El año pasado, el esposo de Ashmita Thapa dejó su ciudad natal en el sur de Nepal para buscar trabajo en Arabia Saudita. Trabajaba como agricultor y lograba producir alimentos suficientes para la familia.
Pero ahora, explica Ashmita, los rendimientos son cada vez peores. “Es parte del cambio climático –dice-, ya no llueve como antes; los vientos son más fuertes y las infestaciones de plagas van en aumento”.
“Tenemos menos de la mitad del maíz que solíamos tener”, añade.
Nepal es uno de los países más afectados por las consecuencias del cambio climático, y los campesinos figuran entre los más afectados. La pobreza, los escasos rendimientos y la dificultad para obtener alimentos suficientes están empujando a las personas a migrar, en búsqueda de una vida mejor.
La marcha de su marido, sin embargo, no mejoró su situación. No pudo encontrar un buen trabajo y pagar las deudas derivadas de su viaje. “Nos enfrentamos a muchos problemas”, confiesa Ashmita.
“El año pasado nos hablaron sobre un proyecto de la FAO. Sentimos entonces alivio de que pudiera ser una solución a nuestros problemas”, añade.
Al participar en el proyecto apoyado por la FAO, Ashmita y unos 3 000 campesinos aprendieron a producir cultivos mejor adaptados a los impactos del cambio climático. Los agricultores ensayan diferentes variedades de cultivos y usan técnicas específicas para determinar los más adecuados para sus tierras. Aprenden experimentando.
También recibieron apoyo para criar animales tras comprender cómo y cuándo alimentar a su ganado. Todo ello forma parte de un enfoque de agricultura climáticamente inteligente y sostenible que ayuda a transformar la agricultura en sistemas resilientes que apoyan de forma efectiva el desarrollo y garantizan la seguridad alimentaria frente al cambio climático.
“Antes de este proyecto, teníamos que comprar hortalizas en el mercado. Ahora las cultivamos en nuestros campos. Conseguimos ahorrar dinero”, asegura Ashmita.
“Hemos aprendido –concluye– muchas cosas de este proyecto. Esperamos aprender más en el futuro, y si lo hacemos, no será necesario marcharnos al extranjero”.
Este proyecto de la FAO ha sido posible gracias al apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés). La FAO y sus socios están ayudando a que abandonar el hogar y tener que migrar sea una opción, no una necesidad.