El consumo de tabaco provoca no sólo las conocidas consecuencias nefastas sobre la salud de los que fuman y de su entorno, sino que también tiene un impacto catastrófico sobre el medio ambiente por los ingredientes tóxicos en los residuos de cigarrillos, toneladas de humo cancerígeno y el uso de pesticidas.

En víspera del Día Mundial contra el Tabaco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó su último informe anual sobre el uso de este producto centrado en el grave impacto que tiene sobre el medio ambiente.

Las cifras más recientes indican que, pese a los esfuerzos internacionales por disminuir el consumo de tabaco, éste provoca la muerte de 7 millones de personas al año y genera gastos por 1,4 billones de dólares en el mismo periodo, por los costes en sanidad, pérdida de productividad y degradación medioambiental.

El impacto ambiental

La OMS ha querido poner de relieve este año lo que sucede después de que el cigarrillo ha sido consumido, dónde va a parar la colilla y cómo sus efectos funestos persisten incluso después de haber sido arrojada en una papelera o en la vía pública.
“Este análisis es el primero que relaciona el impacto medioambiental con el cultivo, manufactura, uso y residuos del tabaco, a pesar de que la información es limitada porque la industria no reporta datos y los gobiernos no los exigen”, dijo el coordinador de la OMS para el Control de Tabaco, Vinayak Prased.

Los especialistas han determinado que los desechos del tabaco contienen más de 7.000 químicos tóxicos que envenenan no sólo la atmósfera, sino los suelos, mares y los cursos de agua.
Tomados de manera individual son el tipo de basura más común en las calles en el mundo, lo que se entiende cuando se sabe que 10.000 millones de cigarrillos -de los 15.000 millones que se venden a diario- terminan en el medio ambiente, con su mezcla de nicotina, arsénico y metales pesados.

Con dos tercios de cada cigarrillo arrojados al suelo, entre 340 y 680 millones de kilos de desechos de tabaco son generados cada año.
Peor aún sucede en las áreas urbanas y costeras, donde representan del 30 al 40 % de todos los desechos que se recogen.

Pero no sólo el desecho del cigarrillo en sí se ha convertido en un dolor de cabeza para los servicios de limpieza municipales, sino también los plásticos y las cajetillas en los que se venden.