21 de mayo de 2016, Liubliana — Las abejas aportan una contribución de valor inestimable a la agricultura y son un indicador de la salud del medio ambiente, trabajando sin descanso a la vez que promueven y reflejan la diversidad biológica.

«Un mundo sin polinizadores sería un mundo sin diversidad de alimentos, y a largo plazo, sin seguridad alimentaria», aseguró hoy el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, durante una visita a Eslovenia que culminará con un evento que reúne a los apicultores de este país europeo.

Slovenia promueve il 20 de mayo come Jornada Internacional de la Abeja, y ha obtenido el apoyo de la FAO y de 53 estados a la Conferencia Regional europea. Los próximos pasos pasan por los comitatos tecnicos de la FAO y la Conferencia de 2017. Sara un paso concreto después el acuerdo internacinoal sobre los Objetivos de Desarollo Sostenible (ODS), el acuerdo sobra la clima y forma parte de las metas de la Agenda 2030, ha dicho Graziano da Silva.

Las abejas son los polinizadores más conocidos. Se trata de un grupo de especies cuyos miembros vuelan, saltan y se deslizan de flor en flor para permitir que las plantas se reproduzcan, incluyendo aquellas que suponen más de un tercio de la producción mundial de cultivos alimentarios. La ausencia de las abejas supondría eliminar gran cantidad de alimentos nutritivos de nuestras dietas, incluidas papas, cebollas, fresas, coliflor, pimiento, café, calabazas, zanahorias, manzanas, girasoles, almendras, tomates y cacao, según explicó Graziano da Silva.

Sin embargo, advirtió que a pesar de este papel fundamental, nos arriesgamos a un colapso al exponer a las abejas a peligros cada vez más numerosos.

Las amenazas a las abejas incluyen el cambio del uso del suelo, el uso de plaguicidas, la agricultura de monocultivo y el cambio climático, que puede alterar los períodos de floración.

«Las abejas son una señal de ecosistemas que funcionan bien», subrayó Graziano da Silva, añadiendo que «en gran medida, la disminución de los polinizadores es también un signo de las perturbaciones que los cambios globales están causando en los ecosistemas de todo el mundo».

Indicó que la FAO fomenta la adopción de métodos de producción agrícola que mejoran las funciones ecosistémicas, como el enfoque del Manejo Integrado de Plagas, que reduce al mínimo el uso de productos químicos agrícolas para aumentar la producción de manera sostenible.

La polinización como servicio ecosistémico

«La polinización es uno de los servicios ecosistémicos más visibles, y que hacen incluso que sea posible la producción de alimentos», dijo Graziano da Silva.

Fomentar la existencia comunidades sanas de polinizadores –una labor que realizan también las mariposas, escarabajos, pájaros, murciélagos, mosquitos y otros animales- implica asegurarles la diversidad de hábitats, así como apoyar las prácticas agrícolas tradicionales que los beneficien, según el responsable de la FAO.

Mejorar la densidad y diversidad de polinizadores parece afectar directa y positivamente al rendimiento de los cultivos. Desde 2000, la FAO ha coordinado la Iniciativa internacional para la conservación y el uso sostenible de polinizadores, divulgando conocimientos, directrices y protocolos para apoyar a los países en el seguimiento de los polinizadores y comprender mejor las amenazas, necesidades de información y las carencias de datos.

Al elogiar el liderazgo de Eslovenia en la apicultura, Graziano da Silva instó a todos los países a adoptar enfoques en la agricultura «amistosos con los polinizadores». Añadió que los consumidores tienen que ser más conscientes de la importancia del papel de las abejas y otros polinizadores y optar por productos que les resulten favorables.

«Sin abejas –concluyó-, sería imposible alcanzar el objetivo principal de la FAO, un mundo sin hambre»,.

Abejas muy ocupadas

Una sola abeja melífera visita normalmente alrededor de 7 000 flores en un día, y son necesarias cuatro millones de visitas a flores para producir un kilogramo de miel.

A nivel mundial, 81 millones de colmenas producen 1,6 millones de toneladas de miel, alrededor de un tercio de las cuales se comercializan a nivel internacional, según la Plataforma intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés). Aunque la cantidad de colmenas en el mundo ha aumentado en los últimos 50 años, ha disminuido en muchos países de Europa y América del Norte.

La salud y biodiversidad de los ecosistemas depende también de más de 20 000 especies de abejas silvestres, que son recolectores especializados y, debido a sus vínculos con plantas con flores específicas, muy vulnerables al cambio climático.

fao.org