Alrededor de 13 millones de toneladas de plástico son vertidas en los océanos cada año, afectando la biodiversidad, la economía y potencialmente nuestra salud.
Las cualidades de este material, barato, ligero y fácil de producir han llevado a que su producción alcance cantidades a las cuales somos incapaces de hacer frente. Solamente una pequeña fracción de los plásticos que son descartados se recicla.
Lo más preocupante, es que un nuevo informe de ONU Medio Ambiente revela que, de seguir las cosas como están, la producción de plástico no solo crecerá, sino que se duplicará en las próximas décadas.
El mundo necesita urgentemente repensar la manera en que se manufactura, se usa y se maneja el plástico, ese es el mensaje principal para este Día Mundial del Medio Ambiente en 2018, como nos explica el Secretario General.
El desafío es grande
Desde los años 50, la producción de plástico ha superado la de cualquier otro material y la mayoría de los productos que se hacen están diseñados para ser descartados después de un solo uso. Esto ha hecho que los empaques de plástico ahora representen la mitad de los desechos de este material alrededor del mundo.
América, Japón y la Unión Europea son los mayores productores de desechos plásticos per cápita y sólo un 9% de los nueve mil millones de toneladas de plástico que se han producido en el mundo ha sido reciclado.
Si esta tendencia continúa, para 2050 tendremos cerca de 12.000 millones de toneladas de desechos plásticos en los basureros y en la naturaleza.
“Tenemos una situación en la que cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año y un millón de botellas de plástico son compradas cada minuto. Casi 70% o más van al medio ambiente o a vertederos y más de 13 millones llegan al mar cada año”, explica Leo Heileman, el representante regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente para América Latina y el Caribe (PNUMA).
Cinco billones de bolsas de plástico se utilizan cada año y un millón de botellas son compradas cada minuto.
Los estudios sugieren que las bolsas de plástico y los contenedores hechos de espuma de poliestireno pueden tomar hasta miles de años en descomponerse y contaminan suelo y agua. Además, con el paso del tiempo los plásticos se dividen en fragmentos más pequeños llamados micro plásticos que al ser consumidos por animales marinos pueden entrar en la cadena alimenticia humana.
“La información científica todavía no ha determinado el impacto, pero seguramente en los próximos años tendremos esos estudios. Estamos jugando con una situación en la que nuestra propia salud está en peligro, no solamente en términos del mar, pero también de la tierra, porque cuando la gente quema los plásticos, se expiden gases nocivos que nos impactan a través de la contaminación atmosférica. Y sabemos que en la región una cantidad grande de gente muere por esto”, agrega Heileman.
Los microplásticos han sido detectados en la sal de mesa comercial y algunos estudios aseguran que el 90% del agua embotellada y en el 83% de la de grifo, contiene partículas de plástico. Esto es preocupante, ya que poco se sabe del impacto de este material en la salud humana.
Lo que si sabe es cómo afecta a los animales. “Estamos viendo aproximadamente cien mil organismos marinos muertos por intoxicación por plásticos, porque no diferencian entre ellos y su comida natural y este problema está incrementando”, dice el representante, quien recordó un reciente incidente en Tailandia, donde una ballena murió al tener estómago lleno de plástico. “Los científicos intentaron salvarle la vida, pero el animal no sobrevivió porque no pudo comer”, lamenta Heileman.
La solución está en los gobiernos, las empresas y la gente
La producción de plástico a nivel mundial está aumentando rápidamente, para 2030, podríamos estar produciendo 619 millones de toneladas de plástico al año.
Las prohibiciones de las bolsas de plástico, si son bien planificadas, pueden contrarrestar una de las causas del uso excesivo de plástico. Pero incluso cuando son implementadas efectivamente, no son suficientes afirman los expertos de ONU Medio Ambiente en el informe Estado del Plástico 2018.
Para reducir la cantidad de desperdicios se necesita que los gobiernos promulguen políticas fuertes que empujen hacia un modelo más circular de diseño y producción de plásticos.
Chile acaba de anunciar una ley que prohíbe el uso de bolsas plásticas. Antigua y Barbuda lo hicieron hace tres años.
“Todo el mundo tiene que estar involucrado, a nivel de gobiernos, estos tienen que tener la visión, la dirección, establecer las políticas que podrían incluir leyes nacionales, y que podrían incluir acciones con toda la sociedad”, explica el representante regional.
Los gobiernos necesitan mejorar los sistemas de residuos e introducir incentivos financieros para cambiar los hábitos de los consumidores, los minoristas y los fabricantes.
“Chile acaba de anunciar una ley que prohíbe el uso de bolsas plásticas. Antigua y Barbuda lo hicieron hace tres años. Perú ahora está en proceso de negociar y determinar con las industrias para la preparación de una ley nacional”, pone como ejemplo Heileman.
Las medidas en América Latina
América Latina no puede quedarse de brazos cruzados ante la contaminación por plásticos. La región custodia 16 millones de kilómetros cuadrados de mar y es la fuente del 24% de la pesca global.
Diversos países han aprobado legislaciones para restringir el uso de bolsas plásticas. El caso más reciente es Chile, como menciona el representante, cuyo congreso el pasado 30 de mayo aprobó la prohibición de bolsas plásticas de un solo uso en todo el territorio nacional.
“En Chile se utilizan 3400 millones de bolsas plásticas al año, con todo el daño que eso implica para el ecosistema marino. Hasta ahora, había regulaciones a nivel de comunas costeras y solo de manera voluntaria, mientras que con la nueva ley habrá criterios uniformes y la restricción se aplicará en todo Chile. Este es un paso sustantivo”, declaró al PNUMA la ministra de Medio Ambiente de Chile, Marcela Cubillos.
Por su parte Antigua y Barbuda fue el primer país de la región en prohibir las bolsas plásticas, seguido por Colombia, que en 2016 acabó con la circulación de bolsas inferiores a 30×30 centímetros y designó después un impuesto para las demás, exigiendo una mayor resistencia para que pudiesen ser reutilizadas. Según las autoridades colombianas se ha logrado reducir el consumo de estos productos en un 35%.
Además, Panamá prohibió la bolsa de polietileno y los comercios minoristas y supermercados tienen hasta la mitad de 2019 para adaptarse a la regulación.
El resto de América Latina no se queda atrás, Costa Rica tiene una estrategia nacional para reducir drásticamente el uso de plásticos desechables para 2021, mientras que Belice, Bahamas y Bermuda han lanzado medidas o están redactando leyes para el mismo propósito.
Asimismo, Ecuador lanzó una restricción progresiva de sorbetes, bolsas y botellas desechables en las Islas Galápagos y Perú debate el tema de añadir un impuesto a estos productos.