Casi dos horas duró la “aventura ecológica“, denominada por sus organizadores “Naveguemos el río” y realizada a bordo de diferentes embarcaciones, como botes inflables, kayaks y neumáticos.
“Esta es la manera de decirle a la gente que hay que seguir soñando con un río navegable, recreativo y amable. Es necesario que tengamos una entidad fuerte, presupuesto y trabajo pedagógico llevado a las escuelas”, dijo e Efe Guillermo Rojo, organizador de la actividad y miembro del Club Amigos del Río Medellín.
En la orilla y desde algunos puentes, cientos de personas apreciaron ayer lo que muchos nunca antes habían visto: navegar el río Medellín en 5 kilómetros.
Ante la sorpresa de espectadores, que perciben—como la mayoría de habitantes del Valle de Aburrá—el afluente como una cloaca o un depósito de cadáveres, unos 30 botes empezaron a ser desembarcados, a eso de las 9:30 de la mañana, en la 4 Sur.
Ahí inició la hazaña. Deslizándose por las paredes que canalizan el afluente, 80 hombres y mujeres abordaron kayaks y botes, incluso colchones inflables y neomáticos, para comenzar el recorrido.
Algunos vestidos como indígenas, otros con trajes de neopreno y sus respectivos chalecos salvavidas, todos coincidían en algo: salvar el río Medellín.
El comediante, Crisanto Vargas “Vargasvil”, antes de embarcar aprovechó para recoger la basura que había alrededor. Aseveró que aceptó la invitación a participar en el recorrido, que inició en la 4 Sur y finalizó en la Macarena, para que se tome consciencia de la importancia del río Medellín.
“Vemos el río como algo que divide este Valle de Aburrá, pero lo que debe, por el contrario, es unir. Por eso poder navegarlo es enviar un mensaje de que hay que cuidar esta gran piscina que es de todos”, apuntó.
Subestimaron el riesgo
Las condiciones de seguridad y salubridad, dijeron los organizadores del recorrido que iba hasta la Macarena, estaban garantizadas, pero las condiciones de contaminación del afluente preocupan.
El médico gastroenterólogo, Luis Felipe Franco, dijo a EL COLOMBIANO que los participantes “se exponen a una infección intestinal severa”.
Sin embargo muchos entraron al agua o estuvieron boca abajo en flotadores. Los temores y advertencias fueron disipados por la adrenalina y el amor al río.
A las 12 del medio día terminó el recorrido y Adolfo García, mojado por completo, no evitaba su emoción: “esto fue un paseo maravillosos nos divertimos como niños. Hay que meterse al río para conocer su problemática”, exclamó.
También, al final de su recorrido, Vargas Vil enfatizó que lo impactó estar en el río y evidenciar la suciedad que se ve allí. “No hay derecho que todavía estén tirando colchones, animales, todos los desechos de las casas, es culpa de la gente, pero también del mismo gobierno porque hay que educar”, agregó.
Medidas urgentes
Los esfuerzos para limpiar el río Medellín no han sido menores. EPM trabaja en la Planta de Tratamiento de Aguas de Bello, a la que le invierte 570 millones de dólares.
En este complejo, con un caudal de diseño de 5,0 metros cúbicos por segundo, recibirá las aguas residuales de Medellín y Bello, recogidas a través de los colectores paralelos a las quebradas y al río Medellín, entre ellos el interceptor Norte actualmente en construcción, con una longitud de 8 kilómetros.
Guillermo Rojo, ambientalista y organizador del botepaseo por el río Medellín, avala la labor realizada por EPM al hacer los tubos colectores lo que, asegura, ha mejorado la calidad del agua. No obstante, lamenta que no exista una entidad encargada específicamente del cuidado y recuperación del afluente.
“Tenemos que prohibir, como política de Estado, la canalización del río. Tenemos que volver a una institución con marca Río Medellín, líder, con presupuesto, labores educativas y pedagógicas en las escuelas, enseñar a la gente a cuidarlo”, enfatizó.
El paseo, de dos horas ayer en el río es un primer paso. Requiere de más trabajo y recursos para que navegarlo no sea un evento de cada cinco años, sino algo más usual.
elcolombiano.com