Buenos Aires (EFE).- Las calles del zoológico de Buenos Aires han sustituido a los niños y las máquinas de palomitas por excavadoras y albañiles que trabajan en los primeros pasos de la transformación del histórico lugar en un parque ecológico sin animales en cautiverio.
Los 1.500 animales que residen en el icónico recinto de la capital argentina, construido en 1875, pronto tendrán un nuevo hogar, después de que el Gobierno de la ciudad, que conduce Horacio Rodríguez Larreta, decidiese cerrar más de 100 años de historia de cautiverio zoológico.
“La noción de animales en cautiverio es del siglo XIX, por eso el ecoparque que tenemos pensado se va a convertir en un lugar donde no vamos a usar los animales como método de educación a nuestros hijos“, explicó en declaraciones a Efe el ministro de Modernización de la ciudad, Andy Freire.
Mientras buscan un diseño para el nuevo recinto ecológico -el Gobierno porteño lanzará a finales de año un concurso público con el fin de seleccionar el mejor proyecto de transformación urbana- el zoo reabrirá sus puertas en las próximas semanas, aunque con restricciones para respetar a la fauna residente.
“No vamos a vender alimentos para los animales, que era una de la grandes fuentes de estrés, dado que generaba un problema de malnutrición, vamos a abrir sólo de miércoles a domingo y a limitar el número de visitantes por día”, añadió Ibarra.
Evacuación de animales :
Antes de poder emprender la reconstrucción definitiva del zoo, un equipo de expertos deberá evacuar a los animales existentes, un proceso lento y largo, que puede extenderse durante más de un año y que comprende un estudio para determinar las condiciones a las que debe ser reinsertado cada ejemplar en su hábitat natural.
Según Javier Goldschtein, miembro de la comisión para la transformación del recinto, hay tres tipos de grupos de animales: los de sencilla derivación, ejemplares con presencia en las zonas naturales de Buenos Aires; de compleja derivación, animales exóticos que deben ser trasladados a otros continentes; y los que no se pueden evacuar por problemas sanitarios o porque tienen mucha edad.
Es el caso de Sara, la famosa orangutana geronta que reside en el zoo y que el año pasado fue declarada como la primera persona no humana. Debido a su avanzada edad, tendrá que permanecer en la ciudad hasta que cumpla su ciclo vital y fenezca.
El proceso de traslado de animales comenzó el pasado jueves con la suelta de cuatro lechuzones orejones, que fueron liberados en la reserva ecológica del sur de la ciudad, y que están dentro del primer grupo de 46 aves de este tipo que dan inicio al proceso de derivación de la fauna del zoológico.
Meses de preparación :
“Cuando uno habla de cerrar un zoológico y derivar animales se piensa que se hace en semanas, pero hay muchos técnicos de nivel internacional pensando en el mejor lugar para cada animal”, especificó Goldschtein, quien detalló que los traslados de los ejemplares más grandes pueden llevar unos seis meses de preparación.
La pregunta que circula por la sociedad porteña es por qué no se cerró antes este enclave, que en los últimos años recibió fuertes críticas por parte de las asociaciones ecologistas y en defensa de los animales.
Para el responsable de Modernización siempre fue un proyecto importante pero no urgente y, aclaró a Efe, lo esencial ahora no es preguntarse por qué no se hizo antes si no trabajar por encontrar el mejor proyecto de parque ecológico que lo reemplace.
No obstante, Goldschtein explicó que hasta ahora la administración del parque estuvo en manos privadas y que el no cumplimiento de algunas condiciones de la concesión forzaron al Ejecutivo federal a reasumir el control de la empresa y decidir su remodelación.
Hasta que el nuevo ecoparque vea la luz, los animales del zoo continuarán con su vida entre rejas, aunque desde el Gobierno de la ciudad garantizan que lo harán en las mejores condiciones posibles. EFEverde