Por: Vanessa Cardona, Unimedios Bogotá
Tras cuantificar por primera vez en el país las emisiones de dióxido de carbono y metano en embalses tropicales de montaña, se considera que, además de los ríos, estos cuerpos de agua deben ser incluidos en los inventarios mundiales de emisiones.
Los ríos son los principales ecosistemas acuáticos incluidos en los modelos globales diseñados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) para medir la cantidad de carbono que va a la atmósfera. La razón, son considerados como grandes drenajes naturales que transportan toda la materia orgánica desde los continentes hacia los océanos.
Diversos estudios han mostrado que además de los ríos, otros ecosistemas de agua dulce (embalses, represas y lagos), particularmente en medio tropical, podrían almacenar y emitir gran cantidad de dióxido de carbono y metano, sin embargo, no son considerados dentro de las estimaciones de carbono que se están adelantando en el mundo.
Para obtener una información más cercana a la realidad, desde hace un par de años, investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia (UN) Sede Palmira, en conjunto con el Institut de Recherchepour le Développement (IRD) de Francia, emprendieron un proyecto que por primera vez cuantifica los gases de efecto invernadero (GEI) en represas y embalses tropicales de montaña en Colombia.
El trabajo fue realizado en el embalse Calima (Valle del Cauca) y Río Grande II (Antioquia), teniendo en cuenta sus características particulares, en términos de altitud, climatología e hidrología, las cuales son muy diferentes de las zonas reportadas en otros estudios internacionales ejecutados hasta ahora.
Según Sandra Patricia Loaiza, magíster en Ingeniería Ambiental de la UN, todos los sistemas producen emisiones de forma natural. Los bosques sin intervenir se consideran autorreguladores, es decir emiten y capturan el carbono. Sin embargo, “cuando el bosque es inundado para construir un embalse, cambia la dinámica del ecosistema y pasa de procesos aeróbicos, donde había suficiente presencia de oxígeno, a anaeróbicos (con deficiencia de aire)”.
Estudios previos en Brasil y Estados Unidos han reportado que los embalses (volumen de agua retenido por la represa) y represas (barreras para almacenar el agua de un cauce fluvial) pueden contribuir en un 4 % y 12 % a las emisiones globales de origen antrópico (causado por el hombre) de dióxido de carbono y metano, respectivamente.
“Cuando hay una inundación del bosque, este sufre una transformación de la materia orgánica a la que se le añade la carga de sedimentos que traen los afluentes. Además, disminuye el oxígeno y aumentan los gases de efecto invernadero. Por eso, el objetivo fue calcularlos para saber qué tan considerables son de acuerdo al tiempo de inundación, entre otros factores”, añade la investigadora Loaiza.
Sedimentos originan GEI
Para realizar las mediciones, expertos del ird trabajaron con los investigadores de la UN y diseñaron una estrategia para realizar un muestreo mensual en el sistema acuático, entre ellos los cauces que los surten y el desagüe.
Con instrumentos como cámaras flotantes, sistemas de embudos invertidos y sensores especializados, analizaron la calidad del agua, las concentraciones de carbono orgánico (producido por los seres vivos de forma natural) e inorgánico (por intervención humana), los procesos de degradación de la materia orgánica presentes en el cuerpo de agua, así como la degradación de la misma a nivel de los sedimentos, procesos que, finalmente, originan metano y dióxido de carbono y se difunden hacia la atmósfera.