Tuvalu -un diminuto país insular del Océano Pacífico- puede ser el primer Estado en desaparecer a medio plazo por el cambio climático, lo que ha llevado a su primer ministro, Enele Sopoaga, a pedir al presidente de EEUU, Donald Trump, que sea «responsable» y no abandone el Acuerdo de París.
“El cambio climático es un peligro existencial para Tuvalu”, explica a Efe en Viena el jefe de Gobierno del segundo país menos poblado del mundo, detrás del Vaticano.
Cuatro metros sobre el mar
Con solo 11.000 habitantes y 25 kilómetros cuadrados de superficie, repartidos en decenas de pequeñas islas de coral y atolones, Tuvalu está entre Australia y Hawai en el Pacífico Sur.
El punto más alto del archipiélago es de apenas cuatro metros, por lo que si las predicciones sobre el aumento del nivel del mar en el próximo siglo son ciertas puede ser el primer país miembro de la ONU en desaparecer por los efectos del cambio climático.
Los efectos del cambio climático obligan a la emigración
Sopoaga relata que Tuvalu ya sufre por la actual crecida de las aguas: playas que desaparecen, erosión, sequías, inundaciones marinas que salinizan los cultivos y contaminan el agua dulce, menor producción agrícola y descensos en las capturas pesqueras.
“Estamos muy preocupados, se puede ver en la cara de la gente, hemos visto una gran oleada de emigración de Tuvalu hacia Nueva Zelanda y Fiji en los últimos 15 años. Un 20 % de la población se ha ido, entre 3.000 y 4.000 personas”, dice.
“Familias enteras se llevan sus cosas y se mudan. La principal causa es la incertidumbre”, expone el primer ministro, que participa esta semana en Viena en una reunión de Naciones Unidas sobre acceso a la energía.
Refugiados climáticos
Tuvalu trabaja para impulsar una resolución en Naciones Unidas que defienda los derechos de los “refugiados climáticos”, con el objetivo de que la identidad colectiva de los desplazados no se pierda cuando emigren.
“Si la gente de Tuvalu resulta desplazada necesitamos mantenernos como un pueblo unido, con nuestros derechos”, explica.
“Esta gente no se va por una crisis política, lo que hacen los refugiados normalmente, sino por el cambio climático”, destaca.
efeverde.com