Por: Hugo Andrés Arévalo González, Unimedios Palmira

Un estudio realizado en zonas con actividad petrolífera, de Antioquia y Santander (específicamente Barrancabermeja), evidenció daños celulares en las plantas forrajeras, debido a la carga tóxica producida por cadmio y plomo, que podrían afectar a animales, los cuales consume el ser humano.

En el Magdalena medio colombiano (parte central del país) confluyen actividades ganaderas y una avanzada industria petroquímica; esta última genera una gran cantidad de residuos, entre ellos metales pesados, en detrimento de los agroecosistemas de pastura.

Un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UN) Sede Palmira, en colaboración con la Universidad de Pamplona
(Norte de Santander), determinó que diez especies de Brachiaria spp, un tipo de pasto ampliamente utilizado por ganaderos de la zona, están contaminadas con metales pesados, como el plomo y cadmio.

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De los pastos a los humanos

Para indagar la presencia de metales pesados en los pastos y sus efectos en animales, el profesor Peláez trabajó con John Jairo Bustamante Cano, médico veterinario y doctor en Medicina y Cirugía Animal de la Universidad de León (España).

De esta manera, en las 40 vacas adultas sacrificadas, en el matadero de Barrancabermeja y procedentes de explotaciones bovinas cercanas a industrias con actividad petrolífera, se encontró plomo, cadmio, molibdeno y zinc, concentrados en hígado y riñón.

De hecho, los valores estaban al límite permisible en las normas Codex Alimentarius y Unión Europea, que expresan deben ser menores a 0.05. No obstante, se observó, para el plomo, en el 50 % de las muestras hepáticas,
el 15 % de las muestras renales y el 90 % de musculares de los bovinos procedentes de Yondó superaron los valores indicados por la normativa anteriormente señalada.

“De acuerdo a lo anterior, al analizar el plomo, en el municipio de Barrancabermeja, se comprobó que en el 90 % de las muestras de hígado, el 75 % de las de riñón, el 85 % de las correspondientes a músculo y el 5 % de piel excedían límites permisibles por las dos normas mencionadas. Situación similar sucedió con el cadmio, pues el
85 % de las muestras hepáticas, el 10 % de las renales y la totalidad de las musculares sobrepasan los valores señalados por la Unión Europea”, afirma el médico veterinario, cuya experiencia en toxicología ambiental ha aportado a la investigación del profesor Peláez.

Según Bustamante, docente de la Universidad de Pamplona, en bienestar animal, los seres vivos que consuman alimentos contaminados por metales tendrán afecciones en el riñón, específicamente en los túbulos que son los que conducen la orina a la vejiga; asimismo en la sangre, pues alteran el recuento de glóbulos rojos, y provoca anemia.

En cuanto a la salud humana, las investigadoras Concepción Nava–Ruiz, y Marisela Méndez–Armenta, del Laboratorio de Patología Experimental del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez de México, mencionan en el artículo Efectos neurotóxicos de metales pesados (cadmio, plomo, arsénico y talio) el impacto en el organismo de estos elementos químicos. A saber, el cadmio afecta órganos y tejidos como el riñón, ya que produce insuficiencia renal crónica. En el corazón genera arterosclerosis aórtica y coronaria. Asimismo, los huesos, testículos placenta y sistema nervioso central y periférico resultan perjudicados.