Por Elvira Jiménez

Las bolsas de plástico son probablemente, de los enemigos plásticos del medio ambiente, el más conocido y con el que la ciudadanía, poco a poco, ha ido tomando conciencia. Hace tiempo que nos hemos acostumbrado a que se cobren las bolsas de plásticos en las grandes superficies. Pero se siguen dando gratuitamente en todo tipo de comercios. Desde la farmacia pasando por la ferretería, la gasolinera, la librería, la panadería, la tienda de ropa…

Son estas bolsas menos gruesas, conocidas como “bolsas ligeras” (de grosor inferior a 50 micras), las que suponen el grueso del consumo tanto en España como en la UE y son además las que menos se reutilizan, por lo que se convierten casi de forma inmediata en un residuo tras unos pocos minutos de uso.

De hecho, las usamos una media de 15 minutos y, con suerte, quedarán 50 años en el medio ambiente si las condiciones de luz y temperatura son las adecuadas para ese plazo. Si queda enterrada en el campo, flotando en el agua o atrapada en el lecho marino los tiempos pueden ser mayores. Un precio demasiado alto para un objeto totalmente innecesario.

Para agravar aún más la situación, estas bolsas son además las que menos se reciclan, y con una previsión de aumento en su consumo, los océanos, ríos y campos ahogados en plásticos piden a gritos que se tomen medidas ya.

La semana pasado el Gobierno presentó un proyecto de Real Decreto para la implementación de la Directiva Europea que nos obliga a tomar medidas para limitar el uso de bolsas de plástico ligeras no biodegradables. El objetivo de esta legislación es que a 31 de diciembre de 2019, el consumo anual de estas bolsas de no supere las 90 unidades por persona y que, a 31 de diciembre de 2025, el consumo anual de estas bolsas no supere las 40 unidades por persona.

Para llegar a ese objetivo, a partir de 2018 estas bolsas dejarán de ser gratuitas y se cobrará por ellas un precio que puede variar entre los 5 céntimos y los 30 céntimos dependiendo del grosor de la bolsa y si es o no compostable.

¿Se ajusta esto a la Directiva europea? Sí, está dentro de las opciones que ofrecía dicha directiva. ¿Es suficiente? Creemos que no.

Si realmente queremos avanzar hacia una verdadera economía circular, deberíamos tener como objetivo eliminar el uso de las bolsas de plástico. La prohibición, como ya se ha hecho en otros países, es la única herramienta ambiciosa y cuantificable que podría asegurar llegar al 2025 con cero bolsas de un solo uso.

Si se establece la opción de cobrar un cantidad por cada bolsa, un precio de 10 no es lo suficientemente disuasorio.

Queda fuera de esta batalla las bolsas muy ligeras, las típicas para la fruta y otros alimentos a granel, que queda el Gobierno ha decidido excluir por “medidas de higiene” y que sin duda podrían reducirse con alternativas que son más respetuosas con el medio ambiente o directamente prescindir de ellas. Las frutas ya vienen con su propia barrera higiénica. Se llama cáscara. No necesitamos meter un plátano, una naranja o una patata en una bolsa para que sea más higiénico.

Nos cobren o no nos cobren por ellas, el mejor lema es “sin bolsa, gracias”.

greenpeace.org