Prestar apoyo a los países en desarrollo y sus sectores agrícolas es esencial para los objetivos globales de erradicar el hambre y luchar contra los desafíos del cambio climático, aseguró hoy en París el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
Mientras los líderes mundiales se reúnen para debatir los compromisos necesarios para evitar que la temperatura media se eleve en más de dos grados, advirtió que «ya estamos superando el punto de inflexión para las familias y las comunidades», al intervenir en la Cumbre del Clima de la ONU (COP21).
Los agricultores familiares pobres están siendo expulsados de sus tierras por las prolongadas sequías, las comunidades pesqueras costeras están perdiendo sus hogares debido a la subida del nivel del mar, y los pastores se ven obligados a emigrar en busca de pastos, según Graziano da Silva. «No se trata de escenarios lejanos. Todo esto está sucediendo ahora”, dijo.
Añadió que los pueblos pobres y vulnerables están sufriendo ya la peor parte de los cambios climáticos a los que apenas han contribuido, lo que supone «claramente una injusticia».
Graziano da Silva habló en un evento especial sobre agricultura organizado conjuntamente por Francia y la FAO, bajo los auspicios de la Agenda de Acción de Lima-París que mostraron las soluciones existentes a los retos del cambio climático, incluyendo la iniciativa de «Crecimiento azul» de la FAO y su Iniciativa «Save Food».
En otro evento centrado en el sector forestal, la Directora General Adjunta de la FAO, Maria Helena Semedo destacó por su parte la importancia de los bosques en la respuesta al cambio climático y la reducción del hambre y la pobreza. También señaló que es importante asegurarse de que realmente se lleva a cabo una investigación y análisis de elevada calidad.
Enfoque simultáneo
La FAO sostiene que el hambre y el cambio climático deben abordarse de forma simultánea, al mismo tiempo, un enfoque que requiere la creación de sectores agrícolas más sostenibles, productivos y resilientes, subrayó Graziano da Silva. Añadió que las acciones orientadas a ese fin pueden transformar vidas humanas y también «trascender la distinción habitual entre adaptación y mitigación».
Mientras que los habitantes de los 50 países más pobres son responsables de menos del uno por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero globales (GEI), muchos países en desarrollo se han centrado de forma destacada en su sector agrícola como parte de las contribuciones determinadas nacionales previstas (INDCs) que todos los países deben formular.
Las naciones más ricas deben ahora apoyar a los países menos desarrollados a hacer realidad sus INDCs, dijo Graziano da Silva, quien añadió que la comunidad internacional puede ayudarles a avanzar identificando «estrategias específicas de adaptación, oportunidades financieras, transferencia de tecnología y la recopilación coherente de información y el monitoreo». La FAO está dispuesta a apoyar a sus miembros y que implementen sus planes para «aprovechar el potencial transformador» de sectores agrícolas resilientes.
Tomando nota de cómo muchos problemas -el cambio climático, la falta de agua, la escasez de energía, la salud global, el empoderamiento de las mujeres, junto a la seguridad alimentaria- se entrelazan, Graziano da Silva citó al Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon: «las soluciones a un problema deben ser soluciones para todos».
«En la FAO creemos firmemente que la agricultura sostenible es sin duda una de esas soluciones», añadió.
El Director General de la FAO señaló que ahora es el momento de actuar, después de más de dos décadas de hablar sobre el cambio climático,. «Esta Conferencia (COP21) –dijo- debe ser el comienzo de una nueva era en la forma de abordar el cambio climático. Tenemos un largo camino por delante».
Suelos sanos
«La gestión sostenible del suelo beneficiará a todos y contribuirá a alcanzar la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030», subrayó Graziano da Silva en otro evento de lanzamiento de la «Iniciativa 4 por mil», un plan de acción voluntaria dirigido por Francia que busca aumentar las reservas de carbono del suelo en un 0,4 por ciento anual con el fin de reducir el CO2 atmosférico y al mismo tiempo aumentar la fertilidad del suelo.
La iniciativa, que respalda la aplicación de la agrocecología y prácticas agrícolas afines, pide a los Estados, autoridades locales, empresas, organizaciones de agricultores, ONGs e institutos de investigación, que se comprometan con métodos de cultivo que mantengan o mejoren la reserva de carbono del suelo siempre que sea posible, y a preservar los suelos ricos en carbono.