El O2 Arena fue testigo este lunes del Rafael Nadal más libre del 2015. Tal vez la versión que veremos en el 2016: sólido desde el fondo, rápido de piernas, decidido a atacar. Perder su saque en el primer juego del partido no fue aviso de nada: quebró de vuelta en el siguiente game y mostró su coraje hasta el final.
Hace unos días en el BNP Paribas Open de París, Nadal había tenido punto para set en dos parciales enfrentando a Wawrinka y el partido se le escapó por muy poco. Pero este lunes estuvo decidido a sentenciar desde el principio. En el séptimo juego de la primera parte volvió a quebrar y tras 37 minutos cerró el set con su saque.
Los números lo hicieron merecedor: nueve tiros ganadores contra ocho, ocho errores no forzados contra 13, y cinco de seis puntos ganados en la red. El español, que oficializó su séptima participación en este torneo, mantuvo ese ritmo en la siguiente manga al crear siete opciones de quiebre en el primer saque de Wawrinka y al cristalizar la ruptura en los juegos tercero y quinto.
A pesar de que la serie entre ambos estaba 13-3 a su favor, Nadal jugó sin presión porque la superficie le favorecía al suizo y porque era su rival quien arrastraba con la reputación de una gran temporada. Por eso se dedicó a intentar, a celebrar lo ganado y a ignorar lo poco fallado.
Por eso terminó imponiéndose por 6-3, 6-2 en una hora y 22 minutos de juego, en el que hizo 18 tiros ganadores, 12 errores no forzados, 74% de puntos ganados con el primer saque y una gran contundencia en la red tras obtener 9 de 10 puntos.
Es el mejor debut de Rafael Nadal en su historial de las Finales, luego de perder solo cinco juegos al igual que en 2013 cuando superó a su compatriota David Ferrer por idéntico marcador de este lunes. Justo Ferrer, contra el que tiene un historial de 23-6 y quien cayó en su estreno con Murray, será su próximo rival.