PALAS DE REI (LUGO), 02/01/2025.- Árboles al amanecer en los bosques de La Ulloa, en Palas de Rei (Lugo). EFE/ Eliseo Trigo

La combinación de cambio climático y abandono rural está cambiando la distribución de ciertas especies de árboles en la Península Ibérica, según una investigación que ha analizado la evolución de 445.000 especies en los últimos 25 años y que concluye que los árboles de hojas finas y raíces poderosas están ganando terreno en España.

Liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el estudio revela que en las zonas que se han vuelto más cálidas y secas están perdiendo terreno los árboles ligados a bosques de ribera y, en cambio, se están expandiendo los árboles mejor adaptados a las sequías, como el pino carrasco.

En las zonas más frías y húmedas, ganan abundancia especies de hoja grande, como el haya o el roble, y disminuyen aquellas que no toleran bien la sombra, según la investigación, publicada en Journal of Ecology y que buscaba saber cómo la combinación de cambio climático y abandono rural está cambiando la distribución de ciertas especies que se encuentran en su límite de calor o frío.

Según los resultados, que han tenido en cuenta unas setenta especies, hay más densidad forestal en toda la Península debido al abandono agrícola y silvícola de las últimas décadas, que permite que los bosques se recuperen, pero con una nueva distribución de especies a causa del impacto del cambio climático.

Ganan las que mejor aprovechan el agua y la luz

En general, los datos apuntan a que las especies que comparten rasgos como raíces poderosas u hojas «fáciles» de producir son las que más se están expandiendo.

Por ejemplo, en zonas que cada vez son más calurosas y secas gana terreno el pino carrasco y el alcornoque porque tienen tolerancia a temperaturas y sequedad más altas. En cambio, están disminuyendo las asociadas a bosques de ribera como el aliso común, que ya estaban cerca de su límite y, con el aumento de temperatura, ya no pueden vivir ahí.

En regiones más frías y húmedas, se están expandiendo algunas especies como el haya y el roble de hoja ancha, mientras disminuyen coníferas como el pino marítimo, entre otros motivos, porque ecosistemas más gélidos se están volviendo más cálidos y árboles que antes no podían establecerse porque hacía demasiado frío ahora sí pueden hacerlo. Otro motivo podría ser que hay mucha menos tala que antes.

Gestionar mejor el territorio

Estos resultados, defienden los responsables del estudio, ayudan a entender cómo podrían cambiar los bosques del futuro y, por tanto, a gestionar mejor el territorio.

Por ejemplo, zonas que cada vez son más áridas podrían perder la biodiversidad de animales y vegetación asociadas a ambientes más húmedos, como los ecosistemas ribereños, o aumentar el riesgo de incendios si las especies que «reconquistan» estos espacios son más inflamables, como el pino carrasco, han advertido.

La investigación también ha identificado algunas características que hacen que unos árboles estén mejor adaptados que otros a los ambientes más áridos o húmedos.

En condiciones secas, destacan las especies que tienen raíces más grandes y gruesas en relación a la medida total del árbol debido a que pueden acceder a capas más profundas del suelo para conseguir agua y, por tanto, lidiar con su escasez.

En zonas frías, un factor que favorece la supervivencia es que tengan hojas finas, «baratas» de producir y con mucha superficie para captar luz, hacer la fotosíntesis y, por tanto, conseguir nutrientes; una característica que hace que árboles planifolios y caducifolios, como robles o fresnos, tengan más tolerancia a la sombra, lo que que, a su vez, supone una ventaja en bosques frondosos.

Por su parte, las coníferas, como los pinos, tienen hojas más gruesas, pequeñas y duras, que son útiles en zonas áridas porque pierden menos agua por transpiración, pero cuestan más de producir y no tienen tanta superficie para captar luz.

Emigran a zonas más frías y húmedas

El estudio también ha comprobado que las zonas más húmedas y frías, están ganando más árboles de lo que se esperaría en condiciones normales.

Entre las especies que están expandiendo su territorio, destacan planifolias como el haya, el roble de hoja ancha, el abeto blanco o el roble pubescente.

Por contra, coníferas como el pino piñonero han disminuido ligeramente porque no pueden competir ante las planifolias al no estar bien adaptadas a vivir en bosques densos con sombra.

Otras especies que están aumentando en general en todas las regiones son aquellas ligadas a actividad humana, como el cerezo (Prunus avium) o la acacia, una especie invasora. EFEverde