El dominicano Gary Sánchez se encontraba en Triple-A hace exactamente un año. Vivía una cuenta regresiva, que le llevaría a convertirse en una fuerza ofensiva de los Yanquis de Nueva York, a partir de agosto. Faltaba menos de un mes para que fuera llamado definitivamente a las Grandes Ligas e iniciara una de las rachas más notables que haya vivido un latinoamericano en las Mayores, al disparar 20 cuadrangulares en apenas 53 juegos y pasar de ser cátcher del futuro a receptor del presente en el Bronx.
Sánchez corona su ascenso a la fama este lunes, con su primera participación en el Derby de Jonrones de la gran carpa. Junto a su compatriota Miguel Sanó, defiende el orgullo del Caribe en esta competencia de forzudos, que desde hace 32 años se celebra como parte de las festividades del Juego de Estrellas de la MLB.
Sólo dos latinos participan en esta ocasión. Llegan a un escenario, el Marlins Park, donde muy posiblemente escucharán centenares de voces gritar en español por cada uno de sus tablazos. Miami es una ciudad multicultural y el castellano es la segunda lengua más hablada en la Pequeña Habana, donde se alza el moderno estadio.
Sánchez y Sanó, que también participa en su primer desafío de sluggers, buscan darle la duodécima diadema a América Latina. Porque con la doble conquista del cubano Yoenis Céspedes, en 2013 y nuevamente 2014, los toleteros de la región han dominado 11 veces esta cita, que nació en 1985 como una idea complementaria al Clásico de Julio.
Céspedes es el único bateador no estadounidense que ha vencido en dos ediciones consecutivas. Su nombre figura en una exclusiva lista que incluye a Ken Griffey Jr., miembro del Salón de la Fama de Cooperstown y un antiguo animador de la justa, que entre 1994 y 1999 se llevó el trofeo en tres ocasiones, incluyendo las últimas dos en fila.
La hazaña de quien hoy es uno de los patrulleros de los Mets de Nueva York es una entre muchas protagonizadas por sus colegas nacidos más abajo del Río Grande, desde que en 1989 el puertorriqueño Rubén Sierra se convirtió en el primer representante del área en llevarse la presea.
Sierra y Juan González, otro nativo de la Isla del Encanto, este último en 1993, abrieron la brecha que ahora quieren seguir Sánchez y Sanó. Aunque lo hicieron de modos muy diferentes.
El Indio se impuso en el Angel Stadium con apenas tres maderazos en total, una cifra que hoy luce anémica. Además, compartió el reconocimiento con Eric Davis, porque en aquellos inicios eran permitidos los empates.
Igor, en cambio, sacó siete pelotas, para vencer a los mejores aporreadores de su época en Candem Yard. Allí estuvieron Griffey, a quien doblegó en un desempate, y también Cecil Fielder, Albert Belle, Mike Piazza, David Justice, Bobby Bonilla y Barry Bonds.
Los nativos de Quisqueya han sido los más prolíficos entre los latinoamericanos. La mitad de las victorias obtenidas por los representantes del área pertenecen a dominicanos, gracias a los éxitos de Sammy Sosa (2000), Miguel Tejada (2004), Vladimir Guerrero (2005), David Ortiz (2010) y Robinson Canó (2011).
Aquel de Canó fue un episodio particularmente brillante. Con su padre, José, sirviéndole los lanzamientos desde el montículo, superó al mexicano Adrián González en la final, en un duelo que se decidió por un maderazo.
No fue un improvisado, José Canó; después de todo, también él tiene carnet de bigleaguer, obtenido en 1989 como pitcher de los Astros de Houston.
Dos cubanos se han llevado el torneo. Además de Céspedes, con su par de triunfos, lo hizo Luis González, en 2001. Ese fue, por mucho, el mejor año en la vida deportiva del antillano, que sacó 57 pelotas para la calle durante la temporada, un tope personal, y coronó la campaña con el hit que sentenció la victoria de los Diamondbacks de Arizona en el séptimo encuentro de la Serie Mundial.
El venezolano Bobby Abreu protagonizó el momento más clamoroso vivido hasta ahora por un latino en el Derby, en 2005. Dispuso el entonces comisionado Bud Selig que aquella edición se disputara por naciones, no por ligas, y Abreu salió a batear bajo la bandera tricolor de su país. Con esa inspiración, quebró el récord de jonrones en una ronda, con 24, y barrió al boricua Iván Rodríguez en la final, totalizando 41 vuelacercas al término de la noche.
Esa fue otra marca absoluta, que se mantuvo vigente hasta 2016, cuando el cambio de formato permitió a Giancarlo Stanton (61) y Todd Frazier (42) rebasar la asombrosa suma del ex jardinero.
Josh Hamilton, con 28, es el púnico que ha dado más conexiones que Abreu en una ronda. Le arrebató el registro máximo en 2008, en la despedida del viejo Yankee Stadium.
Selig quería con su idea de 2005 preparar el terreno para el Clásico Mundial de Béisbol, cuyo estreno iba a ocurrir ocho meses después, en 2006. Nunca más ha vuelto a utilizarse ese formato, aunque sí han vuelto a medirse dos jugadores caribeños en una final, como aquella del Comerica Park.
De hecho, ha ocurrido en total cinco veces. Además de esa ocasión en Detroit, González superó a Sosa en 2001; en 2007, Guerrero se impuso al puertorriqueño Alex Ríos; en 2010, Ortiz batió a su compatriota Hanley Ramírez; y en 2011, Canó venció a A-Gone.
Abreu no es el toletero hispanoparlante con más batazos fuera del parque. Ese privilegio corresponde a Ortiz, con 77. El de Venezuela únicamente asistió al evento de 2005.
Detrás de Big Papi aparece su paisano Albert Pujols, con 71. Solamente son superados en el conteo de todos los tiempos por Frazier (91) y Prince Fielder (81).
Pujols es el único entre los 10 primeros de esa cuenta que nunca ha ganado el duelo. Es una curiosidad, tratándose de alguien que acaba de cruzar la raya de los 600 bambinazos en las Mayores y que ha asistido al Derby de Jonrones en cuatro oportunidades: 2003, 2007, 2009 y 2015.
Prince Albert no estará presente en esta ocasión. Y tampoco habrá posibilidad de que se repita una final latinoamericana. En el nuevo formato, los contrincantes son sembrados en una eliminatoria que comienza con los cuartos de final, y tanto Sánchez como Sanó se encuentran en la misma mitad del draw. Con fortuna, se verán las caras en una de las semifinales.
No es una mala noticia. Después de todo, ambos acuden al lance por primera vez, y uno de ellos estaba en Triple A hace exactamente un año, viendo a sus futuros colegas ser los protagonistas a través de la TV. Ahora le toca a él.