Los portacomidas plásticos, las bolsas o las esponjillas para lavar la loza desprenden diminutas partículas conocidas como microplásticos que terminan alojándose en el cuerpo y contaminan aguas y otros ambientes. Aunque los estudios no han determinado los efectos de estos residuos en la salud humana, sí se han encontrado en los órganos, por lo que es recomendable evitar que lleguen a nuestro organismo y el de otras especies.
Los cambios de temperatura y el uso constante de portacomidas plásticos producirían partículas diminutas de este material. Foto: archivo Unimedios.
Expertos invitados al programa Análisis UNAL, de Radio UNAL, explicaron cómo los cambios de temperatura y los roces constantes, entre otras condiciones, hacen que los empaques plásticos se deshagan y dejen su rastro sobre los alimentos.
“Todo proceso de alimentación está impactado por la relación existente entre el manejo de empaques y el aumento sustancial del uso de plásticos a la hora del mantenimiento de alimentos”, señala Cristian David Murcia Peñuela, nutricionista dietista, investigador del Observatorio de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obssan) de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Los empaques plásticos han sido un producto efectivo y económico para proteger alimentos, pero ahora se sabe que estos producen una contaminación por cuenta de la migración de microplásticos que ocurre al usar cubiertos de este material, botellas de bebidas o bolsas de té, entre otros, según explica Carlos Eduardo Jeréz, químico farmacéutico de la UNAL con más de 25 años de experiencia en la industria de ingredientes para alimentos.
En Colombia el Invima define los empaques como materiales inertes, por lo que los plásticos siguen siendo una de las principales opciones para envasar alimentos, promoviendo el principio de precaución para reducir su ingesta, explica el nutricionista Murcia.
Uno de los ejemplos es la “coca” de plástico que facilita la migración de partículas de ese material a los alimentos, además de que conservaría residuos orgánicos imperceptibles, por lo que se recomienda reemplazarla por recipientes de vidrio.
Otro de los elementos del hogar que contaminaría con microplásticos es la esponjilla de lavar la loza, generalmente hecha de plástico, cuyos residuos llegan a cuerpos de agua, como explica Nina Rodríguez Correal, coordinadora de proyectos en Educar Consumidores.
Según el investigador del Obssan, los estudios han identificado partículas de plástico en el hígado, entre otros órganos del cuerpo humano, que generan cambios en el proceso fisiológico, aunque se desconoce su efecto de largo plazo en la salud.
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