Las lluvias torrenciales y las fuertes inundaciones provocadas desde diciembre por el fenómeno El Niño en Paraguay mantienen desplazadas a unas 15.000 familias. Algunas lo han perdido todo y viven en campamentos temporales, a la espera de ser reubicadas en nuevos hogares.

Pero la situación en el país sudamericano podría empeorar por la crecida de los ríos Paraguay y Paraná, típica de los meses de junio y julio, aunque más preocupante este año debido a los efectos de un fenómeno meteorológico que, si se cumplen las previsiones, dejará inundaciones sin precedentes.

Ante esa posibilidad, un equipo de la unidad de Coordinación y Evaluación de Desastres de Naciones Unidas (UNDAC), dependiente de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), trabaja con el Gobierno paraguayo en un plan de prevención, que incluye simulacros y programas sanitarios para garantizar el acceso al agua potable.

“Cada vez somos más conscientes de que hay ciertos lugares en Asunción y en el resto del país que se van a convertir en inviables por el calentamiento global. Por eso hay que tratar de reubicar a las familias en lugares más seguros”, afirmó la coordinadora residente de Naciones Unidas en Paraguay, Cecilia Ugaz, en declaraciones a Radio ONU.

La gran mayoría de las personas desplazadas hasta el momento viven en 125 albergues temporales, cuya capacidad podría verse desbordada en junio y julio por las nuevas crecidas de los ríos.