Es el bosque tropical más grande del mundo, territorio de mitos y magia. La Amazonía provee servicios ecosistémicos no sólo a los 33 millones de personas que la moran, sino a los más de siete mil millones de habitantes de la Tierra.
La Amazonía todavía resiste los embates de la acción humana y el impacto de la contaminación y el cambio climático. Pero su degradación sigue un ritmo vertiginoso y su supervivencia está amenazada.
Desde 2014, ONU Ambiente, junto con otros socios, está implementando un proyecto para proteger dos grandes áreas de este bosque tropical con el objetivo de conservar su biodiversidad y ecosistemas únicos.
Esta región ha ocupado el imaginario colectivo durante siglos, para bien y para mal. Ha sido el lugar de grandes aventuras de atrevidos exploradores y morada de comunidades indígenas que en la actualidad se esfuerzan por mantener su milenaria forma de vida y su cultura. Pero también ha sido área de explotación de recursos y caza y tráfico de especies.
Hoy en día habitan la Amazonía más de 33 millones de personas, incluyendo 380 comunidades indígenas, con 86 lenguas y 650 dialectos.
Una fauna increíblemente diversa, hogar de una tercera parte de todas las especies del mundo, y unos árboles capaces de absorber millones de toneladas de dióxido de carbono hacen de la Amazonía un lugar único y de obligada conservación. Sólo esta región representa la mitad de los bosques tropicales de todo el mundo.
Conocida como el pulmón del mundo, es capaz de producir oxígeno, conservar los suelos y controlar su erosión, regular el clima y los ciclos hidrológicos, controlar plagas y enfermedades y proveer alimentos esenciales para el ser humano.
Pero este órgano vital para el planeta muestra ya bastantes signos de enfermedad: como consecuencia del cambio climático, se está viendo afectado por el aumento de la temperatura promedio y por la modificación del régimen de precipitaciones, lo que impacta en el equilibrio de los ecosistemas e incrementa la vulnerabilidad.

Además, la agricultura migratoria y la ganadería han generado una deforestación acumulada en la Amazonía, según el informe de ONU Ambiente y la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, OTCA, Perspectivas del medio Ambiente en la Amazonía: Geo Amazonía. Si no se cambian las prácticas, la mitad del bosque húmedo amazónico podría estar deforestado en 2030 y probablemente gran parte de la Amazonía se convertirá en una gran sabana antes de que concluya el siglo XXI.

Trabajos mineros, derrames de hidrocarburos, uso de agroquímicos, desechos sólidos de las ciudades y la demanda internacional de recursos naturales como madera, hidrocarburos y minerales, también juegan su parte en el daño ambiental en la Amazonía.