Luis Ángel Reglero.- San Buenaventura (Bolivia).- EFEverde.- La cosmovisión de los tacanas ha encontrado en el turismo un aliado para difundir al mundo su labor como guardianes de la selva en la Amazonía boliviana, en la considerada como la reserva natural con más biodiversidad del mundo.
“Somos guardianes del territorio, de la Madre Tierra, convivimos con la naturaleza”, sentencia Diego Uzquiano, presidente del Consejo Indígena del Pueblo Tacana, una las comunidades originarias que habitan el Parque Nacional Madidi.
La riqueza biológica de este espacio, reconocido recientemente como la mayor del planeta, tiene en el turismo una oportunidad para “mostrar al mundo” cómo convive en armonía con la selva este pueblo amazónico, subraya el representante de la comunidad.
La selva de Caquiahuara
El viceministerio de Turismo de Bolivia entregaba a los tacanas el 22 de mayo, Día Internacional de la Diversidad Biológica, un centro de recepción de visitantes, unas pasarelas y una torre de observación en la plena selva en la zona de Caquiahuara.
Tras un recorrido de aproximadamente una hora en barca por los ríos Beni y Tuichi, entre un paisaje verde con una naturaleza impresionante, los turistas llegan al corazón del parque para disfrutar no solo de espectáculos como el que brindan con su vuelo las parabas, un tipo de loro.
“Que vean cómo vivimos en armonía con la naturaleza”, conservando el laberinto de vegetación y cauces como “nuestros ancestros lo han venido cuidando” desde hace siglos, comenta Noé Marcos Macuapa, corregidor de la comunidad San Miguel del Bala, una de las que habitan el parque.
Armonía con la naturaleza
El recorrido por la selva junto a los tacanas es una auténtica lección en la que el visitante conoce las hojas de una planta que sana heridas sin dejar cicatriz, la corteza de un árbol con usos inimaginables para el turista o el porqué solo con luna nueva tienen efectos afrodisiacos ciertas ramas con forma de miembro masculino.
Una muestra de la “paz y armonía” con la naturaleza que contagian los pueblos originarios, en palabras del viceministro de Turismo de Bolivia, Ricardo Cox.
“Es parte de una cosmovisión, esa convivencia armónica, esos conocimientos”, subraya rodeado de los representantes de un pueblo que tiene entre sus señas de identidad el conocimiento ancestral de toda la ecología del bosque.
Un bosque que es despensa y farmacia para quien lo habita, deseoso de compartir su universo con el resto del planeta a través del turismo.
El Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia destinó unos 389.000 dólares al centro en el que no faltan detalles como un remedio tradicional para evitar que entren murciélagos, las pasarelas desde las que se disfrutan los sonidos de la selva y la torre para ver a las parabas en sus nidos sin molestar a las aves.
Una inversión entregada en el municipio boliviano de San Buenaventura a los tacanas, pueblo agrícola que mantiene creencias como el chamanismo y que según distintos censos está integrado por algo más de 8.000 habitantes del bosque que comparten con otras comunidades originarias como los lecos y los uchupiamonas.
Sabanas de palmeras a montañas de 6.000 metros
El Madidi, una extensión de casi 19.000 kilómetros cuadrados en el extremo nororiental de Bolivia que va desde sabanas de palmeras a grandes montañas de casi 6.000 metros, de valles secos a selva húmeda tropical, alberga a más de 8.000 especies de flora y fauna.
Eso le convierte en la reserva natural con mayor biodiversidad del planeta, según ha concluido recientemente tras dos años y medio una expedición de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, en sus siglas en inglés). EFEverde