Con el 14,7% de las tierras del planeta y el 10% de sus aguas territoriales protegidas, estamos bien encaminados para alcanzar uno de los principales objetivos globales de conservación, según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), presentado hoy en el Congreso Mundial de la Naturaleza que se celebra en Hawái.
Pero el informe Planeta Protegido 2016 pone asimismo de manifiesto que muchas áreas cruciales para la biodiversidad no están protegidas, especies y hábitats de gran importancia están poco representados y que una gestión inadecuada limita la eficacia de las áreas protegidas.
«El número y la extensión de las áreas protegidas se han incrementado considerablemente en el último decenio, pero ahora deben ir acompañados por un aumento de la calidad,» señala el Director Ejecutivo del PNUMA, Erik Solheim.
“Debemos hacer más para proteger mejor nuestros espacios de mayor diversidad biológica. Las áreas protegidas deben estar mejor conectadas, para permitir que las poblaciones de fauna y flora se mezclen y se propaguen. Es asimismo importante que las comunidades locales participen en las acciones de protección. Su apoyo es fundamental para la conservación a largo plazo.”
“Actualmente, el mundo enfrenta problemáticas críticas en el campo ambiental y social, como el cambio climático, la seguridad alimentaria e hídrica”, dice Inger Andersen, Directora General de la UICN. “Las áreas protegidas desempeñan un papel importante en la conservación de especies y ecosistemas que nos ayudan a enfrentar estos problemas. Es fundamental que estén cartografiadas correctamente y gestionadas de forma eficaz si queremos seguir prosperando en este planeta.”
Según los científicos de la UICN y del Centro de Monitoreo de la Conservación Ambiental del PNUMA, hay actualmente en el mundo 202.467 áreas protegidas, que cubren casi 20 millones de km2 o el 14,7% de las tierras del planeta, con exclusión de la Antártida. No estamos lejos del objetivo del 17% fijado para 2020 por el Convenio sobre la Diversidad Biológica en las Metas de Aichi para la Biodiversidad.
La cobertura terrestre de las áreas protegidas ha disminuido en un 0,7% desde el último informe Planeta Protegido. Los científicos atribuyen esta disminución a los flujos de datos, por ejemplo cambios en los límites, supresión de algunas áreas extensas de la Base Mundial de Datos sobre las Áreas Protegidas y mejora de la calidad de los datos, y no a una disminución real de la cobertura en el terreno.
La tasa más alta de protección del territorio corresponde a los países de América Latina y el Caribe, con unos 5 millones de km2 en total. Aproximadamente la mitad de dicha extensión se encuentra en Brasil, que ostenta la red de áreas protegidas más extensa del mundo con 2,47 millones de km2.
La tasa de protección más baja (cerca del 3%) se encuentra en el Medio Oriente, con unos 119 000 km2.
En el último decenio se han efectuado grandes progresos en la tocante a la protección de los océanos. La extensión de las áreas marinas protegidas pasó de un poco más de 4 millones de km2 en 2006 a cerca de 15 millones de km2 actualmente, cubriendo el 4% de los océanos del planeta, una extensión casi equivalente al territorio de Rusia.
Pese a este aumento total de la cobertura, queda aún mucho por hacer para mejorar la calidad de las áreas protegidas.
Áreas importantes para la biodiversidad
Actualmente menos del 20% de las áreas claves para la biodiversidad se encuentran completamente cubiertas por áreas protegidas.
Carencia de una gestión eficaz
Menos del 20% de los países han cumplido con sus compromisos en lo tocante a la evaluación de la gestión de sus áreas protegidas, lo que suscita interrogantes con respecto a la calidad y eficacia de las medidas de conservación existentes.
Las áreas protegidas son fundamentales para el desarrollo sostenible
El informe recomienda invertir en las áreas protegidas para reforzar la gestión sostenible de la pesca, luchar contra las especies invasoras, hacer frente al cambio climático y reducir los incentivos perjudiciales, por ejemplo los subsidios que menoscaban la biodiversidad.
La adopción de estas recomendaciones contribuiría a detener la pérdida de biodiversidad, mejorar la seguridad alimentaria e hídrica, permitir a las comunidades humanas vulnerables responder mejor a las catástrofes naturales y preservar los conocimientos tradicionales.