Hay muchas razones de peso por las que necesitamos limpiar el medio ambiente mundial. Según un editorial conjunto publicado por los directores de la Organización Mundial de la Salud, OMS, la Organización Meteorológica Mundial, OMM, y ONU Ambiente, una de las razones más apremiantes es que un ambiente contaminado es un ambiente mortal.
Cada año mueren casi 12.6 millones de personas por enfermedades asociadas a peligros ambientales como el cambio climático y la contaminación del aire, el agua o el suelo. Esto equivale a una de cada cuatro muertes en el mundo.
En su comentario compartido, Margaret Chan (OMS), Petteri Taalas (OMM) y Erik Solheim (ONU Ambiente) hacen hincapié en la necesidad de tomar más medidas para enfrentar las causas ambientales de la mala salud y en sus planes para desarrollar un mecanismo coordinado a escala mundial orientado a este fin. El editorial, Trabajar como una sola ONU para enfrentar las causas ambientales de la mala salud, se publica en el número de enero del Boletín de la Organización Mundial de la Salud.
“Ya sabemos que el mayor riesgo ambiental para la salud humana se produce a través de nuestra más básica necesidad: el aire que respiramos. Los gobiernos llevan años luchando por mejorar el acceso a la energía como manera de promover el desarrollo económico. Pero la estrategia energética que ha seguido el mundo ha sido en gran medida insostenible y tiene un costo inaceptable. La contaminación del aire, que predominantemente es resultado de la producción y el uso de la energía, causa enfermedades cardíacas, pulmonares y cáncer, que se traducen en aproximadamente 6.5 millones de muertes cada año.
Las fuentes de energía como el carbono negro producen la liberación de contaminantes atmosféricos y gases de efecto invernadero, entre ellos metano y dióxido de carbono. En conjunto, impulsan el cambio climático, que amenaza con debilitar todas las condiciones ambientales de las que depende la vida humana: alimentos, agua y alojamiento.
Urbanización y salud ambiental
En 2050, 66% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, a menudo caracterizadas por la contaminación, el tráfico pesado, viviendas en malas condiciones, un acceso limitado a servicios de agua y saneamiento y otros riesgos para la salud.
Al igual que muchos de los desafíos que enfrenta nuestro mundo, los riesgos ambientales para la salud son tan complejos y están tan interconectados que no permiten ser tratados mediante soluciones simplistas de corto plazo, ni resueltos por actores individuales. Por esta razón resulta tan importante la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por todos los países. Este plan de desarrollo, el primero asumido a escala mundial, ofrece una oportunidad única para emprender una acción coherente y de largo plazo por parte de toda la sociedad y para toda la sociedad.
Muchos gobiernos están agrupando distintos ministerios y departamentos, por ejemplo, a través de la vinculación de los sectores de ambiente, clima y salud, con el fin de tomar medidas conjuntas. Lo presenciamos recientemente en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuando los ministros de salud y medio ambiente respondieron al llamado hecho por el Gobierno de Marruecos a firmar la Declaración Ministerial de Marrakech sobre Salud, Medio Ambiente y Cambio Climático. La declaración reconoce que actualmente no existe ningún mecanismo mundial para que los sectores de ambiente y salud trabajen conjuntamente con el fin de salvar vidas y proteger el planeta y exhorta a los organismos de las Naciones Unidas a que establezcan un mecanismo de este tipo.
Ahora el reto es darle seguimiento a esta declaración con acciones. Algunas intervenciones sencillas, como reducir las emisiones producidas por los vehículos e invertir en sistemas de tránsito rápido, salvarán vidas. Benín, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Togo se han comprometido a introducir combustibles con bajo contenido de azufre antes de julio de 2017. Atenas, Madrid, Ciudad de México y París planean prohibir los vehículos diésel para el año 2025. Implementar intervenciones ya probadas para hacer frente a los contaminantes climáticos de vida corta podría salvar más de 2.4 millones de vidas al año y reducir el calentamiento global en aproximadamente 0.5°C para 2050. En muchos casos los beneficios superarán con creces los costos de las medidas.
Se estima que no tomar en consideración los impactos en la salud de la contaminación del aire y otros daños ambientales representará 5.3 billones de dólares en subsidios para las fuentes de energía contaminantes. No proteger a las poblaciones contra los peligros ambientales no solo es un costo humano, sino que impone una presión adicional sobre los servicios de salud. El costo asociado a los servicios de salud es una de las mayores cargas financieras para gobiernos e individuos.
Así como trabajar conjuntamente al enfrentar problemas complejos beneficia a los países y ministerios tanto individual como colectivamente, es esencial que todos los organismos de la ONU los apoyen trabajando más estrechamente entre sí.
La Declaración de Marrakech
ONU Ambiente, la OMM y la OMS están trabajando conjuntamente para ayudar a los países a cumplir los objetivos de la Declaración de Marrakech. Estamos comprometidos a reunir nuestros recursos técnicos y financieros en un plan único de ambiente y salud. Nuestra primera prioridad será la contaminación del aire, debido a los enormes impactos en la salud que causa, así como por sus estrechos vínculos con otros riesgos como el cambio climático y la contaminación química.
Cada uno de nosotros aportará sus propios conocimientos especializados sobre el clima, la salud y el ambiente. La OMM, a través de los organismos meteorológicos nacionales y de su red de estaciones terrestres, proporciona datos esenciales sobre el clima y las condiciones de calidad del aire y facilita la prestación de servicios meteorológicos y climáticos relacionados. ONU Ambiente trabaja con los ministerios de Medio Ambiente y otros responsables clave de la formulación de políticas en los estados miembros para ayudar a prevenir y revertir la degradación del ambiente, apoyando así a los individuos y las comunidades. La OMS, junto con los ministerios de Salud, supervisa y evalúa los riesgos y los impactos en la salud y orienta sobre las formas de reducirlos.
Para junio de 2017 nuestros organismos habrán desarrollado un plan conjunto que promoverá un compromiso más fuerte por parte de otros organismos y de las comunidades científicas del medio ambiente y la salud en general. «Uno puede avanzar rápido cuando va solo, pero hay que ir en grupo para llegar lejos», dice un proverbio africano”.