*Iguala (3-3) un partido en el que se puso con clara ventaja (0-2), primero, y 2-3 más tarde.
* Ramos hizo dos goles de penalti y Alba abrió el marcador, prueba de la diversidad del equipo, aunque eso no asegurara el triunfo.

Frente a Rusia, en Viena, en el segundo encuentro del cruce entre ambas selecciones, ya en semifinales de la Eurocopa 2008, dicen muchos de los que presenciaron el duelo (3-0) que se acercó mucho a lo que podríamos denominar el “partido perfecto”, la tormenta inevitable para el enemigo español. Uno de los que defendía dicha afirmación era nada más y nada menos que Luis Aragonés, el constructor de aquel equipo que tantas alegrías nos proporcionó entonces y después. Que fuera o no el choque con el que todos soñamos puede ser o no ser una exageración, pero lo cierto es que desde entonces y hasta finales de 2012 España no conoció otra cosa que victorias y victorias, por entonces de la mano de Vicente del Bosque. Ahora lo hace con Lopetegui al puente.

«Invictos durante 15 meses»

Sobre ese asunto de la exhibición irrepetible y otros muchos pueden abrirse los debates que se quieran. Nada como el fútbol para discutir. Hoy no es posible, sin embargo, dudar del efecto tremendamente cautivador que causa este equipo de Julen, invicto durante 15 meses, y que ha exhibido hasta ahora unas maneras sobre las que no cabe sospecha alguna. Sin tener que parecerse a ninguna otra selección, sean las mejores por títulos (1964, 2008, 2010 y 2012) o sin títulos, que también las ha habido espléndidas, España ha recobrado muchos de aquellos valores que nos llevaron a lo más alto. El último de esos ejemplos, antes de jugar esta noche en San Petersburgo, contra la hasta hace nada tan correosa Costa Rica. Al final, en La Rosaleda de Málaga, 5-0…y punto.

Rusia ha tratado paliar los efectos de un rival al que adversarios, aficionados y casas de apuestas toman ya muy en serio de cara a lo mejor del Mundial, jugando con todo lo que tiene y sin remilgos. Con su estilo voluntarioso de siempre y su técnica, que no ha mejorado sensiblemente, lejos aquellos días de Karpin y Mostovoi al mando de su armada mas con una gran ilusión. Abocada a una prueba de altura y riesgo en el precioso estadio de San Petersburgo, agitada y deseosa, eso sí, de mejorar su imagen, después de la derrota del fin de semana, en Moscú, ante Argentina, con gol del “Kun” Agüero. Pero durante una buena parte del duelo unas cosas han sido las del querer, como ya sabemos, y otra las del poder. Ni siquiera ausencias tan significativas para España como la de David Silva, de salida, el más insigne de sus coroneles hoy, permítaseme el pronunciamiento, o la del naciente Isco le han bastado a Rusia para estirar el cuerpo de salida y fajarse de igual a igual, salvo en el tramo final del primer tiempo. Aunque a los 7’ fuese Smolov, más tarde letal, el que estuvo muy cerca de empalmar mortalmente para De Gea un largo centro de Smolnikov.

«España ha hecho normalidad de lo excepcional»

Un minuto más tarde, solo uno más, se dice pronto, tardó España en ligar su primera jugada, en llegar por primera vez y en marcar por primera vez. La diana sería el resultado de algo inusual si no fuera porque España ha hecho normalidad de lo excepcional: defensas que hacen goles; volantes que hacen goles y delanteros que hacen goles. La combinación fue un exponente más de la pluralidad de la selección española: centró Asensio y cabeceó perfectamente Jordi Alba. No hay mayor exponente, y creo que lo he dicho más de una vez, de la fortaleza de este equipo magnífico, que su uniformidad dentro de la diversidad.

España ha jugado, no obstante, y es verdad, sin la plástica, soltura y la alegría con la que lo hizo ante Costa Rica, contra un rival muchísimo más tenaz y empeñado en sostener un 4-3-2-1 demasiado cauto como para provocarle penalidades a España durante mucho tiempo. Ha habido arreones rusos claro que sí, especialmente a raíz de su gol, pero durante gran parte del primer tiempo no mucho más que eso. Poco para que vibrara su afición, a la que realmente solo se ha escuchado algo parecido a apasionada cuando Sergio Ramos se ha dirigido a lanzar el penalti pitado a los 32’ y cuando ha aminorado distancias Smolov diez más tarde, revolviéndose sobre sí mismo y lanzando un excelente remate inalcanzable para De Gea. Luego las cosas cambiarían.

Sergio Ramos vuelve a poner ventaja «con todo un cañonazo»

Lopetegui ha intentado cambiar la dinámica de los estertores de la primera parte con tres cambios. Tres cambios del tirón, que dirían en Cádiz, significan mucho. Alberto Moreno ha sustituido al goleador Alba; Illarramendi, a Iniesta y Callejón, a Suso.De salida, pocas mejoras. A los 50’, Miranchuk ha aprovechado una vacilación defensiva para hacer el 2-2 ante el estupor de los nuestros… y de los suyos. Nada hacía esperar semejante cambio, a pesar de algunos despistes sumamente inusuales. Todo ha vuelto a corregirse a los 53’  con otra pena máxima, ahora por derribo a Piqué. Silbado como nunca por un público ilusionado, y muy irritado, Sergio Ramos ha vuelto a poner en ventaja a España. Con todo un cañonazo.

Justo a la hora de partido, que es un punto de inflexión para los entrenadores, Lopetegui ha dado una nueva vuelta de tuerca al partido. Puestos en juego Silva, como conductor, Vitolo y Saúl por Ramos, Busquets y Thiago, respectivamente, España se ha topado con las mayores dificultades de la noche, que son las que nacen de los rivales crecidos, seguros de sus fuerzas, convencidos de que el milagro siempre es posible y lo era haber conseguido remontar un 0-2 y posteriormente un 2-3. Rusia ha sacado lo mejor que tenía, poderío físico, decisión, más toque, más rapidez y eso ha conducido a las tablas a los 70’, con otro disparo formidable, de nuevo de Fedor Smolov, un auténtico cuchillo en el eje del ataque “rojo”.

«Un ejercicio cerrado sin mácula»

El empate es un buen resultado, aunque acostumbrados como estamos a exhibiciones pueda quedársele corto a muchos. Más, desde luego, tras ver la deriva que había adquirido con el 0-2 y que no pudo mantenerse. Ese pequeño disgusto es lo que pasa por haber acostumbrado tan bien a la afición. Así que seamos realistas, demos por notable lo que lo es, a pesar de todo, y pensemos en un ejercicio cerrado este año sin mácula.

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