EFEverde.- La despoblación de nativos en América durante la conquista europea no solo tuvo un gran impacto cultural y social, sino que dejó huella en el clima y la atmósfera a escala global, según un estudio de la Universidad de Harvard que publica hoy la revista Proceedings of the National Academy of Science.

Ya nadie discute que la llegada de los colonos europeos al Nuevo Mundo diezmó a las poblaciones nativas a través del conflicto y la transmisión de enfermedades, pero la ciencia debate todavía hoy sobre las fechas, la magnitud y los efectos de la despoblación.
Algunos investigadores sostienen que las enfermedades afectaron a la población nativa poco después de su primer contacto con los europeos y se extendieron con tal ferocidad que su impacto dejó huellas significativas en el clima global.
Otros argumentan, sin embargo, que el proceso fue más gradual y tuvo lugar a lo largo de muchos años.

El nuevo estudio de la Universidad de Harvard, liderado por Matt Liebmann, disputa ambas teorías al demostrar que, en lo que hoy es el norte del estado de Nuevo México, las enfermedades no se propagaron hasta casi un siglo después del primer contacto entre europeos y nativos americanos, coincidiendo con el establecimiento de las misiones religiosas.
Efectos devastadores en los indígenas
Cuando las enfermedades comenzaron a extenderse, los efectos fueron devastadores. En solo 60 años, las poblaciones indígenas se redujeron de aproximadamente 6.500 a menos de 900 en los 18 pueblos investigados en el estudio.
“En el suroeste, el primer contacto entre los nativos y los europeos tuvo lugar en 1539. Nosotros descubrimos que las enfermedades no comenzaron a propagarse realmente hasta después de 1620″, explicó Liebmann en un comunicado.

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Clima y atmósfera a escala global
Sin embargo, la conclusión del estudio es que el impacto de la despoblación no fue solo social o cultural, sino que dejó una gran huella en el clima y la atmósfera a escala global.
“Los incendios forestales se dispararon durante este periodo. Cuando las personas vivían en esos pueblos, necesitaban madera para sus tejados, para cocinar y para calentarse. Además, preparaban la tierra para la ganadería, de manera que los árboles no crecían en los sitios arqueológicos que habitaban”, sostuvo Liebmann.
“Pero a medida que la gente empezó a desaparecer, los bosques crecieron de nuevo y empezamos a ver más incendios forestales”, añadió.
Ese descubrimiento, según los investigadores, relaciona el estudio con los debates actuales sobre si el mundo ha entrado en una nueva era geológica, llamada Antropoceno y marcada por el impacto humano en el clima a escala global.