21 de marzo de 2017, Roma – Tras advertir del «colosal» impacto negativo para el medio ambiente y las sociedades humanas que supondría la liberación de las enormes reservas de carbono atrapadas en los suelos de la Tierra, el presidente de Fiji, Jioji Konousi Konrote, pidió hoy una gestión más adecuada de este importante recurso natural al comienzo de un simposio internacional que se celebra en Roma.
Actualmente, existe más carbono almacenado en el primer metro de profundidad de los suelos de la Tierra del que puede encontrarse en la atmósfera y en toda la vida vegetal terrestre -incluidos los bosques- en su conjunto, dijo al intervenir en el Simposio Internacional sobre el Carbono Orgánico del Suelo (del 21 al 23 de marzo).
Refiriéndose a los compromisos internacionales para limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados Celsius, en virtud del Acuerdo de París sobre el clima de 2015, Konrote advirtió: «Si no logramos mantener nuestros suelos como almacén de carbono, temo que estas discusiones y negociaciones habrán sido vano.»
«No podemos permitirnos descuidar un recurso que podría ser nuestro aliado serio y viable contra el cambio climático», añadió.
Fiji y otros pequeños estados insulares en desarrollo están en primera línea en la batalla contra el cambio climático. El gobierno de Fiji está a punto de asumir la presidencia de la próxima Conferencia de las Partes del Acuerdo sobre el cambio climático de la ONU que tendrá lugar en Bonn, Alemania, el próximo noviembre.
En su alocución, el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, destacó por su parte que más allá de su papel crítico como sumidero de carbono, los suelos sanos sustentan múltiples procesos ambientales de los que depende la humanidad y que son la base de la seguridad alimentaria mundial.
«Los suelos con alto contenido de carbono orgánico –explicó- tienden a ser más fértiles y productivos, más capaces de purificar el agua, y ayudar a aumentar la resiliencia de los medios de subsistencia a los impactos del cambio climático».
Esto significa que mejorar la salud de los suelos del planeta y aumentar su contenido de carbono orgánico es fundamental para alcanzar varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en la Agenda 2030 de la ONU, en especial el segundo objetivo de erradicar el hambre y la malnutrición.
Un recurso valioso y vulnerable
El carbono es capturado bajo tierra tras haber sido «fijado» de la atmósfera a través de las plantas o los residuos orgánicos, y posteriormente incorporado a los suelos a través de procesos en gran medida naturales. El carbono del suelo consta de elementos vivos y muertos, y puede incluir tanto rastrojos como materiales descompuestos hace milenios.
Esto supone una enorme reserva de carbono, según un informe de la FAO presentado en el simposio.
Pero cuando el suelo se ve perturbado o degradado, el carbono atrapado y otros gases de efecto invernadero fruto de la descomposición, se liberan nuevamente a la atmósfera.
Ello significa que la reserva de carbono del suelo de la Tierra podría liberar enormes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, o capturar mayores volúmenes, dependiendo de las decisiones de gestión que tomemos en el futuro, sostiene el estudio.
Un tercio de los suelos del planeta ya están degradados, provocando una merma significativa de las reservas mundiales de carbono orgánico del suelo y liberando hasta 100 gigatoneladas (Gt) a la atmósfera.
Un daño adicional a las reservas de carbono del suelo, derivado de una gestión deficiente de los suelos, dificultará los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura global y evitar mayores inundaciones, sequías y otras consecuencias del cambio climático, advierten los expertos.
Mientras tanto, el aumento de las temperaturas y la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos provocará pérdidas adicionales de carbono orgánico del suelo, haciendo que mejorar la gestión resulte más urgente si cabe.
Especialmente preocupantes son los suelos con un elevado contenido orgánico, como las turberas y las zonas de permafrost vulnerables a la temperatura. Estos «puntos críticos» se convertirán probablemente en fuentes netas de emisiones de gases de efecto invernadero en el futuro, a no ser que se realicen intervenciones eficaces.
Los principales gases de efecto invernadero emitidos por el suelo son el dióxido de carbono y el metano; otro es el óxido nitroso, cuya emisión está provocada cada vez más por la actividad humana en el sector ganadero.
Aprovechar al máximo un gran sumidero de carbono
Existen muchas prácticas agrícolas y de ordenación de tierras que pueden conservar e incrementar el carbono orgánico del suelo: esto no sólo mitiga el calentamiento global, sino que también ofrece múltiples beneficios adicionales.
Algunos estudios sugieren que la rehabilitación de las tierras agrícolas y degradadas podría eliminar hasta 51 Gt de carbono de la atmósfera. Otros estiman que la adopción de prácticas agrícolas que conservan el carbono orgánico del suelo puede aumentar la producción alimentaria en 17,6 megatoneladas al año.
Mejorar la salud del suelo no sólo contribuirá a incrementar la productividad agrícola local, sino que también aumentará notablemente la resiliencia de los agricultores y las comunidades agrícolas.
Sin embargo, la adopción de prácticas sostenibles de gestión de los suelos continúa siendo relativamente infrecuente, debido a los obstáculos financieros, técnicos e institucionales, así como a la falta de información y conocimientos.
Superar obstáculos
Las Directrices voluntarias de la FAO para la gestión sostenible de los recursos de suelos -recientemente aprobadas- pueden ayudar a superar las dificultades técnicas e institucionales y proporcionar información clave sobre cómo invertir las tendencias negativas de pérdidas orgánicas del suelo.
Con el objetivo de aprovechar esta iniciativa, el simposio de esta semana reúne a representantes del mundo de la ciencia, la política y el uso de la tierra para impulsar la conservación del carbono orgánico del suelo y la re-carbonización de los suelos degradados.
En el evento participan centenares de expertos, científicos, gestores de recursos naturales y representantes del mundo académico
También se contará con la presencia de Monique Barbut, Secretaria Ejecutiva de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) y Abdalah Mokssit, Secretario del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC). El Comisario europeo de Medio Ambiente, Kamernu Vella, el Ministro francés de Agricultura, Stéphane Le Foll y la Secretaria General Adjunta de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Elena Manaenkova, participan a través de mensajes en video.
El simposio ha sido organizado conjuntamente por la FAO, el IPCC, el Grupo técnico intergubernamental sobre los suelos (GTIS), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), la Alianza Mundial por el Suelo y la OMM, y está financiado por la Comisión Europea y los gobiernos de Suiza e Islandia.