Hace tres décadas, Francia se veía desbordada por los residuos de envases, desde botellas de plástico hasta cajas de cartón, cuando líderes del sector público y privado idearon una idea radical: ¿qué pasaría si las empresas que fabrican y comercializan productos para el hogar se responsabilizaran del destino de los envases una vez utilizados?
Así nació uno de los primeros programas de responsabilidad ampliada del productor del mundo. Casi 35 años después, se le atribuye a la iniciativa haber ayudado a Francia a alcanzar altas tasas de reciclaje y a financiar otras soluciones a la contaminación plástica.
Un número creciente de países está considerando los programas de responsabilidad ampliada del productor como una forma de contrarrestar el aumento de la contaminación plástica, tema central del Día Mundial del Medio Ambiente de este año, que se celebra el 5 de junio.
Recientemente hablamos con Jean Hornain, director general de Citeo. Esta organización sin ánimo de lucro ayuda a empresas francesas a reducir el impacto ambiental de los envases, incluidos los contenedores de plástico y el papel gráfico. Hornain nos explicó cómo funciona el programa francés, qué lo hace exitoso y por qué la responsabilidad ampliada del productor ha trascendido las divisiones políticas. Aquí hay extractos editados de esa conversación.
¿Puede explicarnos cómo funciona la responsabilidad ampliada del productor?
Jean Hornain (JH): Es sencillo. Las empresas asumen la responsabilidad ambiental de los productos que comercializan a lo largo de su ciclo de vida. Bajo la legislación de responsabilidad ampliada del productor, las empresas se agrupan en las llamadas Organizaciones de Responsabilidad del Productor (ORP). Citeo es una ORP para envases. Cada vez que las empresas venden un producto con envase, nos pagan una pequeña tarifa basada en las unidades vendidas y el peso.
¿Qué ocurre con ese dinero?
JH: Este dinero, que ascendió a 1.600 millones de euros el año pasado para envases y papel, apoya la reducción de residuos de envases, el ecodiseño de envases, programas de reutilización y reciclaje, así como iniciativas contra la basura y campañas de concienciación pública. El objetivo es desarrollar lo que llamamos una economía 100 % circular, lo que significa utilizar la menor cantidad de material posible, utilizarlo durante el mayor tiempo posible y, una vez finalizada su vida útil, reciclarlo.
Los críticos afirman que los programas de responsabilidad ampliada del productor encarecen los precios para los consumidores. ¿Qué opinas?
JH: Bueno, es cierto. No puedo decir que una transición como esta vaya a ser gratuita. En el caso de los envases, representa, de media, entre 1 y 2 céntimos de euro por unidad. Pero el coste de hacerlo hoy es muchísimo menor que dentro de 30 años si no gestionamos las externalidades negativas de la contaminación plástica y la producción de residuos.
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Entonces, ¿dices que, actualmente, en muchos países, las empresas y los consumidores no están pagando el coste real de los envases, considerando el daño que causan al medio ambiente?
JH: Exactamente. Todos los servicios que presta la naturaleza se consideran gratuitos y decimos: «¡Adelante! ¡Sírvete!». Pero esa no es una forma sostenible de operar. La responsabilidad ampliada del productor es una forma de internalizar los costes ambientales e implicar a las empresas para que minimicen su impacto en los recursos, a la vez que reducen sus emisiones de dióxido de carbono.
El sistema francés de responsabilidad ampliada del productor goza de un amplio apoyo en todo el espectro político. ¿Cómo lo ha logrado el país?
JH: Las empresas han asumido la responsabilidad, junto con las autoridades locales y los actores del sector, de fortalecer colectivamente las políticas públicas. Este enfoque difiere del de un impuesto, que elimina la rendición de cuentas. El dinero no va al estado. Va directamente, a través de las Organizaciones de Procuración, a las partes interesadas, generalmente los municipios. Las políticas fiscales pueden fluctuar, pero este es realmente un fondo permanente y fiable.
Debo decir que existen dudas sobre la eficiencia de nuestro sistema. ¿Se está utilizando cada euro de la forma más eficiente posible? Pero nunca, jamás, el sistema ha sido cuestionado en principio. Creo que todos somos conscientes de que no tenemos otra opción: necesitamos reducir nuestro impacto en el medio ambiente y la cantidad de recursos que consumimos. El planeta no puede darnos más de lo que tiene.
A mediados de 2023, Francia albergó la segunda sesión del Comité Intergubernamental de Negociación, que desarrolla un instrumento global jurídicamente vinculante para acabar con la contaminación por plásticos. La segunda parte de la quinta sesión de las negociaciones (INC 5.2) tendrá lugar en Ginebra, Suiza, del 5 al 14 de agosto.
Muchos países de todo el mundo están considerando los programas de responsabilidad ampliada del productor como una forma de limitar la contaminación por plástico. ¿Qué consejo les darías?
JH: La responsabilidad ampliada del productor es flexible: cada país puede adaptarla a sus circunstancias específicas. Pero creo que un buen programa debe tener cuatro elementos. En primer lugar, y puede parecer obvio, debe ser obligatorio. Es necesario crear igualdad de condiciones para todas las empresas.
En segundo lugar, se necesita un sistema de control sólido; es decir, el gobierno debe asegurarse de que todas las marcas contribuyan al sistema. Por ejemplo, si una empresa quiere operar en Francia, debe tener un número de identificación y registrarse en una OR.
En tercer lugar, es necesario integrar a todas las partes interesadas. Este es un sistema colectivo que solo funciona bien si todos (gobiernos, empresas, municipios y ciudadanos) colaboran.
Y, por último, el sistema debe aportar valor a los recicladores, es decir, a quienes trabajan en el sector informal para recolectar plástico y otros residuos. Un buen programa de responsabilidad ampliada del productor ayudará a integrarlos en el sistema de reciclaje formal, proporcionándoles empleos decentes y seguros.
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