Las colinas y pueblos agrícolas del condado de Kakamega, en el oeste de Kenia, demuestran por qué la región es conocida como la joya verde del país. La agricultura es la industria más visible y la principal fuente de empleo. Pero fuera de las carreteras principales, oculta a la vista, se encuentra una industria en pleno crecimiento: la extracción informal de oro a pequeña escala.
Los problemas abundan en estos sitios de trabajo, donde se liberan al medio ambiente tóxicos como el mercurio y el cianuro.
Los empleos formales son escasos en Kakamega, una región donde más de 800.000 personas viven por debajo del umbral de la pobreza. Los mineros, muchos de los cuales arriesgan sus vidas bajo tierra o manejan mercurio todos los días, tienen pocas opciones para ganarse la vida.
Este conflicto entre la salud, la protección del medio ambiente y las oportunidades económicas no se limita a Kenia, sino que se desarrolla a una escala más amplia, en países de todo el mundo.
La minería de oro artesanal y en pequeña escala es una industria mundial polémica pero importante y una fuente vital de medios de subsistencia que a menudo es pasada por alto o eclipsada por los proyectos a gran escala. Si bien estas minas son pequeñas, contribuyen significativamente al mercado mundial del oro y a generar ingresos locales
De todo el oro extraído alrededor del mundo cada año, 15% proviene de minas de pequeña escala. Entre 10 y 15 millones de personas, 90% de la fuerza de trabajo de la minería mundial de oro, trabaja en el sector artesanal y de pequeña escala. A su vez, estos trabajadores apoyan indirectamente a más de 100 millones de personas al inyectar efectivo en las economías rurales.
Pero las prácticas deficientes en estas minas crean numerosos problemas ambientales y de salud, y los relacionados con el mercurio son particularmente graves.
El uso del mercurio y sus efectos han recibido atención por parte de la comunidad global en los últimos años. En agosto de 2017 entró en vigor el Convenio de Minamata, cuyo objetivo es proteger a los seres humanos y el medio ambiente de los efectos nocivos del mercurio.
Este tratado internacional, resultado de años de cooperación y negociación entre casi 140 países, promueve planes específicos por país para que se eliminen las prácticas inseguras y las personas puedan beneficiarse de una minería responsable.
En una mina informal de Kakamega se observan prácticas ineficientes y peligrosas en cada etapa del proceso minero. El lugar parece más un pueblo que un sitio de trabajo. Alrededor de la mina hay casas de techos de lata y negocios que atienden a los trabajadores, mientras los niños corren por todas partes. Los ruidos de las trituradoras de roca y de las bombas que vacían el agua del subsuelo son ensordecedores.
Con un solo puñado de máquinas disponibles, la mayor parte del trabajo se hace a mano. El mineral de la tierra entra en contacto con el mercurio en grandes pozos de lodo donde los mineros trabajan sin guantes para extraer el oro. Luego, el mercurio se separa del metal precioso al calor de la leña, una técnica de combustión abierta en la cual el mercurio se vaporiza.
Jacob Ochungo, mecánico de la mina, reconoce que la extracción de oro genera problemas, pero sostiene que la gente tiene pocas opciones y no cuenta con ayuda suficiente del gobierno. «Pensamos en los problemas. Pero ganarse la vida se vuelve más importante que cuidar el medio ambiente», dice.
«Sería bueno si el gobierno pudiera regular las ventas para que podamos recibir un precio justo y también garantizar que las personas no vivan y hagan minería en el mismo lugar. Pero el empleo es escaso, así que esta es la única forma en que estas personas pueden ganarse la vida”, asegura.
Estas técnicas ineficaces y obsoletas para extraer oro, descritas en el Convenio de Minamata como las «peores prácticas«, tienen una serie de impactos negativos en las personas y el medio ambiente. En muchos sitios mineros de pequeña escala, prácticas como el amalgamiento con mercurio y la quema a cielo abierto son la norma. En comparación con las técnicas más refinadas, estos métodos recuperan mucho menos oro, dañan la salud del trabajador y liberan grandes cantidades de tóxicos en el medio ambiente. Por ellos es que la minería artesanal y de pequeña escala se ha convertido en la mayor fuente de contaminación por mercurio a nivel global.
En algunos casos, los trabajadores agregan cianuro a los residuos de la amalgama de mercurio para extraer más oro.
La falta de regulación en las minas informales y de pequeña escala implica que los terribles efectos de esta actividad en el medio ambiente pueden ser exacerbados, lo que perjudica directamente a los trabajadores de la industria.
Menos de un año después de la entrada en vigor del Convenio de Minamata, 32 países ya han comenzado a trabajar en sus planes de acción nacionales para contrarrestar la contaminación por mercurio. El beneficio más tangible hasta ahora ha sido la participación en la investigación de campo, que ayuda a los gobiernos a comprender la situación sobre el terreno. Históricamente, la falta de datos sobre el sector informal ha impedido que los países vigilen la industria.
En Kenia, la ONU financia proyectos para mejorar el sector de la minería en pequeña escala. Más de US$ 4 millones del GEF se están invirtiendo en enseñar mejores prácticas, ayudar a los mineros a acceder al financiamiento y avanzar hacia una minería sin mercurio.
La extracción de oro artesanal y en pequeña escala sin duda continuará siendo una importante fuente de sustento en el mundo en desarrollo. Por eso es importante minimizar el daño que causa en las personas y el planeta.