EFEVERDE.- A lo largo de la historia de la Tierra, la generación de supercontinentes y su rotura ha producido cambios de tipo climático y ha afectado a la química de los océanos, lo que a su vez influyó en la composición mineralógica y química de los organismos marinos.

El catedrático de Paleontología de la Universidad de Granada Antonio Checa habla sobre este asunto en una entrevista a EFE con motivo de su participación en el seminario “Claves paleontológicas para analizar y comprender el cambio climático global” que ha organizado el Organismo Autónomo de Museos de Tenerife.
Antonio Checa trató en el seminario sobre los “Superciclos climáticos y químicos fanerozoicos” y al respecto indica que este término alude a los ciclos geológicos de mayor periodo que han existido, con una periodicidad de cien millones de años o más y que se corresponden con grandes procesos de tectónica de placas.
Se contraponen a otros ciclos de corto período, como los cambios glaciares e interglaciares de cada cien mil años, aproximadamente, y hay otros que pueden oscilar en el orden del millón de años.
Antonio Checa explica que cíclicamente se forman supercontinentes, como Pangea hace unos 250 millones años, aunque previamente hubo otros hace 700 y 1.400 millones de años y así sucesivamente.
A la espera de un nuevo supercontinente de enormes dimensiones
De hecho, los geólogos calculan que dentro de unos 250 millones de años habrá un nuevo supercontinente de enormes dimensiones al colisionar África con el continente euroasiático y transformarse todo el Mediterráneo en una gran cadena de plegamiento que conectaría con el Himalaya, la más enorme que haya existido.
Además se “cerraría” el océano Atlántico y se “soldarían” las dos Américas con el conjunto de África y Eurasia, con lo cual sólo quedarían “dispersas” Australia y la Antártida.
Antonio Checa explica que estos procesos generan cambios de tipo climático porque la rotura de un supercontinente da lugar a procesos volcánicos muy intensos y ciclos de altos niveles de dióxido de carbono (CO2), altas temperaturas y efecto invernadero.
Por el contrario, en la generación de supercontinentes cesan los mecanismos de formación de fondos oceánicos y vulcanismo y suelen ser épocas frías.
Con estos ciclos cambia también la química del océano “y especialmente algo que influye mucho sobre los esqueletos” de los organismos marinos, que es la relación de magnesio y calcio, añade el catedrático de Paleontología.
Actualmente la cantidad de magnesio en el agua del mar es muy alta en relación con el calcio, mientras que durante la época de una dispersión intensa de un supercontinente esa relación baja mucho.
Cuando existe una relación magnesio-calcio muy alta el carbonato cálcico que se forma es de un mineral diferente al que se origina cuando hay grandes velocidades en la dispersión de continentes.
Actualmente predomina el mineral aragonito mientras que en otras épocas es la calcita, detalla Antonio Checa, quien precisa que este factor es relevante porque en general, cuando hay mares aragoníticos como en la actualidad, los esqueletos marinos de nueva aparición suelen ser de aragonito y en épocas de mares calcíticos, de calcita. EFEverde