27 de noviembre de 2017, Roma/Londres – La agricultura está destinada a vivir otra gran transformación, ya que los avances de la Revolución Verde chocan con la limitación de recursos naturales, aseguró hoy el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
“El futuro de la agricultura no está en el uso intensivo de insumos, sino en ser intensiva en conocimiento. Este es el nuevo paradigma”, señaló al intervenir en un grupo de reflexión (think tank) en Chatham House, en Londres.
La producción alimentaria ha aumentado en las últimas décadas, “pero con un elevado coste para el medio ambiente, generando deforestación, escasez de agua, agotamiento del suelo y altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, dijo Graziano da Silva. A partir de ahora, subrayó “alimentar a la población debe ir de la mano con cuidar del planeta”.
Al evento de alto nivel en Chatham House, «Un futuro alimentario sostenible«, asistieron funcionarios del gobierno, ejecutivos, investigadores y líderes institucionales. Se centró en la “tecnología, uso de recursos y resiliencia” como palancas para garantizar que se alcancen juntos los objetivos de erradicar el hambre, hacer frente al cambio climático y conservar los recursos naturales.
“Se ha demostrado que los sistemas alimentarios actuales son ineficaces para erradicar el hambre en el mundo”, afirmó el responsable de la FAO, recordando que la producción real es más que suficiente para alimentar a toda la población mundial, pero que aún más de 800 millones de personas permanecen subalimentadas.
Garantizar que toda la población tenga acceso a los alimentos es tan importante -si no más- que centrarse en aumentar la producción, dijo, y señaló que los programas de protección social -como las transferencias monetarias condicionadas y aprovechar la producción local en los almuerzos escolares para mejorar la nutrición y el acceso de los pequeños agricultores a los mercados – deben ser un eje central de cualquier esfuerzo para evitar que la situación de la población rural pobre en los países en desarrollo se agrave.
“Necesitamos promover la innovación e implementar prácticas sostenibles que aporten al mismo tiempo alimentos nutritivos y accesibles, servicios ecosistémicos y resiliencia al cambio climático”, según Graziano da Silva.
Ello implica reducir el uso de plaguicidas y productos químicos en la agricultura, aumentar la diversificación de los cultivos y mejorar las prácticas de conservación de la tierra, entre otras medidas. La FAO apoya activamente algunos esfuerzos exitosos en este sentido, incluida la agricultura climáticamente inteligente y el establecimiento y protección de sistemas importantes del patrimonio agrícola, así como diversas prácticas de agroecología.
Intervenciones en todas las etapas
Graziano da Silva explicó que el reciente informe de la FAO, El futuro de la alimentación y la agricultura: tendencias y desafíos, identifica 15 tendencias principales y 10 desafíos que los responsables de la formulación de políticas deben prepararse para abordar en los próximos años.
“Todos los países tienen que comprometerse a implementar cambios fundamentales”, añadió.
El papel del consumidor es cada vez más importante, algunas formas de malnutrición en particular, como la obesidad, están creciendo rápidamente, insistió, y señaló que más de 2 000 millones de personas tienen sobrepeso y 500 millones son obesas. Este es un reto al que se enfrentan los países ricos y pobres por igual y está previsto se haga más severo a medida que una rápida urbanización cambia los hábitos alimentarios.
“Para proporcionar a las personas alimentos más saludables, tenemos que actuar en cada etapa del sistema alimentario, desde la producción hasta el consumo”, dijo el Director General de la FAO.
Eso requerirá un enfoque en los “aspectos inmateriales” de estos sistemas, como el comportamiento del consumidor, y requerirá implementar nuevas reglas sobre cómo se publicitan los productos alimentarios.
También requerirá una acción coordinada sobre problemas mundiales como plagas y enfermedades transfronterizas, resistencia a los antimicrobianos y normas de inocuidad alimentaria, añadió.
La pérdida y el desperdicio de alimentos es un campo clave para la intervención y fundamental para el desarrollo sostenible. La línea argumental de la FAO es que un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierden o desperdician cada año, lo que provoca emisiones de gases de efecto invernadero improductivas, consecuencias adversas sobre los recursos naturales y despilfarra recursos más que suficientes para cubrir las necesidades de la población mundial en 2050.
Pero las pérdidas de alimentos en algunas cadenas alimentarias pueden ser mucho más altas, especialmente en países en desarrollo que no cuentan con infraestructura adecuada o donde esta es inexistente, advirtió Graziano da Silva, señalando que dos tercios de la producción en el África Occidental se pierden.
“Necesitamos más inversiones”, insistió, subrayando que un enfoque integral para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos puede contribuir a numerosos Objetivos de Desarrollo Sostenible.