La UICN ha decidido comprar sus compensaciones de emisiones de carbono para el Congreso Mundial de la Naturaleza 2016 de la UICN al Proyecto del Parque Nacional Cordillera Azul en Perú.
La UICN aspira a compensar las emisiones de carbono relacionadas con viajes aéreos desde y hacia Hawai’i de los delegados que asistirán al Congreso, así como otras emisiones de carbono generadas por el Congreso, incluyendo las correspondientes a transportes en tierra en Honolulú, flete de materiales, alojamiento en hoteles y logística del Congreso en el Centro de Convenciones Hawai’i.
El proyecto Cordillera Azul evita la pérdida anual de 6800 hectáreas de bosques (lo que equivale a 7500 canchas de fútbol), generando la mayor cantidad de créditos de carbono de todas las áreas protegidas del Perú: casi 10 millones de Unidades de Carbono Verificadas (VCU) entre 2008 y 2014.
La reducción de emisiones generada por el proyecto ha sido verificada por medio del Estándar de Verificación de Carbono (VCS), el Gold Standard, y Plan Vivo entre otros. La Alianza para el Clima, la Comunidad y la Biodiversidad (CCBA) certificó los beneficios sociales y para la biodiversidad, de acuerdo con sus detallados estándares.
Puesto que el proyecto de la Cordillera Azul ha sido verificado usando los más estrictos estándares internacionales: VCS y CCBA, tanto en relación con la conservación de la biodiversidad como con el trabajo con poblaciones locales, la UICN puede estar segura que el carbono que este proyecto captura de la atmósfera es real, cuantificable, permanente, independientemente verificado, calculado moderadamente, individualmente numerado y listado en forma transparente.
La UICN eligió el proyecto Cordillera Azul debido a su compromiso con la biodiversidad y con las comunidades locales, así como su capacidad y estructura de precios. Conjuntamente, todos estos elementos permiten a la UICN alcanzar su objetivo de compensar la mayor cantidad posible de los impactos de carbono del Congreso.
Cordillera Azul es más que un sumidero de carbono
Situado en el corazón de los Andes amazónicos del Perú, este parque de 13.500 kilómetros cuadrados protege una amplia variedad de paisajes excepcionales e inexplorados, que van desde bosques nubosos montanos con alturas de entre 1000 y 2400 metros, hasta las llanuras amazónicas entre 200 y 300 metros sobre el nivel del mar. Con dimensiones que equivalen aproximadamente a las de la isla de Jamaica, el parque alberga una extraordinaria biodiversidad y comprende 45 cuencas que suministran grandes cantidades de agua de excelente calidad.
Los bosques del parque están siendo amenazados por la deforestación generada por la tala, el tráfico de tierras, el cambio de uso para una agricultura industrial (aceite de palma) y cultivos ilegales (coca). Combatiendo estas amenazas, el proyecto Cordillera Azul ayuda a conservar el bosque, los medios de subsistencia que dependen de éste, y su capacidad para capturar carbono.
La ONG peruana CIMA y la agencia gubernamental peruana SERNANP gestionan conjuntamente el parque y trabajan para lograr la conservación con la participación de la población local y de las autoridades. CIMA y SERNAP tienen como objetivos: garantizar que los valores y aspiraciones de la población local sean incorporadas y se reflejen en los planes de conservación; llevar a cabo actividades económicas sostenibles compatibles con la conservación; reforzar la gobernanza ambiental; y contribuir a mejorar la calidad de vida de la población local.
Dentro del parque no hay aldeas, pero existen 445 pueblos en su zona de amortiguamiento, habitados por personas que pertenecen a cuatro grupos étnicos (Kechua-Lamista, Yine, Shipibo y Kakataibo). También hay indicios de la presencia de poblaciones indígenas aisladas en el área sureste del parque.
El Parque Nacional Cordillera Azul ha sido reconocido como Área de Aves Endémicas que protege especies de aves excepcionales como el cabezón de Loreto (Capito wallacei) y otras aves de rango restringido. También protege especies terrestres raras o amenazadas, como el escurridizo perro venadero (Speothos venaticus), y anfibios sensibles al cambio climático tales como la rana arlequín (Atelopus genus). En años recientes, los biólogos han descubierto al menos 20 especies nuevas, muchas de las cuales aún no han sido descritas. Existen enormes posibilidades de descubrir muchas más.
La compensación de carbono es apenas uno de los elementos de los esfuerzos más amplios que realiza el Equipo Verde del Comité Anfitrión Nacional para minimizar los impactos ambientales del Congreso Mundial de la Naturaleza 2016 de la UICN, con el objetivo de que el Congreso sea libre de plástico, utilice poco papel, no genere ningún desperdicio de comida y sea carbono neutral.
El Fondo Mundial de Carbono de la UICN y los Equipos de Logística del Congreso recibieron propuestas de proyectos de compensación de todas partes del mundo, revisaron las solicitudes e identificaron proyectos que cumplieran con criterios específicos. Otras propuestas recibidas por la UICN incluyeron proyectos en Belice, Canadá, Fiyi, Indonesia, Kenia, Sierra Leone y Uganda.