Según el profesor Fabio Leiva, coordinador del Centro de Pensamiento en Desarrollo Rural de la U.N., dentro de las razones por las que el campo sigue siendo una tarea pendiente –que está lejos de resolverse– se encuentra que 50 % de las tierras están formalizadas en catastro. Además existe un problema de mercadeo: “Mientras los productos son baratos a la salida de las fincas, en la ciudad se venden muy caros, algo que beneficia a los intermediarios pero perjudica al campesino”.
De igual manera, para el docente Leiva, el reciente Censo Nacional Agropecuario mostró que en material rural el país está peor que hace 30 años.
Las estadísticas ofrecidas por el Departamento Nacional de Planeación durante el foro “El desarrollo rural en el posconflicto: el problema de tierras” sustentan la preocupación existente. Los pobladores del campo son 3,7 veces más pobres que los de la ciudad, es decir que de 100 hogares rurales solo 47 tienen acceso a la tierra.
Otro problema es la inseguridad jurídica: de 100 hogares con acceso a tierra, 60 son informales, 21 probablemente son formales, y no se tiene información de los 19 restantes.
Para el profesor Gonzalo Téllez Iregui, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, el país requiere con extrema urgencia una política pública de reforma agraria bien hecha.
Al respecto, César Pachón, líder de las Dignidades Agropecuarias y Cumbre Agraria, afirmó que se necesitan “condiciones y garantías para que el campesino pueda trabajar”, ya que no hay una política agraria digna, seria y justa”.
Mientras tanto, Ricardo Sabogal Urrego, director general de la Unidad de Restitución de Tierras, señaló que es necesaria una mayor formalización que les permita a los campesinos saber cuál es su propiedad.
En su opinión, no basta con que el campesino tenga tierra, sino que “es necesario garantizarle los modos de producción, que esta sea técnica y que sus hijos tengan donde estudiar, acceso a salud y servicios públicos”, señaló el funcionario.
Los desafíos para el campo colombiano no se detienen, y mucho menos en este momento histórico. Es necesario escuchar al campesino y el Estado debe mejorar sus mecanismos de actuación en el campo, con el fin de construir un escenario ideal para la paz.
(Por: fin/JFMM/dmh/LOF)