Vasyl Lomachenko venció a Guillermo Rigondeaux y retuvo su corona Superpluma de la OMB en una pelea que duró seis asaltos, que dejó en claro su enorme superioridad sobre el rival y que, además, puso en entredicho los verdaderos limites en la calidad del cubano, quien, definitivamente, se quedó sin futuro en el boxeo de alta competencia.

El ucraniano concedió apenas un asalto, el primero, y luego hizo los ajustes, leyó correctamente el plan que traía su oponente para dominar los cinco rounds restantes con comodidad y una autoridad que excedió todos los pronósticos.

Vasyl Lomachenko bajó del ring con el orgullo del trabajo cumplido frente a Guillermo Rigondeaux y con la certeza idea de que su triunfo en el Teatro del Madison Square Garden quizá distó mucho de darse en la forma que la mayoría lo anticipaba.

Sin embargo, al final, el ucraniano fue contundente y Rigondeaux ya no salió a pelear para el séptimo asalto por una lesión en la muñeca izquierda que, según dijo el cubano, sufrió desde el segundo round y fue a tratar directo al hospital tras la pelea.

Independientemente de la lesión, nadie podrá objetar que Lomachenko ganaba la pelea con amplitud en los puntos y sobre el cuadrilátero con su desempeño.

Lomachenko (10-1, 8 KOs) regresó a casa con el mismo cinturón Superpluma de las 130 libras con el que llegó, después de defenderlo de manera exitosa por cuarta ocasión. Además, por cuarta pelea consecutiva, el ucraniano logró que su rival tirara la toalla entre rounds antes de terminar la pelea.

 

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