, despliega las banderas. Y hace temblar las redes. ¿Qué tan fuerte es este viento? Sólo hay una forma de medirlo: desafiarlo, intentar ir más rápido. Marcus Thuram acepta la prueba: el balón que lanza en el minuto 92 no sólo hace vibrar la portería de Pepe Reina. Casi lo rompe. El gol 2-0 con el que el Inter venció al Como es la última palabra en un partido nada predecible, pero ganado, ganado bien, con algo de sufrimiento pero también con carácter. El de Carlos Augusto: imperioso de cabeza al marcar el primer gol, monumental en defensa para salvar el posible gol del empate para Como.

Polivalente, Carlos, como todo el Inter, al fin y al cabo. Un partido donde Bastoni ejerció de central, donde las sustituciones dieron importante empuje y energía en la segunda parte. Sommer cerró la puerta de manera extraordinaria en un par de ocasiones, Barella y Mkhitaryan viajaron a gran velocidad. En resumen: todo el Inter dio lo mejor de sí, con las dificultades necesarias provocadas por un equipo agresivo, siempre presionante, capaz de dificultar las salidas de balón y de ser venenoso en ataque. Nada: el Inter guió y controló, aceleró y desperdició demasiadas acciones, faltó precisión en el remate y en las conclusiones y dejó el partido abierto hasta el tiempo añadido.

Luego llegó el huracán Tikus: con el gol a mil millas por hora en la final, una mezcla de técnica y potencia, puso fin al partido, se despidió de San Siro para 2024, regaló una Navidad nerazzurri no sólo a aquellos más de 70 mil de San Siro, sino a toda la familia del Inter. Y el Inter está ahí, 37 puntos tras 16 partidos.

EL PARTIDO
No es fácil este cruce con Como. El equipo de Fábregas cambia de piel, utiliza una defensa de tres, envía a Fadera y Van der Brempt a toda la banda e intenta asfixiar cada rincón del campo. Si el Inter se queda con el balón, Como irá a cazar. Y estropea las jugadas, diluye las reanudaciones, intenta desbaratar los pases y convertirlos en peligros. El Inter, con la línea de tres con Bisseck-Bastoni-Carlos, aguanta el ataque, pero necesita unos minutos para coger ritmo. Mkhitaryan, luego Lautaro: las conclusiones de los nerazzurri comienzan, al final de buenas acciones, a menudo fruto de altas recuperaciones. La mayor oportunidad llega a la media hora: Dumfries envía el balón desde una buena posición. Sobre el final del tiempo fue Dimarco quien disparó al área, con un derechazo controlado por Reina.

La impresión es que el Inter tiene lo necesario para abrirse paso, pero no la precisión en los últimos metros para marcar. Luego, con un tiro libre, el partido finalmente desemboca en el punto muerto: córner de Calhanoglu, corte imperioso de Carlos Augusto. Segundo gol consecutivo del brasileño en la Serie A, mismo gol y mismo gol marcado hace un año en la Copa de Italia ante el Bolonia. El Inter está más relajado, a veces tamborileando. Pero debe tener cuidado de no relajarse. Carlos está a punto y ataja como un campeón en el área, anticipándose a Goldaniga: un gesto que prácticamente vale un segundo gol. Estos son los minutos de sufrimiento, los que rondan el cuarto de hora de la segunda parte. Sommer es genial cuando le dice no a Nico Paz: el Inter sigue adelante y sabe que tiene que dar el golpe de gracia.

Como tiene menos energía, los cambios benefician más al Inter que a los invitados, que todavía están en el juego y posiblemente sean venenosos. San Siro sigue esperando ansiosamente. Canta y trata de entrar en calor, para ahuyentar el frío. El que no siente nada de frío es Marcus Thuram. En el minuto 92, lanza un violento disparo con la derecha hacia la portería y luego se queda sin camiseta ante la afición. Esta es la Navidad nerazzurri.

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