Las lluvias torrenciales de este fin de semana obligaron a declarar zona de desastre Tangipahoa, St. Helena, East Baton Rouge y Livinstong, cuatro parroquias (distritos) del estado de Luisiana, que tiene esta división territorial equivalente a los condados del resto del país.
El balance de muertos se mantiene en los seis confirmados este domingo, entre ellos una abuela que murió salvando a su nieto cuando ambos trataban de escapar de su vehículo inundado.
En los últimos tres días, 20.000 personas han sido rescatadas de sus casas y vehículos y más de 10.000 están en refugios, en su mayoría situados en el área de Baton Rouge, la capital del estado.
La agencia de emergencias de EE.UU. (FEMA, por su sigla en inglés) proporcionará 1,2 millones de litros de agua y 750.000 comidas a los desplazados, mientras espera que termine la fase de búsqueda y rescate para abrir sus centros de recuperación.
El gobernador del estado, John Bel Edwards, visitó este lunes la zona afectada después de calificar las inundaciones de “históricas” y “sin precedentes”.
Edwards ha pedido a los residentes que “no salgan a ver qué pasa” y eviten usar sus vehículos si no es estrictamente necesario porque “la situación es grave y no ha concluido”.
Las personas que están a salvo en sus hogares deben permanecer en ellos hasta nuevo aviso, insisten las autoridades.
Las inundaciones obligaron a cerrar centenares de carreteras y en algunas áreas la situación está empeorando por la crecida del agua.
Misisipi, también en alerta
Este domingo se pudo rescatar finalmente a todas las personas atrapadas en la autopista interestatal 12, entre Baton Rouge y Covington, pero decenas de coches siguen estancados en la vía anegada.
Las labores de rescate en Baton Rouge se vieron dificultadas el domingo por la caída del servicio de comunicaciones de la compañía AT&T durante las primeras horas del día, al inundarse una de sus instalaciones en la zona.
Las lluvias torrenciales también afectaron, aunque en menor grado, al vecino estado de Misisipi, que sigue también en estado de emergencia ante el riesgo de la subida del agua. Efeverde