Tras ganar el título en Roland Garros, el serbio valoró uno de los días más importantes de su carrera.
La consecución de un objetivo y la satisfacción del deber cumplido. Novak Djokovic se proclamó campeón de Roland Garros y marcó su nombre en los libros del tenis. El serbio completó la colección de Grand Slams una hazaña al alcance de apenas ocho hombres en la historia de un deporte centenario; levantó su cuarto major consecutivo, siendo el vigente campeón en las cuatro mayores plazas del deportes – algo sin precedente en los últimos 47 años; y extendió hasta las 12 coronas su nómina de grandes, igualando al australiano Roy Emerson hasta quedar en la cuarta posición histórica de campeones, sólo por detrás de Rafael Nadal (14), Pete Sampras (15) y Roger Federer (17). Una carrera de fondo para el número 1 del Emirates ATP Rankings.
“Muchas cosas han pasado por mi cabeza desde que llegué a París”, declaró el de Belgrado ante la prensa, sonriente con el trofeo ante sus manos. “Pero sentí que este año era distinto a cualquier otro desde el primer momento. La conexión que sentí con todas las personas que hacen posible este torneo fue diferente. Estaba esperando que este fuera el año. Sentí el cariño de todos y eso me permite estar aquí hoy sentado junto al trofeo”, siguió. “Ese cariño estuvo muy presente hoy por todo el estadio.
El serbio, que estuvo a un punto de ver dinamitada una ventaja de 5-2 en el parcial decisivo, explicó las emociones vividas antes de tocar la copa. “Todos somos humanos”, reconoció, haciendo palpables sus nervios. “Sentí el estar tan cerca de algo que nunca antes había logrado. Noté la tensión y la emoción. No recuerdo qué ocurrió durante el último punto. Fue uno de esos momentos en los que simplemente tratas de estar ahí”, explicó. “Fue como si mi espíritu hubiera dejado mi cuerpo y lo estuviera observando pelear por los últimos tres o cuatro intercambios, yendo de izquierda a derecha y esperando que Andy cometiera un error. Fue un momento muy emocionante, de los más bonitos que he tenido en mi carrera”.
Así, y tras levantar la Copa de los Mosqueteros por primera vez en su carrera, Djokovic firmó una gesta esquiva para cualquier jugador contemporáneo: ostentar el reinado de los cuatro Grand Slams de forma simultánea – algo inédito desde la temporada 1969. “Es un tremendo honor saber que Rod Laver fue el último en conseguirlo”, reconoció Djokovic. “No hay muchas palabras para describirlo. Es uno de los mayores desafíos que uno puede tener como tenista. Estoy muy orgulloso, pero es complicado para mí pensar en qué pasó antes y qué ocurrirá después. Estoy tan emocionado por tener este trofeo a mi lado que simplemente quiero disfrutar del momento”.
En París, donde Djokovic logró levantar la mayor copa sobre arcilla tras cuatro intentos, una liberación para el número 1 del momento.
atptour.com