El Sevilla derrotó al Barcelona 2-1, con un partido redondo y voluntarioso. Krohn-Dehli e Iborra pusieron el partido muy de cara y los azulgrana sólo se metieron en el choque a raíz de una pena máxima. En la recta final hubo que sufrir, pero el equopo estuvo a la altura
El primer gol ejemplifica bien lo que fue el choque, porque fue fruto del pundonor y el tesón de Kevin Gameiro. El francés sacó todo lo que llevaba dentro para colarse en el área por la derecha, la puso atrás y llegó Krohn-Dehli con todo para hacer diana. El gol dejó grogui a los azulgrana y el Sevilla metió incluso una marcha más. El segundo llegó cinco minutos más tarde, de nuevo por una jugada que nace en la derecha, en los pies de Coke, y que acaba en la izquierda, con Krohn-Dehli poniéndola al área para que Iborra la peinara ligeramente y pusiera el 2-0.
El FC Barcelona, de hecho, sólo se pudo meter en el partido con un riguroso penalti por mano de Tremoulinas, con 15 minutos por delante. El Sevilla, ya con Llorente y Reyes en el campo, echó el candado y apretó los dientes, aculándose tal vez demasiado pero sacando todo su amor propio para defender la mínima ventaja. Sandro la estrelló en el palo a once del final, Neymar amagó y disparó cuantas veces pudo… Pero el Sevilla, todo corazón, caía siempre encima. Era su tarde, porque tras semanas de tibieza y dudas, volvía a ser el Sevilla competitivo y efectivo, ese equipo fiable e intenso que siempre da la cara. La dio con creces y se apuntó un triunfo que es balsámico y que tiene que ser revitalizador en lo venidero.
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