La degradación del Mediterráneo se está acelerando a pasos agigantados por factores como el aumento de la población, el exceso de actividad, la contaminación o el cambio climático, hasta el punto de que el calentamiento previsto para 2100 hace 20 años ahora se cree que pasará antes de 2050, según el último informe de Plan Bleu, que alerta del riesgo de «colapsos locales».
Creado por Francia en 1977, Plan Blue es una pieza clave del Plan de Acción para el Mediterráneo (PAM) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Entre sus atribuciones figura hacer estudios que sirvan de base tanto para responsables de la toma de decisiones como a la sociedad civil en todos los países mediterráneos.
El último, titulado MED 2050, es el tercer informe de prospectiva que realiza y su principal conclusión es que, «salvo cambios importantes, el Mediterráneo estará en una situación mucho más alarmante en 2050 de la que presenta hoy, con una importante transformación de todo el ecosistema marino y una degradación general de las condiciones ecológicas de habitabilidad de todos sus ecosistemas».
Entre las seis escenarios barajados en el informe, el más peligroso es también el más probable, han advertido sus autores, que han afirmado que para evitar que se cumpla hacen falta grandes cambios para lo que sería muy conveniente dotar al Mar Mediterráneo de personalidad jurídica como ha hecho España con el Mar Menor.
Ese escenario, implica que mantener las actuales tendencias o inercias nos llevará a un calentamiento de 2,3 grados en 2050 (frente a los 1,5 previstos), un amento del nivel del mar de unos 40 centímetros y al incremento de la frecuencia y severidad de sequías, inundaciones y olas de calor.
La población en la zona crecerá entre un 20 y un 30 % (de 520 millones a 630-690 millones), con un incremento del 50 % en el este y sur y un estancamiento o descenso en el norte y la tasa de concentración urbana superará el 70 % en todos los países de la región, salvo en Egipto (55 %).
Además, más de la mitad de la población total y de las actividades se concentrarán en ciudades y zonas costeras (frente al 30-40 % en 2020) y casi toda la población de la cuenca sufrirá escasez de agua debido a las sequías.
La tropicalización y transformación estructural del ecosistema marino conllevará la desaparición de el 20 % de las especies autóctonas, la alteración de la ecología del plancton, la proliferación de medusas o la destrucción praderas de coral y posidonia.
No vale «esperar a ver qué pasa»
Esperar a ver qué pasa o políticas basadas en pequeños pasos no son lo que nos permitirá evitar que se cumplan estos pronósticos, han advertido desde Plan Bleu, que consideran que para lograrlo se necesitan soluciones «disruptivas» y advierten de que de mantenerse el escenario previsto habrá «crisis graves y colapsos locales».
Para evitarlo, la prioridad debe ser la adaptación para asegurar la resiliencia de la región, así como poner en marcha medidas para prevenir que en el mar se alcancen puntos de no retorno.
No hacerlo, conllevará migraciones y la marginación económica de la región, según el informe, que concluye que el mejor escenario para la región es el que implica la declaración del Mar Mediterráneo como un «bien común mundial».
Se trataría de movilizar a la comunidad mundial para crear una estructura mitad pública y mitad privada, que gestione el mar y el litoral como un bien común, es decir, gestionar todo el ecosistema (mar + cuencas hidrográficas) como algo común y siguiendo el ciclo del agua, añade el informe, que propone convertir al Mediterráneo en un «laboratorio de soluciones» aplicables en otros lugares del mundo. EFEverde