¿Puede sanar el planeta solo? El océano necesita más que ozono: reducir emisiones es clave para absorber carbono.

La sanación del agujero de ozono mejora la absorción de carbono en el Océano Antártico

La sanación del agujero de ozono mejora la absorción de carbono en el Océano Antártico
La sanación del agujero de ozono mejora la absorción de carbono en el Océano Antártico

El agujero en la capa de ozono no solo amenazó la vida en la superficie de la Tierra, también impactó silenciosamente a uno de nuestros mejores aliados contra el cambio climático: el Océano Antártico. Este gigante helado, responsable de absorber una gran parte del carbono atmosférico, perdió parte de su eficacia debido a los cambios en los vientos provocados por la disminución del ozono. Pero hay esperanza. Un nuevo estudio afirma que la sanación del agujero de ozono mejora la absorción de carbono, siempre que tomemos decisiones urgentes sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.

Ozono sano, océano fuerte

Aunque el Océano Antártico ocupa solo el 30% de la superficie oceánica global, absorbe entre el 40% y 50% del carbono que entra a los océanos cada año. Es un verdadero escudo natural. Pero esa capacidad vital fue debilitada durante décadas por la aparición del agujero en la capa de ozono en los años 80, especialmente sobre la Antártida. Investigadores de la Universidad de East Anglia (UEA) y el Centro Nacional de Ciencias Atmosféricas (NCAS) estudiaron cómo la destrucción del ozono ha alterado la circulación del Océano Austral, afectando directamente su habilidad para capturar carbono. A través de simulaciones desde 1950 hasta 2100, concluyeron que la recuperación del ozono, impulsada por el Protocolo de Montreal de 1987, podría revertir estos efectos negativos. Pero solo si también reducimos rápidamente las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero (GEI).

El papel de los vientos en el océano

Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es cómo los cambios en los vientos antárticos, causados por el agujero de ozono, alteraron el comportamiento del océano. Al intensificarse los vientos, aguas ricas en carbono emergieron desde las profundidades, haciendo más difícil que el océano absorbiera el CO₂ atmosférico. La Dra. Tereza Jarníková, autora principal del estudio, explicó que el daño es reversible. Pero con una advertencia: “Solo bajo un escenario de bajas emisiones de gases de efecto invernadero veremos una mejora significativa en la absorción de carbono en este siglo”. Es decir, el ozono puede sanar, pero sin acción climática, no será suficiente.

Tres mundos, un futuro incierto

Los científicos simularon tres realidades posibles entre 1950 y 2100:

  1. Un mundo sin agujero de ozono.
  2. El mundo actual, donde el ozono comienza a recuperarse gracias al Protocolo de Montreal.
  3. Un escenario donde el agujero se mantiene igual que en 1987.

Los resultados fueron contundentes: el único escenario positivo para la absorción de carbono coincidió con la combinación de recuperación del ozono y baja emisión de GEI. Sin reducción de emisiones, la mejora se diluye, ya que el cambio climático por sí solo también intensifica los vientos y reduce la capacidad del océano para absorber carbono.

¿Por qué el Océano Antártico es clave en la lucha climática?

El Océano Austral es más que hielo y pingüinos: es un verdadero pulmón azul. Su singular circulación lo convierte en un gigantesco sumidero de carbono, capaz de amortiguar los peores efectos del cambio climático. Sin embargo, está siendo empujado a sus límites. Cambios en la circulación, el aumento de la temperatura global y la alteración de la química del agua están afectando su equilibrio. Lo alarmante es que estos procesos podrían volverse irreversibles si superamos ciertos puntos de no retorno, como el aumento sostenido de emisiones y el colapso de los polos. Por eso, sanar el agujero de ozono es un paso necesario, pero no suficiente. El verdadero desafío es transformar nuestro modelo de desarrollo para reducir las emisiones que están acelerando la crisis climática global.

Este estudio no solo revela la compleja interacción entre el ozono, el clima y el océano. También nos recuerda algo fundamental: la naturaleza puede sanar, pero necesita nuestra cooperación. No se trata de esperar milagros atmosféricos. Se trata de actuar con urgencia, reduciendo emisiones, apostando por energías limpias y protegiendo los ecosistemas que aún pueden salvarnos. El Océano Antártico tiene la capacidad de seguir ayudándonos, pero no lo hará solo. ¿Estaremos a la altura de esa esperanza?

ecoosfera.com