Alrededor de 1600 millones habitan en casas inadecuadas y 900 millones en asentamientos informales o campamentos tanto en países pobres como ricos. La estadística no incluye a los desamparados que viven en las calles. “Quizá lo más preocupante es que todos estos asaltos a la dignidad y la vida se aceptan como rasgos inamovibles del nuevo orden económico mundial” asegura la relatora especial de la ONU sobre la vivienda adecuada.
“He visto gente viviendo en las aceras de India y de California, junto a las líneas de ferrocarril en México y Filipinas, sin electricidad en Cabo Verde y Serbia. He visto niños jugando en montones de basura en asentamientos informales como si fueran trampolines y he visto a personas con discapacidad languideciendo en habitaciones oscuras, aisladas de la sociedad”, aseguró este miércoles Leilani Farha* en su intervención ante el Foro político de alto nivel sobre desarrollo sostenible que se celebra estos días en Nueva York.
Se estima que unos 1600 millones de personas se alojan en viviendas inadecuadas y cerca de 900 lo hacen en asentamientos informales tanto en países de pocos recursos como en las naciones con mayores ingresos.
Aunque no hay estadísticas sobre los sin techo, la relatora especial afirma que es “un problema grave , uno que apenas recibe la prioridad que merece”. Y añade: “hay pocas ciudades que haya visitado en las que no haya visto gente en las calles obligadas a comer, dormir, cocinar y defecar en las aceras. Se aferran a la dignidad y la vida, pero es un hilo delgado”.
Hay pocas ciudades que haya visitado en las que no haya visto gente en las calles obligadas a comer, dormir, cocinar y defecar en las aceras.
La relatora especial* de la ONU sobre la vivienda adecuada también afirma haber sido testigo también de cómo comunidades enteras de marginados y grupos vulnerables han sido expulsados de sus casas y tierras “a menudo por la fuerza bruta, durante un tiempo inclemente, para que las industrias extractivas pudieran sacar su provecho o para hacer espacio para un centro comercial o construir edificios de lujo”.
Para Farha, “lo que quizá es más preocupante de todo es quetodos estos asaltos a la dignidad y la vida se aceptan como rasgos inamovibles del nuevo orden económico mundial”.
Peligra el Objetivo de Desarrollo número 11
Esta situación exige una reacción pronta por parte de los Gobiernos y un cambio fundamental para crear estrategias de creación de viviendas basadas en los derechos humanos o, de lo contrario, la relatora asegura que no se conseguirá el objetivo 11 de la Agenda 2030, referida a la creación de ciudades y comunidades sostenibles.
Tal estrategia tiene que poner en marcha mecanismos institucionales independientes que supervisen el progreso en las políticas de vivienda y tengan a los Gobiernos por responsables sentando objetivos y plazos. Además, debe clarificarse cuáles son las obligaciones del sector privado y regular los mercados inmobiliarios, financieros y de vivienda.
“Quiero ser muy clara porque he escuchado a algunos Estados decir que no hay forma que puedan cumplir sus compromisos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible sin implicar al sector privado. Si eso es cierto, los Estados deben reconocer y entender que la obligación de lograr el derecho a la vivienda recae en ellos y no puede ser delegada a los actores privados”.
Casas más caras
ONU-Habitat, la agencia encargada de ayudar a la creación de asentamientos humanos sostenibles, señala por su parte que aunque la proporción de quienes viven en tugurios en áreas urbanas ha disminuido, el aumento de la población mundial ha provocado que el número de personas que habitan en ellos haya pasado de los 807 millones de personas en el año 2000 a los 883 en 2014, , según un comunicado publicado con motivo de la celebración del Foro en Nueva York.
Además, la vivienda es cada vez más inasequible para grandes sectores de la población, especialmente en África.
A ello se añade, que la contaminación del aire está en aumento y que, aunque la provisión de transporte público está creciendo, sigue siendo inadecuada.
“Las ciudades están creciendo a un ritmo más rápido que su población, lo que genera costos más altos para infraestructura, más tráfico y más contaminación”, se afirma en el comunicado.
Nueva York reafirma sus compromisos
En un acto paralelo a la celebración del Foro, el alcalde de Nueva York, Bill De Blasio ha reafirmado “el compromiso de su ciudad en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con la visión compartida de un mañana mejor y más brillante”, un compromiso que ha sido aplaudido por el Secretario General de la ONU. Nueva York se ha unido a la llamada Revisión Local Voluntaria.
António Guterres recordó en un comunicado que las Naciones Unidas lanzaron recientemente esa plataforma para que las ciudades y los gobiernos locales puedan seguir nuevos caminos en el logro de una economía de bajas emisiones de carbono y adaptarse al cambio climático.
Esta plataforma “es un primer paso hacia tales avances”, aseguró Guterres que instó a otras ciudades y alcaldías a unirse” a ella.