POR: Mariela Osorno. Bióloga, con Maestría en Biología, línea Ecología de la Universidad Nacional de Colombia.
FECHA: 03 Marzo 2017

A partir de la investigación que el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI adelanta en fauna silvestre en la Amazonia colombiana, durante 2016 se evidenció la abundancia de poblaciones de especies de mamíferos medianos y grandes, reptiles y aves en territorios donde antes ejercían control las FARC y no permitían la cacería sino para la subsistencia familiar.

En las áreas ubicadas en al noroccidente de Guaviare, el occidente de Caquetá y el norte de Guainía, mediante recorridos de observación y la ayuda de cámaras trampa, es frecuente la aparición de manadas de chigüiros (Hydrochoerus hydrochaeris) y cajuches (Tayassu pecari), dantas (Tapirus terrestris), paujiles (Crax alector), caimanes (Caiman crocodilus, Paleosuchus trigonatus y P. palpebrosus), pumas y jaguares (Puma concolor y Panthera onca), y otros como el verrugoso (serpiente) (Lachesis muta), presente en bosques conservados con presencia de roedores pequeños y medianos que constituyen su dieta.

Aparte del valor esencial de la biodiversidad para el país, la presencia de estas especies y su frecuencia de registro, indica ecosistemas en buen estado de conservación en donde las especies cumplen una función ecológica: reciclaje de nutrientes, transporte de nutrientes entre el agua y los bosques, disminución de la descomposición (carroñeros), depredación, consumo, dispersión de semillas, polinización, etc.

No es totalmente conocida la función de cada especie en un ecosistema, sin embargo, se tiene evidencia de los cambios cuando hay ausencia de un grupo trófico o cuando éste abunda por ausencia de su depredador. Por ejemplo, la existencia de grandes carnívoros asegura el control poblacional de herbívoros y, por ende, de manera indirecta, la composición y abundancia de la vegetación. De hecho, se considera que los grandes herbívoros terrestres, a través de la depredación de semillas y plántulas, son quienes ejercen el mayor impacto en la abundancia y distribución de la vegetación en el bosque neotropical (Fragoso, 1994); a los pecaris de manada (Tayassu pecari) y de collar (Pecari tajacu) se les atribuye el promover la diversidad en los bosques en la medida que la alta depredación de las semillas de algunas plantas limita los agregados de éstas. De otra parte, los procesos de regeneración de un bosque pueden ser muy lentos, si por ausencia de depredadores grandes (pumas o jaguares) proliferan herbívoros que depredan semillas y plántulas.

Estas especies, con excepción de los pumas, jaguares y el verrugoso, constituyen gran parte de la dieta de comunidades amazónicas, en particular indígenas. Si bien es mucha más diversa la dieta anual basada en especies silvestres (Guainía 36 especies, Vaupés 89 especies y Vichada 83), la población no indígena en la Amazonia también utiliza en su dieta especies silvestres (Caquetá 8 especies y Guaviare 9).

Siendo el valor de la vida silvestre incuestionable en términos estéticos, culturales, ecológicos, y como un bien del que dependen cientos de comunidades étnicas y campesinas para su pervivencia en la Amazonia, es preocupante la presión que se incrementa sobre estas poblaciones de fauna cuando ya no hay un control sobre su uso, cuando, en zonas donde antes no era posible entrar por la presencia de las FARC, hoy se denuncia la deforestación de cientos de hectáreas de bosque con el consecuente impacto sobre el hábitat de la vida silvestre y el incremento de presión de caza. Es urgente el control de estas zonas por parte del estado y el trabajo mancomunado de los entes territoriales con las comunidades locales para proteger este invaluable recurso común.

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