En el rubro de los agentes de cambio decididos a tomar acción por el bienestar de la humanidad y de la naturaleza entera, hallamos hoy a China y a sus más de 60 mil soldados cuya nueva misión es la de plantar árboles en una extensión que bien podría ocupar toda Irlanda.
Existen muchas razones por las cuales un país puede comenzar a utilizar su fuerza armada en favor del medio ambiente. La más importante, en el caso de China, es que han sido un motor potencial del cambio climático y su capital, Beijing, es una de las más contaminadas del planeta. Tan sólo en el 2015, el país asiático se vio obligado a poner en marcha un proyecto masivo de recorte de circulación de autos (2.5 millones, para ser exactos), porque los habitantes vivían en una burbuja de esmog que les impedía siquiera mirar el cielo.
El caso de los soldados que están plantando árboles en los alrededores de la capital de China también es un hecho insólito; ello forma parte de un proyecto de nación y una loable misión humana para mitigar los daños que ha sufrido el planeta a causa de la contaminación por gases de efecto invernadero.
Por esa misma época, Beijing anunció una reducción importante en el personal militar: 300 mil soldados iban a ser despedidos. Pero el Ejército Popular de Liberación (EPL) dio un giro de 360 grados a la situación. Hoy, una buena parte de esos soldados fueron enviados a realizar labores civiles; a más de 60 mil de ellos les fue encomendada la misión de plantar árboles.
No resulta extraño que el objetivo de esta campaña forestal sea ambicioso. China planea aumentar la cobertura forestal de 21% de su superficie total al 23% para el 2020, esperando que en el 2035 la cifra alcance el 26%.
Si se quiere ver de esta manera, el solo de hecho de que estos soldados tengan la misión de cubrir de árboles al menos 84 mil km² del país, les confiere, quizá, el acto más heroico que jamás hayan realizado. El Asia Times señala que los mismos soldados se sienten orgullosos de llevar a cabo esta labor: una acción que está formando agentes de cambio y conciencias preocupadas por las problemáticas de actualidad, pero sobre todo, una llamada a la acción trascendental, que no tardará en generar expectativa en los tomadores de decisiones de otros países.
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